El promotor de Justicia del Vaticano, Alessandro Diddi, reabrió la investigación sobre la desaparición de la joven Emanuela Orlandi en 1983, hija de 15 años de un empleado del Vaticano. La decisión de la Fiscalía de la Ciudad del Vaticano sigue “las peticiones realizadas por la familia en diferentes sedes judiciales”.

La abogada de la familia Orlandi, Laura Sgrò, presentó las denuncias en 2018, 2019 y diversas instancias hasta el año pasado, pero desconoce las razones que motivaron la apertura de las pesquisas y espera reunirse pronto don Diddi.

La defensora, en conversación con la agencia EFE, aseguró que “nadie” les ha avisado y que se enteró por la prensa. Además, no excluye que la nueva investigación se produzca luego de recabar nuevas pruebas sobre el caso, el cual fue recogido recientemente por la serie “Vatican Girl”, de Netflix. La producción audiovisual, que cuenta con cuatro episodios, entrega un nuevo testimonio de una amiga de la joven desaparecida, a quien le aseguró que fue víctima de acoso sexual por parte de un clérigo de alto rango del Vaticano, una semana antes de desaparecer.

Su desaparición ha estado rodeada de diversas teorías, desde la implicación de hombres de la Curia, la “Banda de la Magliana”, la mafia de Roma, y hasta el terrorista turco que atento contra Juan Pablo II en 1981. Pietro Orlandi, hermano de la joven desaparecida, comentó en la televisión pública RAI su deseo de que “se pueda comenzar desde el principio” con las indagaciones que tengan en cuenta las últimas pruebas e indicios salidos a la luz.

La familia Orlandi lleva más de 40 cuarenta años buscando de forma incansable a la joven y las autoridades vaticanas han accedido en el último tiempo a abrir ciertos espacios en busca de eventuales restos, aunque sin éxito. En 2012 la familia pidió una investigación cuando se encontraron restos óseos sin identificar al lado de la tumba de Enrico De Pedis, jefe de la “Banda de la Magliana” -mafia romana durante las décadas de 1970 y 1980– en la basílica de San Apolinar.

Asimismo, en 2019, el Vaticano abrió las tumbas de dos princesas alemanas en el cementerio teutónico de la Santa Sede, luego de que la familia recibiera una carta anónima con una foto del panteón y el mensaje “busquen donde apunta el ángel”. Las tumbas se encontraban vacías.

Unos meses antes se analizaron algunos huesos hallados en el sótano de la nunciatura (embajada) de la Santa Sede en Roma, pero se determinó que eran más antiguos.