La violenta transformación de los hábitos y formas de vida social que trajo consigo el Covid-19 mantienen en la incertidumbre a quienes llevan adelante un forzado encierro o quienes han logrado escabullirse a las calles y sus trabajos, pese al riesgo del contagio. El resultado, que ha impactado en un profundo vuelco en las rutinas, aún está por verse, creen los expertos.
¿Volveremos a la normalidad?, se pregunta el sociólogo José Olavarría, investigador sobre transformaciones de la familia en Chile. Para él, es relevante reflexionar sobre cómo la dinámica familiar se ha visto profundamente afectada con la cuarentena.
“Para una proporción, no menor, se ha hecho necesario gestionar la actividad doméstica cotidiana y el espacio femenino en los hogares biparentales. El teletrabajo ha sido una experiencia nueva para muchos y pensar que en esas condiciones la vida es ‘más fácil’, es una ilusión”, cree el académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano quien piensa que, junto a las tareas del hogar y del trabajo a distancia, se agregó la educación de los hijos que están en escolaridad y que en muchos casos de desarrolla en un espacio reducido.
Esto último suele ser una sobrecarga principalmente femenina, agrega. Debido a la saturación de sistemas sanitarios y cierre de escuelas, las tareas de cuidados recaen mayoritariamente en las mujeres, según alertó la oficina de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe: “Ellas son quienes, por lo general, mantienen la responsabilidad de atender a familiares enfermos, personas mayores y niñas y niños”, coincide Olavarría.
El contexto afectará emocionalmente a las familias, sostiene el doctor en Ciencias Sociales. “Algunos núcleos afianzarán sus lazos amorosos y cercanía con los hijos, perdiendo sí, momentos de intimidad. Otros, en cambio, profundizarán sus conflictos de pareja; estos serán más intensos por las exigencias nuevas y el hacinamiento mayor o menor en el que viven la cuarentena. Es predecible que se incremente la violencia intrafamiliar y de pareja”, remarca.
Una vez pasada la crisis es posible que se constate un incremento de las separaciones de parejas y sus efectos en los núcleos familiares, “acentuando la tendencia histórica que se consta desde los años 90 en adelante”, añade. Asimismo, es esperable un alza en la tasa de natalidad por sobre la tendencia histórica que ha prevalecido durante el mismo periodo. Es decir, aumentarán los nacimientos producto de la convivencia extensa puertas adentro.
En nuestro país, piensa Olavarría, la epidemia ha permitido que el Gobierno retome algo del control perdido de la agenda pública y que el Parlamento intente aprobar proyectos que “en otro caso llevarían a un debate mucho más profundo, como por ejemplo, el del teletrabajo o los dictámenes recientes de la Dirección del Trabajo”, agrega. Se intenta, además, cree, buscar consensos, cooptar a quienes son disidentes de las políticas gubernamentales e “invisibilizar a los movimientos sociales que se expresan a través de las redes sociales”.
En la medida que ello se logra, “reaparece con fuerza lo que era la ‘normalidad´ de la política. Actores que estaban ampliamente cuestionados, según las encuestas de opinión y las expresiones de las movilizaciones, con una bajísima aceptación vuelven a recuperar su sitial como si nada hubiese pasado”, dice ante el desfile de rostros en los matinales y noticieros dictando respuestas ante problemas que no eran considerados hasta antes del estallido social.
Olavarría plantea que, como los otros indicadores mencionados, también se incrementará la desigualdad en la sociedad chilena. “Los efectos económicos en el empleo e ingresos de trabajadores, asalariados, trabajadores independientes, pequeños comerciantes y microempresarios, se expresarán en empobrecimiento y endeudamiento. Estos son sectores que no tienen capacidad de ahorro y que, para lograr acceso a bienes y servicios superiores a sus ingresos, se han endeudado históricamente. Los grandes propietarios del patrimonio privado, empresarios, sus ejecutivos, a medianos plazos recuperaran el valor de sus de sus patrimonios y sociedades, como lo han demostrado las crisis anteriores”, advierte ante un panorama que -para él- es poco alentador.
¿Volveremos a la normalidad?, se pregunta el sociólogo José Olavarría, investigador sobre transformaciones de la familia en Chile. Para él, es relevante reflexionar sobre cómo la dinámica familiar se ha visto profundamente afectada con la cuarentena.
“Para una proporción, no menor, se ha hecho necesario gestionar la actividad doméstica cotidiana y el espacio femenino en los hogares biparentales. El teletrabajo ha sido una experiencia nueva para muchos y pensar que en esas condiciones la vida es ‘más fácil’, es una ilusión”, cree el académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano quien piensa que, junto a las tareas del hogar y del trabajo a distancia, se agregó la educación de los hijos que están en escolaridad y que en muchos casos de desarrolla en un espacio reducido.
Esto último suele ser una sobrecarga principalmente femenina, agrega. Debido a la saturación de sistemas sanitarios y cierre de escuelas, las tareas de cuidados recaen mayoritariamente en las mujeres, según alertó la oficina de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe: “Ellas son quienes, por lo general, mantienen la responsabilidad de atender a familiares enfermos, personas mayores y niñas y niños”, coincide Olavarría.
El contexto afectará emocionalmente a las familias, sostiene el doctor en Ciencias Sociales. “Algunos núcleos afianzarán sus lazos amorosos y cercanía con los hijos, perdiendo sí, momentos de intimidad. Otros, en cambio, profundizarán sus conflictos de pareja; estos serán más intensos por las exigencias nuevas y el hacinamiento mayor o menor en el que viven la cuarentena. Es predecible que se incremente la violencia intrafamiliar y de pareja”, remarca.
Una vez pasada la crisis es posible que se constate un incremento de las separaciones de parejas y sus efectos en los núcleos familiares, “acentuando la tendencia histórica que se consta desde los años 90 en adelante”, añade. Asimismo, es esperable un alza en la tasa de natalidad por sobre la tendencia histórica que ha prevalecido durante el mismo periodo. Es decir, aumentarán los nacimientos producto de la convivencia extensa puertas adentro.
TRANSFORMACIONES LABORALES Y SOCIALES
Por estos días, en Italia, se habla que es la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Socialmente se discuten las razones que llevaron a tal número de muertos y la incidencia de factores parecidos a los de Chile: la alta contaminación atmosférica y la privatización del sistema de salud que tienen a los italianos proponiendo un rotundo cambio social, industrial y de la protección.En nuestro país, piensa Olavarría, la epidemia ha permitido que el Gobierno retome algo del control perdido de la agenda pública y que el Parlamento intente aprobar proyectos que “en otro caso llevarían a un debate mucho más profundo, como por ejemplo, el del teletrabajo o los dictámenes recientes de la Dirección del Trabajo”, agrega. Se intenta, además, cree, buscar consensos, cooptar a quienes son disidentes de las políticas gubernamentales e “invisibilizar a los movimientos sociales que se expresan a través de las redes sociales”.
En la medida que ello se logra, “reaparece con fuerza lo que era la ‘normalidad´ de la política. Actores que estaban ampliamente cuestionados, según las encuestas de opinión y las expresiones de las movilizaciones, con una bajísima aceptación vuelven a recuperar su sitial como si nada hubiese pasado”, dice ante el desfile de rostros en los matinales y noticieros dictando respuestas ante problemas que no eran considerados hasta antes del estallido social.
Olavarría plantea que, como los otros indicadores mencionados, también se incrementará la desigualdad en la sociedad chilena. “Los efectos económicos en el empleo e ingresos de trabajadores, asalariados, trabajadores independientes, pequeños comerciantes y microempresarios, se expresarán en empobrecimiento y endeudamiento. Estos son sectores que no tienen capacidad de ahorro y que, para lograr acceso a bienes y servicios superiores a sus ingresos, se han endeudado históricamente. Los grandes propietarios del patrimonio privado, empresarios, sus ejecutivos, a medianos plazos recuperaran el valor de sus de sus patrimonios y sociedades, como lo han demostrado las crisis anteriores”, advierte ante un panorama que -para él- es poco alentador.
