Hasta pugilatos desató en partidarios y detractores la decisión del expresidente de Perú, Alan García, de querer terminar con su vida por medio de un disparo en la cabeza en el momento justo en que iba a ser detenido por agentes policiales dando cumplimiento a la orden judicial de detención en su contra por su implicancia en el caso Lava Jato-Odebrecht.
La acción del exgobernante, procesado como imputado por delitos de corrupción en materia de licitaciones a la firma brasileña Lava Jato cuando estaba al mando del país, al recibir presunto pagos de parte de la constructora para adjudicarse licitaciones de obras públicas.
Tras quedar gravemente herido en su cabeza por el disparo que percutó para suicidarse y no ir detenido, decenas de personas se agolparon el hospital Casimiro Ulloa, donde se produjeron enfrentamientos entre adherentes y detractores del exjefe de Estado se trenzaron enfrentamientos verbales y de puños.
Según informó más temprano el Comercio de Perú, García se encontraba en su domicilio ubicado en el barrio de Miraflores de Lima, cuando llegaron los policías con una orden de allanamiento y de detención en su contra como imputado del caso Lava Jato-Odebrecht, por hechos de corrupción, en los que también están vinculados otros tres exmandatarios.
En ese momento y hallándose en el segundo piso del inmueble, se disparó en la cabeza para evitar que se lo llevaran y responder ante la justicia, lo que obligó a su traslado hasta el centro asistencial de la capital peruana.
