Chile es un gran semillero de emprendedores. Según la VII Encuesta de Microemprendimiento, actualmente existen 1.977.426 personas que lideran algún negocio pequeño, esperando algún día dar el gran salto.
No obstante, estas cifras no siempre han sido tan positivas. Bien lo sabe Gabriel Massuh Isaías, un notable empresario chileno-ecuatoriano que llegó a Chile en 1992 para cumplir un gran sueño: fundar su propio negocio y triunfar.
Por aquellos años, las condiciones para emprender no eran las mismas que hoy, ya que no existían las mismas oportunidades para darse a conocer o generar redes, como sí ocurre actualmente gracias a internet.
“Yo había terminado hace muy poco de estudiar y me aventuré a venir a este país porque sabía que tenía un potencial muy alto para emprender”, comenta el empresario.
En este artículo te contamos brevemente la historia de Gabriel Massuh, la que puede significar un testimonio del espíritu emprendedor y la resiliencia que se necesita para enfrentar desafíos.
EL COMIENZO NO FUE SENCILLO
Gabriel Massuh comenzó su viaje en Ecuador, donde, tras completar la secundaria, se trasladó a Estados Unidos para su educación universitaria.
Graduado en 1992, Massuh tomó una oportunidad significativa en el sector de importación, empezando con plátanos, debido a la posición de Ecuador como principal proveedor de esta fruta a Chile. Su iniciativa comenzó en 1993 con una pequeña importadora. Esta decisión marcó el inicio de su carrera empresarial, aunque inicialmente había estudiado agronomía antes de cambiar a negocios.
“Al principio, enfrenté muchas dudas y desafíos. Ser joven y emprendedor en un nuevo país no era fácil. Tenía que probar constantemente mi valor y capacidades en un mercado dominado por figuras más experimentadas”, reflexiona Massuh sobre sus inicios.
El camino de Massuh no estuvo exento de obstáculos. A su llegada a Chile, enfrentó desafíos típicos de un joven emprendedor, especialmente en un entorno donde la figura del empresario joven era poco común. Aprendió rápidamente que los conocimientos académicos no siempre se equiparan con la experiencia real en el mundo empresarial.
Durante sus primeros años en Chile, se encontró con dificultades como cheques sin fondos emitidos por sus clientes y la necesidad de establecer credibilidad en un entorno empresarial dominado por individuos más experimentados y mayores.
ENFRENTÓ LA CRISIS DE 2008
La crisis del 2008 fue una de las peores recesiones económicas de la historia moderna, que afectó a todo el mundo y tuvo graves consecuencias sociales y políticas. Se originó por el estallido de una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, que provocó la quiebra de varios bancos de inversión y el colapso del mercado financiero.
La falta de liquidez y confianza entre los agentes económicos generó una contracción de la actividad, el comercio y el empleo a nivel global. Los gobiernos tuvieron que intervenir para rescatar a las entidades financieras y estimular la economía con políticas monetarias y fiscales expansivas.
En este contexto, Bagno, que había comenzado a consolidarse desde comienzos del nuevo milenio, tuvo que afrontar el mal momento económico: “La crisis financiera de 2008 fue un momento decisivo. Nos obligó a repensar y adaptar nuestra estrategia. Fue entonces cuando decidimos diversificar nuestra oferta de productos, lo que resultó ser una jugada maestra para nuestra supervivencia y crecimiento”, cuenta Massuh.
En lugar de limitarse a la importación de plátanos, Massuh diversificó su cartera para incluir otras frutas como mangos, paltas, piñas, limones y naranjas. Esta estrategia de diversificación resultó ser un acierto, permitiendo a su empresa no solo sobrevivir sino también expandirse significativamente.
UNA OPORTUNIDAD DE ORO
Sin embargo, esa no fue la única acción que llevó a Bagno a salir de la crisis, ya que en 2011 supo aprovechar una oportunidad de negocio. “Ese año tomamos una gran decisión al invertir en un pedido masivo de frutas. Fue un riesgo calculado, pero confiaba en mi análisis del mercado. Esta decisión no solo nos salvó de dificultades financieras sino que también multiplicó nuestros ingresos, consolidando nuestra posición en el mercado”, revela Massuh sobre uno de los momentos más críticos de su carrera.
Aquella oportunidad se dio gracias al ofrecimiento que un amigo productor que necesitaba un anticipo de dinero para cosechar sus paltas. Massuh Isaías le prestó 600 mil dólares a cambio de un millón de kilos de paltas, a un precio muy conveniente. La inversión resultó ser muy exitosa, ya que el precio de las paltas subió mucho debido a la escasez del producto.
De esta forma, Massuh vendió las paltas por 3 millones y medio de dólares, multiplicando por seis su capital inicial. Con ese dinero, pudo pagar deudas y expandir su negocio, convirtiéndose en uno de los referentes del sector.
EL VALOR DE LA PERSEVERANCIA
El empresario subraya que el núcleo de su éxito radica en tres aspectos cruciales: perseverancia, pasión por el trabajo y un compromiso inquebrantable con el aprendizaje continuo. “Estos elementos han sido vitales en mi trayectoria profesional. La pasión, la perseverancia y el constante afán de aprender son fundamentales para cualquier empresario”, enfatiza Massuh.
Explica cómo su pasión por el trabajo le ha permitido disfrutar cada proyecto que inicia, y cómo su firme perseverancia lo ha sostenido frente a obstáculos y fracasos. Destaca, además, que su dedicación al aprendizaje constante le ha facilitado adquirir nuevas habilidades y conocimientos, así como adaptarse a los cambios y demandas del mercado.
En el ámbito personal, Massuh ha logrado un equilibrio saludable entre su vida laboral y familiar, resaltando la importancia de saber delegar y confiar en su equipo. Reconoce que su familia es su mayor apoyo y fuente de motivación, procurando siempre dedicarles tiempo de calidad. Asimismo, considera a su equipo como una segunda familia, depositando su plena confianza en su talento y compromiso.
Al reflexionar sobre el legado que desea dejar y su mensaje para los futuros empresarios, Massuh se enfoca en la honestidad, la integridad y el esfuerzo constante. “Aspiro a ser recordado como alguien que trabajó arduamente y con principios. Mi consejo para los futuros emprendedores es creer en sí mismos, actuar con honestidad y dedicarse al trabajo duro. Estos son los pilares del éxito”, concluye. Además, insta a los empresarios a actuar con responsabilidad ambiental y social, contribuyendo al desarrollo sostenible de la región y el país.
La historia de Massuh sirve como un inspirador testimonio del poder de la resiliencia y la relevancia de la autoconfianza, ofreciendo una lección invaluable para quienes aspiran a emprender en el mundo empresarial.