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Teresa Paneque: “La manera que aprendemos en el colegio muchas veces nos mata la curiosidad”

Con 235 mil seguidores en Instagram y 747 mil en TikTok, la astrónoma de 25 años e investigadora de la formación de los planetas es hoy por hoy una de las estrellas de la comunicación científica. La también estudiante de doctorado, que hace poco publicó el tercer libro de su exitosa saga para niños y adolescentes “El universo según Carlota”, dialoga con La Nación sobre la importancia de la divulgación de la ciencia, los prejuicios etarios y de género y… Barbie.

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COMUNICACIÓN EN DIÁLOGO

Hacerse preguntas y buscar las respuestas es el motor vital de Teresa Paneque. La joven científica, licenciada y magíster en Astronomía y actualmente candidata a doctora en Astronomía, es una férrea promotora del pensamiento crítico. Y para ello no escatima en recursos. Publica videos con periodicidad en sus redes sociales, edita libros sobre las peripecias de una niña curiosa (Carlota) para lectores preadolescentes y hasta ha tenido apariciones en TV e incursionado en el formato podcast. En diálogo con La Nación, la también distinguida como “Amiga de Unicef”, enfatiza la relevancia de copar todos los espacios de divulgación con un estilo propio y generacional.

¿Cómo encaras tus redes sociales? ¿Cuánto hay de intuitivo y cuánto de planificación en tus plataformas?

-El 90 por ciento es intuición y basado en mi propia experiencia en las redes sociales. Cuando empecé (a finales de 2019), lo principal para mí era definir para qué soy buena, qué contenido puedo ofrecer y que sea consistente y me va a acomodar. Y lo que mejor me sale es hablar y explicar, pues siempre estuve vinculada a la docencia, entonces, lo que hacía era agarrar mi teléfono, que es el mismo que tengo ahora, lo ponía frente a mí en una pila de libros y trataba de hablar de corrido en un minuto. A la gente le fue gustando esto y mis apariciones en medios en Chile, y cuando me vengo a hacer el doctorado (a Alemania y Holanda) decido probar con otra red social, TikTok, que explotó: al mes tenía 120 mil seguidores.

¿Cómo se dio eso?

-No sabría decir qué fue lo que hice o no hice, salvo postear consistentemente. TikTok es mucho más fácil, permite editar bien sencillo. Creo que a la gente le gusta esa cercanía que ofrecen las redes sociales. Además, que, por supuesto, con el tiempo he aprendido a incorporar los comentarios que recibo de esta red enorme de personas.

¿Has pensado en probar otras cosas?

-Hay muchas ideas burbujeando dentro de mí. Siempre el objetivo ha sido generar contenido educativo, que sea útil en las salas de clases para masificar el pensamiento crítico, y siento que una se queda corta con estos videos de un minuto. Me gustaría empezar a hacer videos de formatos más largos, más transmisiones en vivo, probar animaciones, pero todo eso requiere de una dedicación que, en este momento, por el hecho de ser científica y estar sacando el doctorado, no he querido hacer.

¿Te cuestionas lo que haces? Un prejuicio típico es que los divulgadores científicos probablemente no son tan buenos científicos.

– Ciento por ciento. Cuando comencé, me daba pánico que mi profesora guía del magíster lo supiera, pero la situación era completamente absurda, porque su esposo era el encargado de divulgación del departamento de astronomía. Obvio que sabía. El miedo se ha ido disipando por la valoración, pero si bien yo sé que desde un punto de vista de números soy una divulgadora exitosa, también quiero ser exitosa haciendo ciencia. Hacer comunicación científica le da sentido a mi ciencia, hace que me sienta parte de la sociedad, pero soy muy exigente conmigo misma por esto.

¿Distingues los elementos generacionales en tu propuesta? Porque divulgación científica siempre ha existido, en libros, revistas, documentales. Acá conocemos bien a José Maza y María Teresa Ruiz, que han asumido ese rol en tu propia área, la astronomía.

-Absolutamente hay un tema generacional. De hecho, la ciencia ha tenido un cambio generacional muy fuerte. En cuanto a lo que significa, por ejemplo, para las mujeres estar en ciencia, antes el mensaje era otro. Entonces, para mí es importante ser una joven mujer científica que puede compartir su camino en redes sociales. Eso se ve reflejado en la manera en que divulgamos, en las palabras que ocupamos, los medios que ocupamos. Y hablar de ellos dos -y de Mario Hamuy- es infinito, pues han sido figuras muy relevantes en la divulgación, pero sobre todo al iniciar todo lo que ha sido el desarrollo astronómico en el país. Por otro lado, la ciencia funciona porque llegan nuevas ideas y creo que la divulgación también funciona a medida que vamos teniendo oleadas de gente. Hoy yo soy una divulgadora joven, y en diez años más será otra persona. Y eso es necesario.

¿Cuál es el aspecto más urgente de la comunicación de la ciencia?

-Que requerimos fomentar el pensamiento crítico. Hacer ciencia es tener curiosidad y siento que la manera en que aprendemos en el colegio muchas veces nos mata la curiosidad. Caemos en ese loop de sacar buenas notas y pasar de curso en donde lo que se premia es saber la respuesta, no preguntar más. Y eso se relaciona con la ignorancia. Es muy triste ver cómo se difunden fácilmente noticias falsas, es triste como astrónoma saber que tenemos un lugar maravilloso en nuestro universo y tener la sensación de que lo estamos destruyendo. Yo no comunico ciencia para que todos sean astrónomas o astrónomos, sería terrible, no habría trabajo para nadie (se ríe). Lo hago para que las personas pierdan el miedo a hacer preguntas, a conocer.

Muchas personas ven a los científicos como lejanos, cuando probablemente hay ciencia en toda actividad humana. ¿Dónde está la ciencia?

-Sé que suena romántico, pero la ciencia está en todas las preguntas. Por supuesto que hay ciencias que impactan de manera más directa en el día a día de las personas. O sea, yo estudio cómo se forman los planetas, algo fundamental pero que no va a hacer que las personas puedan llegar a final de mes más fácil. Y eso no lo hace menos valioso. En fin, soy fiel creyente que cualquier persona que se haga una pregunta y que busque una respuesta de una manera coherente y fundamentada está haciendo ciencia.

La ciencia es de personas normales.

-Los que hacemos ciencia somos personas normales. Hay que cambiar esa visión de esos seres que están en el pináculo de las universidades, bichos raros. Nos gusta jugar a la pelota, ver películas, ir a ver (la recién estrenada) Barbie.

Para terminar, ¿qué le podrías recomendar a las personas que están leyendo esta conversación cuando en la noche miren el cielo?

-Que se fijen en la Luna, que es súper fascinante. Se ve tan cercana, pero por la distancia a la que está podrían caber todos los planetas del sistema solar entre la Tierra y ella, lo cual da un poco de perspectiva respecto de lo grandes que son las distancias en el universo y de lo privilegiados que somos de existir y de tener la tecnología para alzar la cara y no solo decir qué linda es la Luna, sino que voy a ir a estudiarla.

En una plataforma de streaming hay una película media apocalíptica (“Moonfall”) en la que la Luna en realidad es un arca extraterrestre que por una falla choca con la Tierra.

-La verdad, soy muy mala para las películas de ciencia ficción. Nunca he visto Star Wars ni Star Trek. Nunca tuve el sueño romántico de la exploración espacial, no quiero salir de la Tierra. Me gustaban los libros de fantasía y para mí lo más cercano a la magia era la física. Ahora, quién sabe, quizás termine escribiendo ciencia ficción.

COMUNICACIÓN EN DIÁLOGO es un espacio gestionado por Arturo Figueroa-Bustos, académico investigador de la Escuela de Periodismo de la Universidad Andrés Bello, Campus Creativo.

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