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Disparidad en África frente a los efectos económicos del Covid-19

"La crisis confirmó la heterogeneidad que hay entre los países diversificados y los exportadores de materia industrial, pero esta también afectó a algunas naciones de África del Norte, sobre todo a Túnez, que estaba en crecimiento gracias al turismo", explicó Clément Gillet, economista en Société Générale.
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Si bien a nivel sanitario se ha visto menos golpeada por el Covid-19, África no está a salvo de las consecuencias económicas de la pandemia, que podrían asfixiar a los países más frágiles y endeudados.

Recesión Histórica

Para 2020, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el PIB de África subsahariana se contraiga un 3%, “el peor resultado jamás observado para la región”, antes de rebotar un 3,1% en 2021.

Dicho de otra manera, los ingresos per cápita deberían caer a niveles de 2013: en unos meses, una regresión de siete años.

La tasa de mortalidad a causa del Covid-19 (3%) es baja en comparación con el peso que tiene África en la población mundial (17%), subrayó el economista y exministro togolés Kako Nabukpo.

Pero los países del continente “abordaron la crisis con unos márgenes de maniobra presupuestaria mucho menores de los que disponían antes de la crisis financiera mundial de 2008-2009”, señaló Abebe Aemro Selassie, jefe del FMI para África.

“No pueden pagarse el lujo de hacer ‘todo lo que sea necesario'” para salvar la economía como los países ricos, que dedicaron de media cuatro veces más recursos.

Heterogeneidad

De esta situación se desprenden tres categorías:

– Los países diversificados del oeste (Costa de Marfil, Senegal, Ghana) y del este (Kenia, Tanzania, Uganda), donde “la actividad se ha desacelerado de forma significativa pero sigue en crecimiento”, según el FMI.

– Los países petroleros, afectados por el hundimiento del barril, que bajó de los 30 dólares en abril: Argelia, Nigeria y Angola. No obstante, los precios están aumentando desde noviembre.

– Los países dependientes del turismo: Marruecos, Túnez, Isla Mauricio, Seychelles…

“La crisis confirmó la heterogeneidad que hay entre los países diversificados y los países exportadores de materia industrial, pero esta también afectó a algunos países de África del Norte, sobre todo a Túnez, que estaba en crecimiento antes de la crisis gracias al turismo”, explicó Clément Gillet, economista en Société Générale.

Sudáfrica, en cambio, constituye un caso a parte, por ser la segunda economía del continente y el país más afectado por la pandemia. Entró en recesión a finales de 2019 y su PIB debería disminuir un 8%.

Financiación

También en términos de financiación se dan importantes contrastes. 

Desde noviembre, “los mercados han tenido un cierto apetito por el riesgo, y en particular por el papel africano, pero los inversores van a ser más escrupulosos respecto a las firmas”, es decir, a la calidad de los emisores de deuda, predijo Clément Gilelt.

En paralelo a la ayuda al desarrollo, los envíos de remesas por parte de los migrantes también se debilitan. Según el Banco Mundial, estas deberían bajar un 14% para 2021, hasta los 470.000 millones de dólares.

“Visto desde el punto de vista de la migración, el efecto de la pandemia es total, ya que afecta tanto a los migrantes como a las familias que dependen de esas remesas”, subrayó Mamta Murthi, vicepresidenta del Banco Mundial.

Deuda

Una moratoria al pago de los intereses, decidida por los países del G20, ha beneficiado ya a 47 países, la mayoría africanos, por unos 6.000 millones de dólares. El G20 está dispuesto a pasar a la segunda fase, es decir, negociar las deudas. 

Pero la iniciativa tiene sus límites.

En primer lugar, porque “el 40% de la deuda africana se contrajo con el sector privado” y no con los Estados, recordó Kako Nubukpo. Esta parte, además, se duplicó en diez años. 

“Algunos países, como Benín, muy endeudado con el sector privado, están en contra de la moratoria porque temen que su prima de riesgo se dispare cuando vuelvan a los mercados”. Senegal, en cambio, aplaudió la iniciativa de suspensión del servicio de la deuda.

Por otro lado, “el universo de los acreedores se ha multiplicado, lo que complica cualquier acuerdo de reestructuración”, apostilló Clément Gillet.

“Hasta finales de los años 1990, se podía poner a todos los acreedores alrededor de la mesa. Luego, se añadieron los créditos debidos a China, que no forma parte del Club de París [que reúne a los grandes prestamistas estatales], los debidos a los actores privados [los bancos, reunidos en el Club de Londres] pero, sobre todo, la deuda del mercado”. 

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