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La versatilidad de un escritor

La capacidad de ciertos autores para aproximarse a la exposición de hechos de formas distintas es algo valioso, como una suerte de resistencia frente al dominio de la propia técnica...
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* Por Cristóbal Hasbún

La capacidad de ciertos autores para aproximarse a la exposición de hechos de formas distintas es algo valioso, como una suerte de resistencia frente al dominio de la propia técnica, obligándose constantemente a descubrir(se) y forzar nuevas aproximaciones frente a fenómenos similares. Es significativo porque en algún sentido constituye un riesgo: a pesar de que el escritor puede encontrase cómodo escribiendo bajo una forma, toma la determinación de escribir su próxima obra bajo una estructura o técnica distinta, exponiendo la buena recepción que puedan haber tenido sus trabajos anteriores.

Uno de los escritores emblemáticos del presente siglo respecto a esta versatilidad es el francés Emmanuel Carrère (1957-). Dotado de una inusual capacidad para narrar eventos en forma de ensayo (diríamos, como un ensayo híbrido con la forma de la novela), novelas biográficas, relatos policiales y crónicas periodísticas, es un autor que transmite al lector que su primer y único objetivo es escribir, relatar y comunicar a todo evento, suceda lo que suceda. El receptor de sus letras, por supuesto, agradece eso; porque acompañado del cuidado de la forma se percibe una vitalidad genuina en cada una de sus obras.

Hay ciertas particularidades de su literatura que vale la pena no pasar por alto. Carrère ha aseverado en diversas ocasiones que no escribe sobre lo que no ha ocurrido, sea a él o a otras personas que le narran los hechos. Eso ha llevado a que sea una cuestión debatida si su literatura es propiamente realismo o ficción. Se trata, de todas formas, de un ejercicio que lo acerca a una de las mejores versiones del periodismo: con una minuciosa capacidad para recopilar información y datos sobre determinados hechos, el francés construye crónicas aladas, interesantes y convincentes. La información se divulga de manera entretenida y provocadora pero a la vez rigurosa y seria, los detalles y datos históricos no están ausentes a pesar de encontrarse hilvanados con una trama que muchas veces puede ser a las vez tragicómica y estremecedora.

Uno de sus libros más relevantes, probablemente aquél al que debe su renombre, es Limonov (2011). Ésta es una obra que se trata de la vida de Eduard Limonov, un escritor, publicista y político ruso disidente de las políticas de Putin y partidario de volver a la URSS. Nacido en la época soviet, Limonov se dedicó a la poesía y la política, cobrando especial relevancia como personaje público con la caída del régimen. Los avatares y tribulaciones de su vida, los viajes, presidios, amoríos, historias familiares, rebeliones y luchas políticas, así como su personalidad enigmática y demencial dan materia prima para que el autor pueda formar un llamativo personaje sobre el cual jamás hay una visión unívoca.

Otra de sus novelas fundamentales es El adversario (2000), la cual trata sobre la vida de Jean-Claude Romand, quien en 1993 asesinó a sus padres, hijos y señora para prender fuego a su casa en Francia, ocultándoles que era un impostor y que toda la vida que había proyectado era una mentira. Para ello el escritor siguió los detalles de la investigación policial, sostuvo una correspondencia asidua con el criminal y recapituló todo el contenido en una crónica policial fenomenal.

El hecho de que Limonov esté vivo y de vez en cuando dé entrevistas y de que Romand esté cumpliendo actualmente una pena alternativa bajo la condena de presidio perpetuo dan a su trabajo literario una connotación especial; ambas personas conocen el trabajo de Carrère e incluso se han referido a él, dando sus opiniones. Eso en cierta medida revitaliza la literatura, o la pone un paso más cerca de la realidad; el trabajo del escritor queda en resaltada evidencia como uno dinámico cuando su objeto de estudio (o de narrativa) continúa en el plano físico haciendo su historia, porque es como si continuara de forma autónoma el libro que el escritor ya ha comenzado.

Este escritor ofrece a su vez otra particularidad: la composición de sus obras siempre incluye al autor, es decir, Carrère siempre forma en alguna medida parte de la historia. Usualmente se trata de quien entrevista, incluyendo también el proceso creativo del libro que posteriormente escribe, lo que le permite una cierta cercanía con el lector que a veces arriesga resultar tediosa e invasiva. De todas formas se trata de un planteamiento interesante para la composición literaria: frente a ciertos escritores que han intentado no dejar rastros del autor u observador, como si las cosas hablaran por sí mismas o cualquiera pudiera ser quien las escribe, el francés prefirió disentir y plantear al escritor no sólo como un observador sino como un personaje que puede ser más o menos determinante de la historia. ¿Constituirá esto una directriz del paso de la literatura del s. XX al s. XXI en lo relativo al concepto de autor y su expresión?

Otros de sus trabajos relevantes es la novela La vida de otros (2009) donde relata las vivencias de una familia que ha perdido un integrante en un tsunami en las costas de Asia junto con otra tragedia paralela; el tortuoso cáncer de una familiar del autor. Se trata de una novela llena de melancolía, pesar y esperanza, que retrata las reflexiones sobre la existencia por parte de quien llega cancinamente a su final. Uno de sus últimos trabajos es El reino (2015). Se trata de un trabajo que constituye un híbrido entre novela y ensayo, donde el autor revela su paso del cristianismo al agnosticismo y pretende exponer la forma en que reflexiona acerca de qué era lo que lo hizo ser cristiano y, posteriormente, qué hacía que fuese ateo. Todo esto desde un plano reflexivo de la escatología religiosa y agnóstica, exhibiendo un pormenorizado conocimiento de los evangelios y narrando de forma secular (y a veces cómica) la vida de Jesús y los apóstoles.

La inusual capacidad de Emanuel Carrère para ser un escritor versátil, adaptando su técnica narrativa según la naturaleza de los hechos que quiere comunicar, así como su reivindicación de una literatura no sólo de transcurso de hechos sino de desarrollo de ideas lo vuelven un autor de máximo interés para la literatura contemporánea. Una literatura que, conforme al leit motiv de la vida de hoy, brega cotidianamente por modificarse y adaptarse.

      *Cristóbal Hasbun es abogado, investigador y profesor de derecho penal.
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