Fervor popular, pero también polémica despertó la visita a Chile de la denominada sanadora de Rosario, Leda Bergonzi, quien relacionó el cáncer con la falta de perdón. El propio Arzobispo de Santiago y experto en bioética, monseñor Francisco Chomalí, manifestó estar completamente en desacuerdo con dicha posición.
El Doctorado en Salud Pública, con experiencia en bioética y ética médica, Dr. Jairo Vanegas, comenta que la Iglesia Católica siempre ha sido cautelosa frente a estos temas. Incluso tiene protocolos y procedimientos a seguir.
“Se debe comprender que la espiritualidad como tal es la base y fundamento del ethos cristiano. Los valores espirituales se fundamentan en la creencia o la fe y permite encontrar para el creyente un sentido o un propósito. Esto a su vez genera en sí mismo una conexión con algo más grande. Para algunos la ética y los valores espirituales están correlacionados entre sí ya que brindan piso para la valoración moral visto desde este enfoque”.
Algunos investigadores afirman que vías biológicas que intermedian la utilidad de las aproximaciones espirituales a diversas condiciones médicas, abren la posibilidad de que el acompañamiento espiritual sea una intervención psicosocial en el tratamiento de patologías tanto médicas como mentales. El grado de espiritualidad o la práctica de la religiosidad y observancia religiosa han sido estudiadas como elementos protectores (factor protector) para diversas conductas de salud.
La OPS en su definición de salud también contempla la espiritualidad. “La atención médica integral requiere del reconocimiento de las dimensiones físicas, mentales, sociales y espirituales de los pacientes. Quienes practican alguna religión o asumen una actividad espiritual tienen una mejor forma de afrontar su enfermedad, así como la adherencia a un tratamiento; aunque su evolución no sea totalmente su curación, pero permite gestionar una mejor calidad de vida”, remarca el académico.
Vanegas recordó que algunas comunidades originarias de Centroamérica – no necesariamente religiosas – consideran que cuando uno rompe una relación con su entorno, con el vecino o familiar se produce un desequilibrio lo que conlleva a causar una enfermedad.
“A las comunidades mapuches, por ejemplo, les afecta todo lo que ocurre con la naturaleza. Quienes estudian el área comprenden que de alguna manera se rompe un equilibrio que conlleva a la afectación de las relaciones entre los seres vivos. Por tanto, si se transgrede una ley de la naturaleza se sufre las consecuencias en plano físico e incluso psicológico que es conocido como kutran en mapudungun significa enfermedad”, destaca.
Finalmente, el investigador sostuvo que el fervor popular que desató la presencia de la sanadora de Rosario forma parte de las necesidades que tienen los seres humanos de buscar una oportunidad de aliviar su enfermedad. Es por ello, que la forma de abordar a estas personas debiera ser más cuidadosa ya que son altamente vulnerables y expuestas a riesgos, que sufren por su dolencia y que buscan una respuesta a su situación de salud, por lo que no sería adecuado en este escenario asumir la atribución de una enfermedad a una supuesta falta cometida o por un tema emocional.
El sociólogo y académico de la Usach, Dante Castillo, comenta que afirmar que el cáncer tiene un origen en la falta de perdón no es del todo descabellado. “Se ha demostrado que el bienestar tanto emocional como en términos de salud biológica tiene una explicación en el sentido y el significado que el enfermo le da a dicho concepto.
“Tiene sentido- al menos desde la evidencia de las ciencias sociales-en la medida que las tradiciones y la herencia le otorgan a este estado emocional, a este bienestar, un valor curativo”, concluye.