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La comisión del Senado que investiga la pandemia en Brasil evidencia la improvisación de Bolsonaro

Si bien hasta el momento los testimonios oídos por la Comisión de Investigación Parlamentaria corroboran lo que ya se daba por hecho, la oposición tiene la esperanza de que en los próximos días aparezca una nueva revelación que convenza -después de más de año de una crisis sanitaria sin precedentes- a la Cámara de Diputados, reacia a abrir un juicio político contra el mandatario.
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La comisión del Senado que se encarga de investigar la gestión de la pandemia en Brasil está evidenciando el caos y la improvisación durante la crisis sanitaria del Gobierno del presidente, Jair Bolsonaro, quien cuenta con sus peores índices de popularidad desde que llegó al Palacio de Planalto y con la figura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva amenazando su reelección para 2022.

En las últimas casi cuatro semanas han estado desfilando por la Comisión de Investigación Parlamentaria (CPI) algunos de los protagonistas durante este año de pandemia recién cumplido y que sólo en Brasil ha dejado más de 16 millones de personas contagiadas y otros 449.000 muertos.

Si bien hasta el momento los testimonios oídos por la CPI no han hecho más que corroborar lo que en Brasil ya daban por hecho, la oposición tiene la esperanza de que en los próximos días aparezca una nueva revelación que convenza después de más de año de una crisis sanitaria sin precedentes a la Cámara de Diputados, reacia a abrir un juicio político contra Bolsonaro.

Liderados por el senador Renan Calheiros, sus interrogatorios están siendo lo más comentado de la comisión, no sólo ya por la dureza de los mismos, sino también por la crudeza con la que se dirige a los entrevistados, llamando a algunos “mentirosos” y en el caso del exsecretario de Comunicación del Gobierno, Fabio Wajngarten, advertirle con su detención si seguía dando falso testimonio.

Calheiros, senador del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), fue finalmente elegido relator de la CIP pese a los intentos de Bolsonaro y sus aliados para que así no fuera, alegando que podría haber un conflicto de intereses en el hecho de ser padre del gobernador de Alagoas y la comisión tendrá que investigar el posible desvío de fondos enviados a los estados para combatir la pandemia.

Entre la cuestiones más comentadas durante estas tres semanas de interrogatorios están el uso de fármacos sin validez médica para tratar la enfermedad, el retraso de la llegada de las vacunas, las escasas campañas del Gobierno, o la crisis del estado de Amazonas, en la que decenas de personas murieron ante la incapacidad de las autoridades de reponer el oxígeno agotado.

Entre los principales señalados por este último episodio está el exministro de Salud Eduardo Pazuello, el tercero que ha tenido Bolsonaro, y a quien se le vio este fin de semana en un multitudinario acto junto al presidente brasileño en Río de Janeiro sin usar mascarilla y sin respetar las distancias de seguridad, tal y como ordena a la actual legislación del estado carioca.

Durante su comparecencia hace unos días defendió su gestión y no haber sido presionado en ningún momento cuando estuvo al frente de un ministerio, cuyos antecesores abandonaron precisamente por las directrices que les llegaban desde el Palacio de Planalto para imponer una serie de directrices que los dos anteriores ministros, ambos médicos de profesión, consideraban fuera los parámetros médicos.

La sombra de Lula

La figura de Bolsonaro, debilitada a ojos de la opinión pública y los medios de comunicación brasileños por sus encontronazos con las autoridades locales y médicas durante la crisis del coronavirus, ha recibido un nuevo envite en las últimas semanas también con la decisión del Tribunal Supremo de Brasil de anular las condenas que pesaban sobre el expresidente Lula da Silva.

Así, el Alto Tribunal decidió dejar sin validez las condenas de más de diez años de prisión de Lula por corrupción al fallar que no sólo fue juzgado por una instancia judicial sin competencia en ese sentido, sino que además el principal juez de la causa, Sergio Moro, a la postre ministro de Justicia de Bolsonaro, vició el proceso al orientar a la Fiscalía hacia dónde debían ir las investigaciones.

Liberado de los cargos, Lula volvió a contar con sus derechos políticos intactos y aunque hasta hace unos días no adelantó por primera vez la posibilidad de presentar una candidatura para las elecciones de 2022, Bolsonaro ha estado haciendo campaña en su contra desde que las primeras encuestas ponían muy por delante al líder del Partido de los Trabajadores (PT) en intención de voto.

“Ladrón”, “sinvergüenza”, “hijo del demonio”, “canalla”, o “delincuente”, son algunas de las descalificaciones que el todavía mandatario ha dedicado al que puede ser su rival en las presidenciales, las cuales, atendiendo a los sondeos, le ponen fuera del Palacio de Planalto cuatro años después de asumir el cargo y dejar un Brasil mucho más convulso y fragmentado.

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