Con un filme experimental, rodado en buena parte en Patagonia en condiciones muy difíciles, el hispano-chileno Théo Court, cuenta la colonización de esa región y el genocidio de los nativos selknam a finales del siglo XIX.
“Me refiero a una historia reciente, que ocurrió hace solo 120 años”, reconoció Court en una charla con la AFP tras la proyección de su película “Blanco en blanco” en la sección “Horizontes”, la más innovadora del festival.
Formado en la escuela cubana de cine de San Antonio de los Baños, Court, se demoró 7 años para realizar la película, que cuenta con el premiado actor Alfredo Castro, en el papel de un fotógrafo que viaja a finales del siglo XIX a esa tierra hostil y violenta para retratar el matrimonio de un poderoso latifundista.
“Todo empezó cuando descubrí unas imágenes, una fotografías de los primeros colonizadores de la Tierra de Fuego y los grupos con los que perpetraban las matanzas. Eran representaciones, con los cuerpos de los muertos y los tipos disparando”, explicó el realizador al referirse a las fotos del rumano Julio Popper.
“¡Posaban para representar el acontecimiento que ya había ocurrido!”, dijo, al referirse en efecto al genocidio de indígenas en el sur de Chile y que la historia oficial ha intentado de ocultar.
DESDE EL FIN DEL MUNDO
“Esas fotos hablaban de cómo representamos y tergiversamos la realidad. De violencia”, aseguró el director, que rodó las historias detrás de esas fotos a menos 15 grados centígrados, en el extremo sur del continente americano, a más de cinco horas en automóvil de la ciudad más sureña, Punta Arenas, donde no había ni hoteles ni hospedajes.
“Fuimos al fin del mundo. Donde el horizonte es curvo y el cielo también es curvo”, rememoró Castro.
Las inmensas extensiones, la nieve, el viento, los bosques de arrayanes, los arbustos y nubes además de la desolación son también personajes claves del filme.
“El paisaje jugó un rol importante en nuestras emociones”, confesó Castro.
“También me pregunto sobre cómo se llegó a cometer ese horror por parte de familias de colonizadores que hicieron desaparecer toda una etnia”, dijo el actor que recuerda que a los colonos “les pagaban por cada oreja de indio masacrado”.
La caza de indígenas ordenada por uno de los más grandes latifundistas del sur de Chile, quien nunca aparece en el filme, pero que se sabe acumuló una de las más grandes fortunas de América Latina con el comercio de lana, es narrada con ritmo y estilo lento.
“Son los tiempos del fin del mundo”, repitió Castro, cuyo personaje es de alguna manera otra víctima que llega inclusive a “estetizar el horror”, explicó Court.
Además de un viaje físico e interior, de denunciar el exterminio de una población, la película cuestiona los tiempos modernos, el afán de desarrollo a todo precio y convierte su lentitud en otro personaje.
“Me gusta colocarme en lugares extremos para dar algo que también se siente”, afirmó el cineasta cuya película costó 800.000 euros y en parte fue filmada en Canarias, España.
“Blanco en blanco” figura junto con “El príncipe”, de Sebastián Muñoz, en la Semana de la Crítica, y “Ema” de Pablo Larraín, en competición oficial, entre los filmes chilenos presentes en la Mostra de Venecia, que se clausurará el 7 de septiembre.