La encuesta CEP arrojó resultados preocupantes respecto de la percepción sobre las mujeres y su relación con el trabajo. Frente a la afirmación “tener un trabajo está bien, pero lo que la mayoría de las mujeres en realidad desea es un hogar e hijos”, un 45% de los encuestados dijo estar de acuerdo o muy de acuerdo.
Por otro lado, un 61% estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “considerando todo lo bueno y todo lo malo, la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo”.
Esta percepción se suma al hecho de que la participación laboral por género, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, es de un 71,9% en el caso de los hombres y de un 48,4% en el de las mujeres.
“Estas cifras son la expresión de una concepción tradicional de la división sexual del trabajo en que a las mujeres se las relega a las tareas domésticas, reproductivas y de cuidado, y a los hombres a lo público y a lo privado”, explica a La Nación Fabiola Cortez-Monroy, académica de la facultad de Trabajo Social de la Universidad Católica.
La académica cree que esto pasa porque “el rol de la mujer en nuestra sociedad ha cambiado, pero dicha transformación no ha venido acompañada de un cambio igual o de mayor envergadura en el rol masculino, lo cual obviamente genera dificultades para conciliar la vida laboral, familiar y personal”.
Esto se puede ver reflejado en cifras de la investigación de Sernam y Opina de 2012, “Estudio de los padres, participación en la crianza de los hijos”, en que un 77% de los padres considera que la madre es la principal responsable de los hijos, en segundo lugar ubican a los abuelos y a ellos mismos se posicionan en tercer lugar.
Al respecto, Cortez-Monroy señala que “los roles en la sociedad contemporánea debieran tender a ser indiferenciados más que complementarios. Eso quiere decir que hombres y mujeres seamos capaces de cumplir los mismos roles”.
En ese sentido, la experta cree que el principal desafío es “feminizar el mundo del trabajo”, ya que las mujeres “no cuentan con las condiciones para insertarse al trabajo remunerado”.
Por otro lado, un 61% estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “considerando todo lo bueno y todo lo malo, la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo”.
Esta percepción se suma al hecho de que la participación laboral por género, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, es de un 71,9% en el caso de los hombres y de un 48,4% en el de las mujeres.
“Estas cifras son la expresión de una concepción tradicional de la división sexual del trabajo en que a las mujeres se las relega a las tareas domésticas, reproductivas y de cuidado, y a los hombres a lo público y a lo privado”, explica a La Nación Fabiola Cortez-Monroy, académica de la facultad de Trabajo Social de la Universidad Católica.
La académica cree que esto pasa porque “el rol de la mujer en nuestra sociedad ha cambiado, pero dicha transformación no ha venido acompañada de un cambio igual o de mayor envergadura en el rol masculino, lo cual obviamente genera dificultades para conciliar la vida laboral, familiar y personal”.
Esto se puede ver reflejado en cifras de la investigación de Sernam y Opina de 2012, “Estudio de los padres, participación en la crianza de los hijos”, en que un 77% de los padres considera que la madre es la principal responsable de los hijos, en segundo lugar ubican a los abuelos y a ellos mismos se posicionan en tercer lugar.
Al respecto, Cortez-Monroy señala que “los roles en la sociedad contemporánea debieran tender a ser indiferenciados más que complementarios. Eso quiere decir que hombres y mujeres seamos capaces de cumplir los mismos roles”.
En ese sentido, la experta cree que el principal desafío es “feminizar el mundo del trabajo”, ya que las mujeres “no cuentan con las condiciones para insertarse al trabajo remunerado”.
