Luis Jiménez, académico Administración Pública de la Universidad Central.
Cuando finalizó la primera vuelta presidencial de la elección de 2017, una simple operación matemática era sumar los votos de los posibles aliados de Alejandro Guillier, es decir, ME-O, Artés, Goic Sánchez y Navarro, e, incluso, rebajarlos por posibles pérdidas e inasistencias y, aun así, ganaba Guillier que había obtenido un 22,7% y sus potenciales aliados, un 37,72% en conjunto.
En esa ocasión, Piñera obtuvo un 36,64% y no tenía de donde sacar más votos, solo podía sumar los del debutante Kast (7,9%), quien se había alejado de la derecha con sendas críticas. A pesar de todo aquello, Piñera obtuvo un 54,58%, excelente resultado en segunda vuelta.
Esto refleja que las votaciones electorales, primero, no se traspasan libremente, lo que podría aplicar hoy a los votantes de Parisi, e, incluso, Sichel; y que la segunda vuelta es otra elección, ya que muchos electores de Artés, ME-O y hasta de Provoste, no votarán por Boric. Es más, hasta podrían hacerlo por Kast.
La segunda vuelta electoral del 19 de diciembre arrojará un Presidente que convoque, aúne y convenza a un electorado siempre voluble a los mensajes que están en las competencias básicas de la comunicación: la empatía y asertividad.
Ambos tienen mucho que trabajar, aun cuando Kast corra con una leve ventaja numérica que, como ya vimos en 2017, no es suficiente.
Luis Jiménez, académico Administración Pública de la Universidad Central.