Ana María Pizarro vivía a pocos metros de la animita que recuerda el hallazgo de los restos de María José Zambra, en la ciudad de La Serena, Región de Coquimbo. Más allá de la cercanía geográfica y la violencia de los crímenes, hay elementos que podrían vincular ambos casos.
La desaparición de Pizarro, una mujer serenense de 56 años, ocurrió el pasado 3 de abril cuando se dirigía a cobrar un finiquito. Dieciséis días después, su cuerpo apareció desmembrado en un sitio eriazo.
Las similitudes entre los crímenes de Pizarro y Zambra llaman la atención. Ambas víctimas fueron halladas descuartizadas y abandonadas en terrenos baldíos. Aunque los homicidios ocurrieron con seis años de diferencia, recientemente surgió un nuevo dato que ha vuelto a unir ambos casos.
“Porque lo que parecía una simple coincidencia”, las indagatorias permitieron determinar que Ana María portaba un chip telefónico que originalmente pertenecía a María José Zambra.
El número fue reactivado semanas después del asesinato de Zambra, ocurrido el 19 de octubre de 2019.
Este detalle motivó a la Policía de Investigaciones a entrevistar a Ana María, quien explicó que el teléfono era utilizado por su entonces pareja, un ciudadano venezolano.
El hombre en cuestión sería José Alejandro Medina Ladera, quien fue detenido este fin de semana en Venezuela, acusado de participar en el homicidio y descuartizamiento de Pizarro.
A pesar de la detención, tanto la PDI como la Fiscalía han evitado confirmar la información, señalando que la causa está bajo reserva absoluta y no entregarán detalles sobre identidades u otros antecedentes del caso.
El detenido, originario de Valencia, Venezuela, tendría entre 35 y 40 años, y habría sostenido una relación sentimental con Ana María. Fue localizado gracias a una alerta internacional que advertía una posible fuga.
Sin embargo, las circunstancias que lo relacionarían con el crimen de Zambra y cómo obtuvo el chip siguen sin esclarecerse por parte de las autoridades.
Familiares y cercanos de ambas mujeres han cuestionado por qué no se investigó con mayor profundidad esta pista, considerando que en su momento no había sospechosos identificados por el asesinato de María José Zambra.
La posibilidad de que un mismo individuo esté implicado en ambos homicidios ha generado inquietud en la comunidad, que teme haber convivido por años con un asesino de extrema frialdad y violencia.
