La Unión Europea rechazó este miércoles la polémica reelección del presidente bielorruso Alexandre Lukashenko, quien prometió por su parte mano dura para sofocar las protestas internas.
La crisis en Bielorrusia fue objeto de una cumbre extraordinaria de la UE tras la cual el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, prometió sanciones suplementarias a varios dirigentes del régimen, acusados de “violencia, represión y fraude electoral”.
La UE “apoya con firmeza el derecho del pueblo bielorruso a determinar su futuro” y se dispone a aplicar “en breve” sanciones contra un número “sustancial” de responsables del régimen, dijo Michel.
Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde hace 26 años, enfrenta protestas cotidianas en su país desde la elección, que afirma haber ganado con el 80% de votos.
Antes de esta cumbre, la figura principal opositora, Svetlana Tijanovskaia, había llamado a los europeos a rechazar el resultado “falsificado” de las elecciones presidenciales.
“La gente que salió a defender su voto en las calles de sus ciudades en toda Bielorrusia fue brutalmente golpeada, arrestada y torturada por el régimen, que se aferra desesperadamente al poder”, destacó la opositora, de 37 años, refugiada en Lituania, afirmando que Lukashenko ha “perdido toda legitimidad”.
Pero él se mantiene firme. Por segundo día consecutivo, reunió este miércoles a su Consejo de seguridad y ordenó garantizar que “no haya más disturbios en Minsk”, porque “la gente está cansada, demanda paz y tranquilidad”.
También ordenó fortalecer los controles fronterizos, afirmando que “activistas, armas, municiones o dinero provenientes de otros países ingresan a Bielorrusia para financiar los disturbios”.
“Asunto interno”
La UE ya había instado el martes a Vladimir Putin a presionar a Lukashenko, del que es aliado esencial, para promover diálogo. El miércoles, Angela Merkel dijo que el presidente bielorruso se había negado a hablar con ella por teléfono.
Fiel a su posición, el Kremlin estimó el miércoles que la crisis política de su vecino es “un asunto interno” y condenó los “intentos de injerencia extranjera”.
El jefe de Exteriores, Serguéi Lavrov, acusó a los europeos de buscar “inmiscuirse” para promover sus propios intereses “geopolíticos (…) una lucha por el espacio pos-soviético”.
La actitud de Rusia será crucial, pese a que las relaciones a menudo atraviesan turbulencias, y Lukashenko cree que Moscú trata de convertir a su país en un vasallo.
El primer ministro bielorruso, Roman Golovtshenko, conversó por teléfono el miércoles con su homólogo ruso, Mijail Mishustin.
“Transición pacífica del poder”
Desde los comicios del 9 de agosto, la oposición sale a la calle cada día. El fin de semana pasado, organizó la mayor manifestación de la historia del país, con 100.000 participantes, y convocó también un movimiento de huelga que afectó a varios sectores clave de la industria del país.
Los manifestantes convocaron este miércoles otra gran jornada de protestas en el conjunto del país para el próximo domingo.
Según Svetlana Tijanovskaia, la oposición ha formado un “consejo de coordinación” para “facilitar la transición pacífica del poder mediante el diálogo”, presidido por la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievitch, una iniciativa rechazada por Lukashenko.
El jefe de la diplomacia polaca Jacek Czaputowicz recibió en Varsovia a Véronika Tsepkalo, una de las aliadas de Tijanovskaia, y su marido, el opositor Valéri Tsepkalo, y les prometió “apoyo” a la sociedad civil bielorrusa, según un tuit del ministerio polaco de Relaciones Exteriores.
Tras la elección presidencial, cuatro protestas fueron duramente reprimidas por la policía, en las que murieron al menos tres personas y decenas resultaron heridas. Más de 6.700 personas fueron detenidas, algunas de las cuales denunciaron torturas.