Nabila Rifo, la mujer de 31 años que perdió sus dos ojos por el brutal ataque de su ex pareja en 2016, sufrió una grave fractura en su pierna derecha luego de caer por la escalera desde el segundo piso de su vivienda en Coyhaique. Se encuentra internada en el Instituto Traumatológico de la capital.
Según informó este jueves El Mercurio, el accidente ocurrió el domingo 16 pasado, cuando se encontraba sola en el hogar que habita con sus cuatro hijos (entre 6 y 14 años). Luego de pedir auxilio por teléfono a su actual pareja, este la trasladó al Hospital de Coyhaique.
En el recinto informaron que fue sometida a una cirugía en la que se le instaló un fijador externo por una fractura de tibia. Pero la complejidad de las lesiones llevó a que el lunes pasado fuera trasladada en avión-ambulancia a Santiago para continuar su tratamiento en el Instituto Traumatológico.
En el recinto, Nabila permanece en compañía solo de su hermana (20), lejos de la atracción mediática que despertó su caso y que llevó a decenas de periodistas de Santiago a trasladarse hasta Coyhaique durante el juicio. “Me caí desde la escalera de mi casa. Me resbalé, porque tengo piso flotante. Ni siquiera pisé un peldaño”, declaró a El Mercurio.
Explicó que “tengo una fractura muy complicada. Me han dicho acá que se me rompió la tibia y el peroné, además de los huesos del tobillo. El doctor está viendo cómo me pueden operar para no quedar con secuelas. El riesgo es que a lo mejor no pueda volver a caminar bien”.
Nabila -quien se ha convertido en un emblema de la lucha contra los femicidios en el país- había vuelto a aparecer en los medios a inicios de agosto, cuando una ex pareja entró a su hogar, supuestamente para amenazarla de muerte con un arma blanca. El caso se encuentra hoy en investigación por parte de la fiscalía, que dictó 90 días de indagatorias por el delito de amenaza y violación de morada.
También dijo que la caída por la escalera se ha convertido en un nuevo golpe a su recuperación. “Ya he asumido mi ceguera. Me costó como un año hacerlo. Hago las cosas en mi casa y ya no me estaban viniendo las crisis de pánico. Y justo me pasa esto. Más encima, he debido dejar a mis hijitos solos allá, a cargo de mi mamá”, afirmó.
Por el ataque que sufrió de parte de Mauricio Ortega hace más de dos años en las cercanías de su hogar, este recibió una condena de 26 años y cinco meses de cárcel.
La mujer reconoce que una mitad de los habitantes de Coyhaique creen en su testimonio y que el culpable del ataque fue Ortega, un ex “chapista” o desabollador de vehículos. Otra mitad -dice- se inclina por la inocencia de este último.
“Le echo la culpa de todo lo que me hizo, porque si no hubiera sido por mi ceguera no tendría los accidentes que tengo de repente. A veces me quemo, me tropiezo o estoy inhabilitada para hacer algunas cosas”, indicó Nabila Rifo.
Previo al nuevo accidente, su rutina en Coyhaique transcurría entre sus visitas al Centro de Salud Mental (Cosam) -al que también asiste uno de sus hijos- para seguir su terapia y la venta ocasional de muebles que le ayuda a complementar los $300 mil mensuales que recibe como pensión de gracia.
“Mauricio me demandó hace un mes, porque quiere que los niños lo visiten en la cárcel. Pero yo me opuse, porque tienen apenas 6 y 7 años. También se opuso a que empezara a pagar una pensión de alimentos de $50 mil, porque sé que vendió su casa”, concluyó.
Según informó este jueves El Mercurio, el accidente ocurrió el domingo 16 pasado, cuando se encontraba sola en el hogar que habita con sus cuatro hijos (entre 6 y 14 años). Luego de pedir auxilio por teléfono a su actual pareja, este la trasladó al Hospital de Coyhaique.
En el recinto informaron que fue sometida a una cirugía en la que se le instaló un fijador externo por una fractura de tibia. Pero la complejidad de las lesiones llevó a que el lunes pasado fuera trasladada en avión-ambulancia a Santiago para continuar su tratamiento en el Instituto Traumatológico.
En el recinto, Nabila permanece en compañía solo de su hermana (20), lejos de la atracción mediática que despertó su caso y que llevó a decenas de periodistas de Santiago a trasladarse hasta Coyhaique durante el juicio. “Me caí desde la escalera de mi casa. Me resbalé, porque tengo piso flotante. Ni siquiera pisé un peldaño”, declaró a El Mercurio.
Explicó que “tengo una fractura muy complicada. Me han dicho acá que se me rompió la tibia y el peroné, además de los huesos del tobillo. El doctor está viendo cómo me pueden operar para no quedar con secuelas. El riesgo es que a lo mejor no pueda volver a caminar bien”.
Nabila -quien se ha convertido en un emblema de la lucha contra los femicidios en el país- había vuelto a aparecer en los medios a inicios de agosto, cuando una ex pareja entró a su hogar, supuestamente para amenazarla de muerte con un arma blanca. El caso se encuentra hoy en investigación por parte de la fiscalía, que dictó 90 días de indagatorias por el delito de amenaza y violación de morada.
También dijo que la caída por la escalera se ha convertido en un nuevo golpe a su recuperación. “Ya he asumido mi ceguera. Me costó como un año hacerlo. Hago las cosas en mi casa y ya no me estaban viniendo las crisis de pánico. Y justo me pasa esto. Más encima, he debido dejar a mis hijitos solos allá, a cargo de mi mamá”, afirmó.
Por el ataque que sufrió de parte de Mauricio Ortega hace más de dos años en las cercanías de su hogar, este recibió una condena de 26 años y cinco meses de cárcel.
La mujer reconoce que una mitad de los habitantes de Coyhaique creen en su testimonio y que el culpable del ataque fue Ortega, un ex “chapista” o desabollador de vehículos. Otra mitad -dice- se inclina por la inocencia de este último.
“Le echo la culpa de todo lo que me hizo, porque si no hubiera sido por mi ceguera no tendría los accidentes que tengo de repente. A veces me quemo, me tropiezo o estoy inhabilitada para hacer algunas cosas”, indicó Nabila Rifo.
Previo al nuevo accidente, su rutina en Coyhaique transcurría entre sus visitas al Centro de Salud Mental (Cosam) -al que también asiste uno de sus hijos- para seguir su terapia y la venta ocasional de muebles que le ayuda a complementar los $300 mil mensuales que recibe como pensión de gracia.
“Mauricio me demandó hace un mes, porque quiere que los niños lo visiten en la cárcel. Pero yo me opuse, porque tienen apenas 6 y 7 años. También se opuso a que empezara a pagar una pensión de alimentos de $50 mil, porque sé que vendió su casa”, concluyó.