La semana pasada el caso de Pablo Oporto, quién apareció en medios de comunicación diciendo que había matado a 12 delincuentes por defensa propia, sorprendió a la opinión pública luego de que la revista Sábado revelara que todo era mentira.
A ese caso se sumó este miércoles el de La Tercera, medio que reconoció que una de sus periodistas había inventado una entrevista al ex Presidente español Jose Luis Rodríguez Zapatero y otra serie de publicaciones.
El medio reconoció el error a través de un artículo titulado “Las entrevistas que no debimos publicar”, pero eso no evitó las críticas de lectores en contra del diario de Copesa.
En conversación con La Nación, el Premio Nacional de Periodismo y ex presidente del Consejo de Ética de los Medios de Comunicación, Abraham Santibáñez, señaló sobre ambos casos que “uno no puede garantizar la verosimilitud de lo que está dando a conocer, pero tiene la obligación de verificar todo lo que pueda, es decir, avanzar lo que más se puede hacia la comprobación de la verdad”.
“Uno debe desconfiar y dudar de todo. Pero no es fácil hacerlo, porque se requiere tiempo y a veces parece tan seguro el caso que no se le ocurre a uno preguntar. Así que es comprensible, pero no debería ocurrir”, agregó.
Respecto de si hay una falta de rigurosidad en los medios de comunicación chilenos, la académica de la Pontificia Universidad Católica, Eliana Rozas, descartó de plano esa afirmación y señaló que “la primera falta de rigor sería hacer una afirmación tan general como esa, creo“.
“El rigor en la información que se entrega es un objetivo que debe buscarse a diario, respecto de cada nota, de cada edición, de cada programa. A eso ayuda mucho cultivar diversidad de fuentes; salir de la endogamia periodística como método de verificación; no actuar presionado por el miedo “al golpe”; recordar que habrá personas que sólo verán, leerán u oirán esa información sobre un tema determinado y que, por lo tanto ella debe ser certera y lo más completa posible”, agregó para La Nación.
Pero a pesar del error, ambos académicos valoraron el hecho de que Chilevisión y La Tercera hayan reconocido sus errores: “Un medio que reconoce un error es siempre mejor y merece más confianza que uno que no lo hace, porque demuestra que tiene presente que todo su trabajo debe ser hecho con miras a servir primeramente a la audiencia. Y cuando se comete un error, es frente a ella que eso debe ser reconocido, no sólo por un deber de transparencia, sino para advertirle que aquello que se presentó como información en realidad no lo era y, por lo tanto, debe ser desestimado”, señaló Rozas.
Por su parte, Santibáñez afirmó que “lo que hay que hacer cuando hay un error, como el que acaba de ocurrir con La Tercera, es dar las explicaciones del caso. Eso último me alegra mucho no porque haya habido un error, sino porque se asume ese error y se reconoce abiertamente, que es lo que corresponde“.
A ese caso se sumó este miércoles el de La Tercera, medio que reconoció que una de sus periodistas había inventado una entrevista al ex Presidente español Jose Luis Rodríguez Zapatero y otra serie de publicaciones.
El medio reconoció el error a través de un artículo titulado “Las entrevistas que no debimos publicar”, pero eso no evitó las críticas de lectores en contra del diario de Copesa.
En conversación con La Nación, el Premio Nacional de Periodismo y ex presidente del Consejo de Ética de los Medios de Comunicación, Abraham Santibáñez, señaló sobre ambos casos que “uno no puede garantizar la verosimilitud de lo que está dando a conocer, pero tiene la obligación de verificar todo lo que pueda, es decir, avanzar lo que más se puede hacia la comprobación de la verdad”.
“Uno debe desconfiar y dudar de todo. Pero no es fácil hacerlo, porque se requiere tiempo y a veces parece tan seguro el caso que no se le ocurre a uno preguntar. Así que es comprensible, pero no debería ocurrir”, agregó.
Respecto de si hay una falta de rigurosidad en los medios de comunicación chilenos, la académica de la Pontificia Universidad Católica, Eliana Rozas, descartó de plano esa afirmación y señaló que “la primera falta de rigor sería hacer una afirmación tan general como esa, creo“.
“El rigor en la información que se entrega es un objetivo que debe buscarse a diario, respecto de cada nota, de cada edición, de cada programa. A eso ayuda mucho cultivar diversidad de fuentes; salir de la endogamia periodística como método de verificación; no actuar presionado por el miedo “al golpe”; recordar que habrá personas que sólo verán, leerán u oirán esa información sobre un tema determinado y que, por lo tanto ella debe ser certera y lo más completa posible”, agregó para La Nación.
Pero a pesar del error, ambos académicos valoraron el hecho de que Chilevisión y La Tercera hayan reconocido sus errores: “Un medio que reconoce un error es siempre mejor y merece más confianza que uno que no lo hace, porque demuestra que tiene presente que todo su trabajo debe ser hecho con miras a servir primeramente a la audiencia. Y cuando se comete un error, es frente a ella que eso debe ser reconocido, no sólo por un deber de transparencia, sino para advertirle que aquello que se presentó como información en realidad no lo era y, por lo tanto, debe ser desestimado”, señaló Rozas.
Por su parte, Santibáñez afirmó que “lo que hay que hacer cuando hay un error, como el que acaba de ocurrir con La Tercera, es dar las explicaciones del caso. Eso último me alegra mucho no porque haya habido un error, sino porque se asume ese error y se reconoce abiertamente, que es lo que corresponde“.