La pandemia del coronavirus podría desembocar en una “crisis de balanza de pagos” en América Latina, debido a que la economía mundial “está en coma inducido”, estimó este lunes el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
“La economía mundial está en coma inducido (…) para preservar la salud del paciente, pero esto tiene consecuencias importantes sobre los niveles de actividad y de empleo y de balanza de pagos. Nos preocupa mucho esto”, manifestó el español en una rueda de prensa.
Para Borrell, una de las soluciones podría pasar por una intervención “más intensa” del Fondo Monetario Internacional (FMI) pero, explicó, “para eso necesita poder emitir derechos especiales de giro y desgraciadamente Estados Unidos y algún otro país se han opuesto”, lamenta.
Consultado sobre la posibilidad de estudiar una moratoria del pago de la deuda para los países latinoamericanos, como la planteada para los de África, como piden eurodiputados, dijo que la respuesta corresponde a sus acreedores, sobre todo “organismos financieros internacionales”.
El avance del Covid-19 podría “afectar a los países de desarrollo medio en forma de una nueva crisis de balanza de pagos y en América Latina hay algunos países candidatos, por desgracia para sufrir este tipo de crisis”, aseguró Josep Borrell, sin precisar cuáles.
Recientemente, el ex canciller español expresó así su inquietud por el impacto de la pandemia en esa región, donde ya se cobró más de 40.000 vidas.
“RESISTENCIAS DEBILITADAS”
A iniciativa de la Unión Europea y de España, con el apoyo de Naciones Unidas, la comunidad internacional buscarán el martes responder a los llamados de ayuda de los países de acogida de los cinco millones de venezolanos desplazados, reiterados desde el inicio de la pandemia.
El español, cuyo desembarco en diciembre al frente de la diplomacia europea profundizó el interés por América Latina de su predecesora, Federica Mogherini, también abordó el “impasse” en los esfuerzos para resolver la crisis política de Venezuela.
En octubre de 2019, ya hubo un primer intento de poner el foco internacional en esta crisis de desplazados, la segunda más importante en número tras la de Siria, pero “ha sido la pandemia la que ha vuelto a poner sobre la mesa la urgencia de actuar”, reconoce Borrell.
Miles de venezolanos están volviendo a su país, “tensiones innegables” pero “lógicas” en tiempos de “escasez y de problemas sanitarios” aparecen en los países de acogida, donde “ha habido algunos conatos xenófobos, (…) una gran novedad en América Latina”, expuso.
“Si vuelven a Venezuela es porque no han conseguido encontrar una solución aceptable en los países de acogida, a pesar de los esfuerzos que estos han hecho”, lamentó el excanciller español, para quien las “resistencias” de estos últimos “se han debilitado por la pandemia”.
La plataforma de coordinación sobre la crisis liderada por las agencias de la ONU para los Refugiados (Acnur) y Migraciones (OIM) estima en unos 1.410 millones de dólares la ayuda necesaria en 2020 para atender a los migrantes y a las comunidades de acogida.
EL “MÉRITO” DEL PLAN DE WASHINGTON
Venezuela vive una grave crisis social, institucional y política desde 2015, y el segundo mandato de su presidente, Nicolás Maduro, no está reconocido por más de 50 países que consideran jefe de Estado interino al líder del parlamento, el opositor Juan Guaidó.
Para intentar allanar el camino a una solución política, países latinoamericanos, europeos y la UE lanzaron en 2019 un Grupo Internacional de Contacto (GIC), pero “con poco éxito hasta ahora”, reconoce Borrell, quien espera una nueva reunión tras la conferencia de donantes.
“Lo intentaremos de nuevo. Puede que las circunstancias humanitarias sean un estímulo para que este diálogo [entre gobierno y oposición] fructifique”, estima el jefe de la diplomacia, a quien le preocupa el aumento de la tensión entre Caracas y Washington.
Pese a no estar de acuerdo con su política de sanciones, Borrell destaca sin embargo que el plan de Washington, que prevé un gobierno de transición en Venezuela pero sin Maduro ni Guaidó, tiene “aspectos positivos”. “El plan tiene el mérito de existir”, apunta.
Requerido sobre si abordarán el plan durante la próxima reunión del GIC, aseguró que deberán tomarlo en consideración así como otros planes “si existen”, pero siempre con una línea roja: “Una solución que recurra a intervenciones exteriores no es la adecuada”.