En Ámsterdam unos 15 smartphones son robados cada día. Y eso para la policía es una ola criminal preocupante, respecto a los 500 teléfonos que son reportados como robo en nuestro país. Sin embargo, se cree que son más los casos que no son reportados y que permanecen en el limbo de esas estadísticas.
El estudiante y realizador audiovisual Anthony van der Meer tomó un camino propio luego de sufrir el robo de su smartphone mientras almorzaba y decidió crear una oportunidad con un equipo intervenido para registrar el destino y uso de un teléfono robado. Con un poco de suerte, podría no sólo verle la cara al ladrón, sino conocer más sobre un mercado global. De paso, crear una pieza documental original y a tono con los tiempos.
Publicado en Youtube, el documental “Find my phone” funciona a través de varias narrativas. La del kit de armar el propio señuelo, el género negro del policía adolescente, la sorprendente capacidad de sabernos observados en todo momento con un par de líneas de código y también una buena cuota de suspenso durante el desarrollo de la investigación de Van der Meer. Desde que pone a disposición de los amigos de lo ajeno su equipo, hasta el rastreo de las coordenadas exactas del móvil, las fotos del ladrón, sus mensajes de texto, su ruta diaria y un encuentro cara a cara con el delincuente.
“Creo que las mejores historias y la mejor inspiración provienen de situaciones que ocurren en la vida real. Cuando vas por algo negativo o positivo, ese hecho si es real, te da mucha energía y convertirla en algo positivo es una gran herramienta para potenciar un proceso artístico. Sinceramente es algo que espero que las personas que vean mi documental reconozcan y valoren en esta y otras obras”, dice el director.
“Creo que los datos que se van revelando en la investigación no tienen sentido por si solos. Pero si los interpretas en un contexto adquieren gran importancia e interés. A medida que avanzaba el registro y el rastreo comencé incluso a sentir algo de pena por el ladrón a un nivel humano. ¿Pero qué hubiese pasado si lo hubiese interpretado desde un principio como un criminal o un terrorista?”, se pregunta el autor trazando el paralelo con otras políticas de seguridad nacional.
Los datos sin ningún tipo de sesgo, le permitieron a Van der Meer indagar si un comportamiento podía indicar algún grado de suspicacia o simplemente el día a día de un ladrón de raíces egipcias. “Al final me sentí algo shockeado al conocerlo en persona. No se veía solitario, ni triste como yo creía o como podría inferirse de ver sus fotografías, sus datos, mensajes o escuchar sus conversaciones. Al contrario, me pareció bastante en forma, con un aspecto como el de los narcotraficantes y bastante agresivo, incluso. Me dio susto, pero más me atemorizó darme cuenta de que hasta donde sabemos, varios gobiernos recolectan también gigantescas cantidades de información digital de sus ciudadanos que podrían ser interpretados erróneamente”, recuerda.
Una vez que rastreas el teléfono entras en el dilema de quienes rastrean sus equipos y deciden ir a encarar a los ladrones. ¿Cuál crees que es el siguiente paso en esos casos?
-Aunque entiendo por qué la gente siente la necesidad de ir dónde las aplicaciones de rastreo le indican, ese nunca fue el objetivo de mi película. De hacerlo, la tesis habría sido solamente “quienes roban teléfonos son personas”. La pregunta que yo me hice fue: ¿qué pasa con los teléfonos robados?, ¿Dónde terminan?. Esta es también la razón por la cual no enfrenté al ladrón. Creo que esta estrategia de esperar a lo largo de 7 meses dónde iba a poner en línea el teléfono otra vez, nos podía indicar algo interesante sobre un tercer usuario, completamente diferente y ubicado en un tercer país europeo. Así que, si bien la historia personal del ladrón que se llevó mi teléfono acabó ahí, la historia de mi teléfono continúa. Estoy planeando hacer una secuela sobre dónde seguirá el ciclo de vida completo de un teléfono robado. Creo que algo así va a sorprender mucha gente.
Respecto a lo que se debe hacer cuando se logra el rastreo de un equipo robado, mi recomendación es documentar toda la información posible, obtener imágenes de los ladrones, si se tiene esa opción a través del mismo aparato y recién ahí recurrir a la policía con ellas. La mayoría de los policías desean dar con estas bandas de la manera más sencilla y práctica posible y este tipo de recursos, probablemente, les entregará la motivación suficiente para lograr esa meta. Lo más importante es no ir al lugar donde el teléfono indica por iniciativa propia. Es peligroso acercarse a un criminal del que no se puede predecir su comportamiento, especialmente si se sienten amenazados.
Pero la gente está muy apegada a sus teléfonos. Lo suficiente como para ir a casa de ladrón a exigirlo de vuelta.
-Es comprensible que las personas tengan ese apego con un teléfono celular. Vivimos en un momento en que la tecnología se ha convertido casi en un requisito para tener vida social para muchos, pero me preocupa que al mismo tiempo casi ninguna persona promedio piensa en los riesgos y las consecuencias que vienen con esta dependencia. Cuando estamos tan dependientes de los teléfonos inteligentes, las consecuencias de que alguien intercepte o manipule la comunicación a través del teléfono inteligente son enormes. La realidad de esto ya puede apreciarse. Es algo que está ocurriendo y los problemas seguirán creciendo con el tiempo. Por lo tanto, es importante sensibilizar a la gente sobre ese riesgo invisibilizado.
Anthony cuenta que lograr el programa que le permitió seguir al ladrón de su teléfono sin que se eliminara en el formateo le tomó cerca de un año. “Una aplicación imposible de detectar y de borrar, que no se pierda en las actualizaciones de software es algo complicado de lograr”, dice. A los interesados en dotar de mayor seguridad a sus equipos, Van der Meer recomienda identificar como primera línea de defensa una aplicación estándar para el equipo según sea Android o iOS. “Si se es lo suficientemente rápido para reaccionar tras el robo o hurto de un teléfono, estas aplicaciones pueden ser muy útiles. Pero hacer lo que hicimos en la película, es complejo. En ese sentido, lo mejor es prevenir el robo, simplemente”, sugiere.
“Yo uso mucho mi teléfono y valoro su uso, pero ahora soy más consciente de los riesgos. Esto significa que sólo descargo aplicaciones desde los sitios oficiales como la Appstore. También pongo mucha atención a los permisos que solicitan las aplicaciones y si noto algo extraño , simplemente no la descargo. Por ejemplo, piensa en una aplicación de linterna para tu teléfono que te pide acceso a tus contactos y cámara. Yo le pondría bandera roja a esas”, dice el documentalista.
Finalmente, agrega que después de ver las posibilidades de control y rastreo que pesan sobre un teléfono común es mucho más consciente de su uso. “Tengo la certeza de lo simple que es hackear un teléfono, por eso jamás llevo mi teléfono al baño, tampoco a las reuniones donde se discute información sensible y en general trato de no mantener datos confidenciales en mi smartphone“, explica.
►Revisa el documental “Find my phone”
AUTOR: La Nación
FUENTE: Carlos Salazar