“Es una noche mágica, por este escenario han pasado todos mis maestros y héroes”, afirmó el cantante antes evocar sus tiempos de juventud como okupa en la capital británica y como músico callejero. “Estuve siete años cantando en el metro y en restaurantes inmundos”, relató ante los vítores de un público, en su mayoría español, que esperaban impacientes que la música de su ídolo se apoderara del teatro. Así, el artista abrió su actuación con la canción que da título a su nuevo trabajo, el primero en ocho años tras “Vinagre y rosas”(2009) y “La orquesta del Titanic” (2002), este junto a Joan Manuel Serrat.
Después de “negarlo todo”, continúo entonando varios de los doce temas de los que se compone el disco, en los que no teme cantarle a la vejez -“El tren de ayer se aleja, el tiempo pasa”- en canciones como “Lágrimas de mármol”. Entre nota y nota Sabina tuvo muy presente a los siete músicos que le acompañaban sobre el escenario, a los que se refirió como su “familia” y cedió protagonismo en varios momentos de la velada.
Pero para el que tuvo unas palabras más especiales fue para José Miguel Conejo, más conocido como Leiva, sin el cual “no habría podido escribir este disco” y que fue el encargado de abrir el telón de la noche con algunas de sus canciones más aclamadas, como “Lady Madrid” o “Terriblemente cruel”
El ex de “Pereza” ha producido y ha colaborado como compositor en “Lo niego todo”, pero además en esta ocasión cantó a dos voces con Sabina la famosa “Princesas”.
El jienense, de 68 años, no quiso dejar pasar la oportunidad de recordar a Ignacio Echeverría en la ciudad donde fue asesinado el pasado 3 de junio, además de a las víctimas del incendio registrado ayer en un edificio residencial de la capital británica.
Como era de esperar los momentos más emocionantes registrados en las más de dos horas de concierto y que hicieron las delicias de los fans ocurrieron cuando el artista entonó algunos de los temas más representativos de su carrera como “19 Dias Y 500 Noches”, “Noches de boda” o “Y sin embargo”.
“Pastillas para no soñar” y los aplausos y ovaciones que la precedieron pusieron el broche de oro a una de las noches de sus casi 40 años de trayectoria que más le va a costar olvidar a Joaquín Sabina. Y eso no podrá negarlo.