Pía Sotomayor, la mujer detrás de Otoño Fauna: “El que quiera ser diferente en Chile será mal visto”
Con poco más de cinco años de historia, el Festival Primavera Fauna se ha posicionado como uno de los eventos musicales más potentes realizados en Chile. Pese a que su apuesta se basa en artistas alternativos, que no son atractivos para las grandes marcas y productoras, la ya tradicional instancia cultural se ha transformado en todo un éxito.
Gran parte de este éxito se debe a Pía Sotomayor, quien junto a Roberto Parra fundó Fauna Producciones en 2011, con el objetivo de ofrecer una plataforma a las bandas que ellos mismos disfrutaban. Y en entrevista con La Nación, la historiadora y periodista analiza el crecimiento del festival, que este fin de semana vivirá su versión otoñal; la escena chilena y los prejuicios sociales en torno a la música.
“Nosotros partimos con la idea de traer a las bandas que nos gustaban, pues antes de productores somos gente a la que le gusta muchísimo la música. No vimos nunca esto como un negocio, sino como una manera de vivir y aportar culturalmente a Chile”, comenta.
En este sentido, la productora artística se dio cuenta de que “era posible traer bandas que estaban circulando internacionalmente, que ya no era necesario viajar o conformarte con ver videos en internet”.
Pero Fauna no solo ha aportado en la visita de músicos extranjeros, sino que ha servido como nicho de difusión y desarrollo de artistas nacionales. “Desde los inicios hemos integrado bandas chilenas en nuestros carteles, porque nos interesa que exista una misma plataforma para que otros artistas locales puedan mostrarse. Y es así como, por ejemplo, tuvimos los shows de Gepe y Javiera Mena cuando eran muy jóvenes”.
A la hora de analizar la escena, es inevitable comparar el trabajo de Fauna con otro referente de los eventos musicales masivos: Lollapalooza, que en reiteradas ocasiones ha sido cuestionado porque su propósito musical –muchas veces– pasa a un segundo plano en relación a otros que ofrece “la experiencia”.
“Lollapalooza se ha convertido en una fiesta cultural ciudadana súper importante, y si bien el cartel que desarrollan es fundamental para la convocatoria, creo que gran parte de lo que sucede ahí es por los diversos servicios que poseen. En cambio, nosotros siempre hemos apuntado a traer música para fanáticos de esta. Ahora, también entendemos la música como una instancia social, por lo que siempre hemos sido agradecidos del público que quiere ir, independientemente si su motivación inicial es o no la música”, expone Pía.
Sobre lo mismo, añade que “nunca hemos tenido la expectativa de hacer grandes conciertos (a diferencia de Lollapalooza) y nuestro éxito tampoco está asociado al crecimiento de asistentes a nuestros festivales. Nosotros entendemos que nuestra música no es para grandes masas, por lo que nos contentamos con seguir adelante, ser una productora persistente con una idea curatorial fuerte”.
– ¿Se puede vivir de la música?
– En cuanto a las bandas, creo que hay muy pocos casos de éxito. En el caso de las productoras, nosotros logramos vivir de lo que nos gusta, y en gran parte se debe a la constancia y perseverancia. La música, por lejos, es la industria con menos referentes en cuanto al negocio, por lo que constantemente nos lanzamos piqueros al vacío, porque uno no sabe los resultados de tus espectáculos. Puedes traer a una banda increíble, una sandía calada, pero sí al día siguiente viene otra mejor… es una incertidumbre constante.
A lo anterior se suman las barreras que muchas veces ponen las autoridades, quienes, sesgadas por los prejuicios, dificultan la realización de eventos masivos ligados a la cultura, especialmente de la música que es menos aceptada socialmente.
“Para nosotros no es tan fácil trabajar, pues las autoridades están muy por detrás en el avance cultural que ha tenido Chile y la dirección de patentes hace muy complejo el trabajo de la productora. Primero, porque hay una retrogradación en cuanto a la asociación de alcohol y una juventud desbandada. Además, de los prejuicios existentes”, expresa.
– ¿Prejuicios en torno al público de determinado género musical?
– Por supuesto, nosotros nos hemos visto afectados… La sociedad chilena, en general, es profundamente odiosa, donde lo distinto siempre es mal catalogado. Eso no solo lo vemos en la música, sino con los inmigrantes, los homosexuales, etc. Cualquiera que quiera ser diferente en Chile es mal visto o criticado.
“Hay un desconocimiento y una falta de disposición de las autoridades, que no entienden lo beneficioso que es que Chile se haya transformado en una plaza cultural reconocida por los artistas alrededor del mundo, tal como Buenos Aires o Río de Janeiro. Y eso les sirve a las mismas bandas nacionales, para compartir escenario con otros artistas y que Chile sea constante protagonista en el mapa cultural a nivel mundial”, complementa.