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Toque de queda permanente: la nueva normalidad

No queda clara la relación entre el toque de queda y el propósito del estado de Excepción, al parecer se trata de una medida funcional a la necesidad del Gobierno de aplacar las movilizaciones iniciadas a fines del 2019. Así la pandemia termina siendo la excusa perfecta para desmovilizar a la gente, tal como se hizo (por algunos días) durante el estallido social de octubre.
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.Tomás Hirsch, diputado Acción Humanista Distrito 11.

El 18 de marzo se cumplirá un año desde que Piñera decretó el “estado de Excepción Constitucional de Catástrofe por Calamidad Pública”, una medida que se tomó a dos semanas de detectado el primer caso positivo Covid-19 en el país. Dicho estado de Excepción Constitucional de Catástrofe, amplía las facultades que se confieren al Presidente de la República y le otorga el derecho a delegar total o parcialmente en los Jefes de Defensa Nacional el mando de las FFAA de la zona declarada de catástrofe, para, con fines de orden público y seguridad nacional, controlar la entrada y salida de personas y determinar la distribución de bienes para la población del lugar.

Durante un año hemos visto como esta herramienta constitucional se ha utilizado con el propósito de contener la pandemia. Si bien la implementación del estado de Excepción ha permitido aprobar leyes que van en ayuda de las familias afectadas por el Covid-19, no está exenta de tensiones, ya que permitió al Gobierno decretar toque de queda en todo el territorio nacional, (medida se instala una vez invocado el estado de Excepción y se mantiene hasta hoy), restringiendo fuertemente las libertades individuales.

No queda clara la relación entre el toque de queda y el propósito del estado de Excepción, al parecer se trata de una medida funcional a la necesidad del Gobierno de aplacar las movilizaciones iniciadas a fines del 2019. Así la pandemia termina siendo la excusa perfecta para desmovilizar a la gente, tal como se hizo (por algunos días) durante el estallido social de octubre.

Las dudas aumentan cuando el toque de queda aparece como inalterable frente a las distintas medidas adoptadas con gran flexibilidad y libertad por el Gobierno para responder a las variaciones en el número de contagios o casos activos de Covid-19 por comuna, definiendo parámetros para cada fase que se adecúan al sistema de cuarentenas dinámicas o a las distintas fases del plan Paso a Paso.

Uno puede entender que se decrete toque de queda en una situación de catástrofe como ocurrió durante los días posteriores al terremoto del 27F y por un período de tiempo acotado, pero de ninguna manera lo podemos aceptar como “la nueva normalidad”.

La prolongación del estado de Excepción se puede entender en función de poder entregar ayuda del Estado a quienes más lo necesitan, pero esto tampoco es un argumento contundente porque se podrían conservar estas ayudas con una simple reforma o decreto ley. A estas alturas va quedando claro que las motivaciones de Piñera para mantener el toque de queda nada tienen que ver con la pandemia. Nos parece evidente que la normalización de esta medida es una manera fácil de impedir la movilización y la participación ciudadana de modo que la gente no pueda disponer de sus tiempos y desplazarse con libertad en distintos momentos del día.

Necesitamos medidas que beneficien directamente a la población. Fortalecer las redes de salud primaria, aumentar las vacunas, implementar campañas de autocuidado con información relativa al uso de mascarillas en el espacio público, lavado de manos frecuente, distanciamiento físico, respeto al espacio de los demás. Asimismo, poner fin al toque de queda que atenta contra nuestros derechos y libertades sin aportar ningún beneficio individual ni colectivo.

.Tomás Hirsch, diputado Acción Humanista Distrito 11.

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