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Hallan en el espacio un “almacén” de moléculas complejas inéditas

Para este descubrimiento, el equipo científico estadounidense centró su mira en la Nube Molecular de Tauro o TMC-1 -una gran nube preestelar de polvo y gas situada a unos 450 años luz de la Tierra que algún día colapsará sobre sí misma para formar estrellas- y lo que encontró fue sorprendente.
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Una vasta reserva, hasta ahora desconocida, de nuevo material fue descubierta en una nube molecular fría y oscura, al detectar por primera vez moléculas individuales de hidrocarburos aromáticos policíclicos en el medio interestelar.

Con este hallazgo, se empieza a dar respuesta a un misterio científico de tres décadas sobre cómo y dónde se forman estas moléculas en el espacio, según publican en la revista Science.

“Siempre habíamos pensado que los hidrocarburos aromáticos policíclicos se formaban principalmente en las atmósferas de las estrellas moribundas. En este estudio, las encontramos en nubes frías y oscuras donde las estrellas aún no han empezado a formarse”, explicó Brett McGuire, profesor adjunto de Química en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Las moléculas aromáticas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), son bien conocidos por los científicos. Las moléculas aromáticas existen en la composición química de los seres humanos y otros animales, y se encuentran en alimentos y medicinas.

Además, los HAP son contaminantes que se forman a partir de la quema de muchos combustibles fósiles e incluso se encuentran entre los carcinógenos que se forman cuando las verduras y la carne se carbonizan a altas temperaturas.

“Se cree que los hidrocarburos aromáticos policíclicos contienen hasta un 25 por ciento del carbono en el universo”, recordó McGuire.

Los científicos han sospechado la presencia de HAP en el espacio desde la década de 1980, pero la nueva investigación, detallada en nueve artículos publicados durante los últimos siete meses, proporciona la primera prueba definitiva de su existencia en nubes moleculares.

Para buscar las escurridizas moléculas, el equipo centró el gigantesco GBT de radioastronomía de 100 metros en la Nube Molecular de Tauro, o TMC-1 -una gran nube preestelar de polvo y gas situada a unos 450 años luz de la Tierra que algún día colapsará sobre sí misma para formar estrellas- y lo que encontró fue sorprendente: no sólo los modelos científicos aceptados eran incorrectos, sino que en TMC-1 ocurrían muchas más cosas de las que el equipo podría haber imaginado.

El equipo no descubrió solo una nueva molécula escondida en el TMC-1. Detallado en múltiples documentos, el equipo observó el 1-ciano-naftaleno, el 1-ciano-ciclopentadieno, el HC11N, el 2-ciano-naftaleno, el vinilcianoacetileno, el 2-ciano-ciclopentadieno, el benzonitrilo, el trans-(E)-cianovinilacetileno, el HC4NC y el propargilcianuro, entre otros. “Es como entrar en una tienda de ropa y echar un vistazo al inventario de la parte delantera sin saber que hay una sala trasera. Llevamos 50 años coleccionando pequeñas moléculas y ahora hemos descubierto que hay una puerta trasera. Cuando abrimos esa puerta y miramos dentro, nos encontramos con este gigantesco almacén de moléculas y química que no esperábamos. Ahí estaba, todo el tiempo, acechando más allá de donde habíamos mirado antes”, apuntó McGuire.

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