Por apremios ilegítimos en contra de un joven de 26 años fue acusado el coronel (r) Gristián Labbé Galilea, en el marco del caso “Operación Peineta” realizada en la zona cordillerana que comprende entre Concepción y Valdivia contra opositores al régimen comandando por Augusto Pinochet.
Se trata de Harry Cohen, estudiante de 2° año de Electrónica del Instituto Profesional Nuevo Mundo, quien viajó desde Santiago hasta la localidad de Futrono, región de Los Ríos, para visitar a unos familiares el 6 en noviembre de 1973, oportunidad en la fue detenido junto a Jaime Rozas González por un grupo de militares que tenían la especialidad de comandos, ya que usaban boinas negras.
En ese lugar fue detenido y conducido al retén de Carabineros desde fue trasladado junto a más personas en un helicóptero a otro lugar y en trayecto fueron amenazados por sus captores de arrojarlos al lago Riñihue.
Según el fallo dictado por el ministro en visita Álvaro Mesa Latorre, quien indaga causas de derechos humanos radicadas en las Cortes de Apelaciones de Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Coyhaique, el entonces teniente del Ejército habría infringido tormentos y comentarios de índole antisemita a su víctima, quien vio su rostro al ser detenido y reconoció su voz al momento de ser interrogado.
Según se indica en el documento, Cohen señaló que luego de pasar dos días detenido junto otras dos personas, hasta el lugar llegó un “enorme militar”, en referencia a Labbé quien fuertemente armado y con ropa de camuflaje, bajo improperios le ordenó que bajara su vista y luego lo amenazó con un corvo, diciéndole que le cortaría el cuello.
Posteriormente, a través del carcelero del lugar, el estudiante se enteró de la identidad de este oficial, quien le señaló el apellido y le manifestó que “era hijo de un connotado militar”.
El joven detenido fue retirado de su celda con los ojos vendados y con un saco a modo de capucha sobre la cabeza, amarrado de pies y manos, y luego transportado en un camión hacia un lugar que aparentemente pudiera corresponder a una bodega.
En estas circunstancias fue colgado con las manos atadas a la espalda, y sólo se le permitió apoyarse sólo con la punta de sus dedos al suelo, para ser interrogado por tres militares, respecto de los cuales pudo identificar la voz de aquel oficial corpulento, quien en forma burlesca realizaba reiterados alcances a su origen semita.
Durante ese episodio de tortura los militares conectaron electrodos en su tobillo y muñecas, los cuales en forma sistemática producían descargas eléctricas cada vez más intensas, al mismo tiempo en que era interrogado.
“Estos apremios se prolongaron en diferentes episodios, para posteriormente y al cabo de unos días ser dejado en libertad”, dice la resolución.
Esta condición judicial de Cristián Labbé lo deja expuesto a que pueda ser encausado por otros casos donde no se le ha podido procesar por irreprochable conducta anterior como la causa conocida como Tejas Verdes, donde también se le imputan apremios ilegítimos.
Se trata de Harry Cohen, estudiante de 2° año de Electrónica del Instituto Profesional Nuevo Mundo, quien viajó desde Santiago hasta la localidad de Futrono, región de Los Ríos, para visitar a unos familiares el 6 en noviembre de 1973, oportunidad en la fue detenido junto a Jaime Rozas González por un grupo de militares que tenían la especialidad de comandos, ya que usaban boinas negras.
En ese lugar fue detenido y conducido al retén de Carabineros desde fue trasladado junto a más personas en un helicóptero a otro lugar y en trayecto fueron amenazados por sus captores de arrojarlos al lago Riñihue.
Según el fallo dictado por el ministro en visita Álvaro Mesa Latorre, quien indaga causas de derechos humanos radicadas en las Cortes de Apelaciones de Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Coyhaique, el entonces teniente del Ejército habría infringido tormentos y comentarios de índole antisemita a su víctima, quien vio su rostro al ser detenido y reconoció su voz al momento de ser interrogado.
Según se indica en el documento, Cohen señaló que luego de pasar dos días detenido junto otras dos personas, hasta el lugar llegó un “enorme militar”, en referencia a Labbé quien fuertemente armado y con ropa de camuflaje, bajo improperios le ordenó que bajara su vista y luego lo amenazó con un corvo, diciéndole que le cortaría el cuello.
Posteriormente, a través del carcelero del lugar, el estudiante se enteró de la identidad de este oficial, quien le señaló el apellido y le manifestó que “era hijo de un connotado militar”.
El joven detenido fue retirado de su celda con los ojos vendados y con un saco a modo de capucha sobre la cabeza, amarrado de pies y manos, y luego transportado en un camión hacia un lugar que aparentemente pudiera corresponder a una bodega.
En estas circunstancias fue colgado con las manos atadas a la espalda, y sólo se le permitió apoyarse sólo con la punta de sus dedos al suelo, para ser interrogado por tres militares, respecto de los cuales pudo identificar la voz de aquel oficial corpulento, quien en forma burlesca realizaba reiterados alcances a su origen semita.
Durante ese episodio de tortura los militares conectaron electrodos en su tobillo y muñecas, los cuales en forma sistemática producían descargas eléctricas cada vez más intensas, al mismo tiempo en que era interrogado.
“Estos apremios se prolongaron en diferentes episodios, para posteriormente y al cabo de unos días ser dejado en libertad”, dice la resolución.
Esta condición judicial de Cristián Labbé lo deja expuesto a que pueda ser encausado por otros casos donde no se le ha podido procesar por irreprochable conducta anterior como la causa conocida como Tejas Verdes, donde también se le imputan apremios ilegítimos.
