Durante la homilía de Jueves Santo que marca el inicio del calvario de Jesucristo hacia la crucifixión e instaura el sacerdocio en la Iglesia Católica, la que ofició sin público y con un reducido número de asistentes en la Basílica de San Pedro, el Pontífice expresó que “no puedo dejar pasar esta misa sin recordar a los sacerdotes”.
“En estos días más de sesenta curas han muerto en Italia mientras se ocupaban de enfermos en los hospitales, junto a los médicos, los enfermeros, las enfermeras”, declaró Jorge Bergoglio, añadiendo que son personas “que ofrecen sus vidas por el Señor, sacerdotes que son servidores”.
Un total de 96 religiosos italianos han muerto a causa del Covid-19, uno de los cuales en Nueva York, a los que también se suman religiosas, según un conteo realizado por el diario del episcopado italiano Avvenire, actualizado regularmente.
La máxima autoridad de la Iglesia Católica mundial también deploró los insultos que muchos de ellos han recibido a raíz de los recientes escándalos de abusos sexuales que involucran a la a sus miembros.
“Algunos me dijeron que no pueden salir con el collar clerical porque los insultan”, aseguró. Hay que “pedir perdón” y “saber perdonar”, explicó.
La misa del Jueves Santo recuerda la última cena de Jesucristo en la víspera de su muerte, en la que lavó los pies de los apóstoles e instituyó la eucaristía, dos rituales que no pudieron ser celebrados este año.
“SOLDADOS QUE DIERON SU VIDA”
El Sumo Pontífice también tuvo palabras y un sentido reconocimiento para los médicos, enfermeros, y todo el personal de salud que ha hecho frente a esta agresiva pandemia y que en ese fragor fallecido.“Son muertos en el frente como soldados que dieron su vida por amor”, declaró este viernes el a la cadena italiana Rai1, en la víspera de los oficios de Viernes Santo.
Manifestó que estas personas pasan a formar parte de los “crucificados de la Historia”, recordando crucifixión y muerte de Jesús.
“Me siento cerca del pueblo de Dios, sobre todo de los que más sufren, de las víctimas de la pandemia, del dolor del mundo”, declaró el Papa argentino. Asimismo, llamó a tener en cuenta “la esperanza, que no quita el dolor, pero tampoco decepciona”.
Como es tradición, pero sin fieles como testigos presenciales del rito, a la luz de las antorchas, el jefe espiritual de 1.300 millones de católicos celebrará un Vía Crucis en formato reducido por la plaza de San Pedro del Vaticano, acordonada por la policía.
Estará acompañado por un grupo de cinco detenidos de una prisión de Padua (norte) y por un grupo de cinco médicos y enfermeros del Vaticano.
Desde 1964, el Vía Crucis en presencia del Papa tenía lugar con miles de fieles en torno al anfiteatro romano del Coliseo, espléndidamente iluminado.