La UNESCO reveló datos estremecedores respecto a la educación a nivel mundial, remarcando que estas cifras se mantienen pese a que dos tercios corresponden a jóvenes escolarizados.
Un total de 617 millones de niños y adolescentes en todo el mundo carecen de un nivel mínimo en lectura y matemáticas, y eso aunque dos tercios del total están escolarizados, indicó en un comunicado la Unesco, que consideró “alarmantes” esas cifras. De acuerdo con los datos actualizados del Instituto de Estadística de la Unesco, más de 387 millones de niños con edad para estar en primaria (un 56 %) y 230 millones de adolescentes con edad para cursar el primer ciclo de secundaria (un 61 %) no alcanzan ese nivel mínimo. A su parecer, es el signo de “una crisis de aprendizaje” que podría amenazar el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenido que se ha marcado Naciones Unidas, y en particular el referido a que los escolares completen una enseñanza primaria y secundaria que les dote de conocimientos “verdaderamente útiles”. En términos relativos, África es la región con el problema de mayor magnitud, ya que allí hay 202 millones que no llegan al umbral considerado mínimo y, sobre todo, en ese grupo están nueve de cada diez niños de entre 6 y 14 años. En Asia central y del sur son 241 millones y un 81 % del total, lo que pone a esas zonas en segunda posición por la cola. Uno de los elementos “sorprendentes”, para la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) es que de los 387 millones de los niños con edad de cursar primaria en el mundo y que no saben leer, 262 millones van a la escuela. En la misma línea, hay unos 137 millones de adolescentes escolarizados en el primer ciclo de secundaria que tampoco tienen las competencias mínimas en lectura. Según el diagnóstico de la organización, estas estadísticas ponen en evidencia tres tipos de carencias, la primera la de los que no están escolarizados, con pocas posibilidades de conseguir los conocimientos útiles en lectura y matemáticas. Las otras tienen que ver con la incapacidad para mantener escolarizados a los niños y “por el buen camino”, así como con “la calidad de la enseñanza”. La Unesco hizo hincapié en que todo esto constituye “una señal de alarma” que debe conducir a invertir más en educación.