Dijo que en junio comenzó a visitar a un terapeuta, lo que la llevó a la desesperación: “Fue una tarde de estar enrollada en posición fetal en el baño, y grité y lloré, y realmente creo que toqué fondo en lo que sentía respecto a la oscuridad (…) En ese momento de oscuridad escuché la vocecita de mi hijo, que me dijo mamá, te toca amarte como me amas a mí . Quizás son cosas que suenan banales, pero son perlas preciosas que uno tiene. Y mágicamente como una brisa primaveral, esa depresión se disipó”. De igual modo, remarcó que “he aprendido a convivir con estas emociones. Ya no soy la misma de antes, no lo voy a ser nunca. Estoy bien con eso, mi hijo ya no está para acompañar mis días… Mis páginas son ahora páginas blancas y siento que he vuelto a renacer”. “Cuando pienso en mi hijo todas las mañanas, me pongo como objetivo honrar su vida, honrar lo que aprendí con él. Hay días que lo logro y otros días, no. Pero eso no me impide empezar una vez más, día tras día”, agregó.
Por último, dijo que se ha dedicado a escribir un libro con todo lo que le ha ocurrido durante el último tiempo.