Boris Johnson se vio sometido este miércoles a duros ataques de los diputados británicos tras su defensa de un asesor imprescindible y controvertido, acusado de haber infringido el confinamiento, que le costó también al primer ministro una brusca caída de popularidad.
En una videoconferencia del comité de enlace de las diferentes comisiones parlamentarias, el líder conservador fue acribillado a preguntas por unos legisladores saturados de mensajes enfurecidos de sus votantes.
“La razón por la que no da a la gente una respuesta directa es porque no quiere incriminar a Dominic Cummings“, lanzó la opositora laborista Yvette Cooper ante los balbuceos de un primer ministro esquivo.
“El problema es que está usted anteponiendo sus inquietudes políticas a los mensajes de salud pública” y los británicos pueden dejar de respetar las reglas si piensan que hay un doble rasero, agregó.
Pese a que el Reino Unido es el segundo país del mundo más golpeado por el coronavirus, con 37.460 muertos por covid-19 confirmados (46.0000 sumando los sospechosos), desde hace cinco días los medios británicos sólo hablan del polémico Cummings.
Cerebro de la campaña por el Brexit en el referéndum de 2016 y nombrado “asesor especial” del primer ministro en cuanto este llegó a Downing Street, Cummings realizó en pleno confinamiento unos desplazamientos en coche que han puesto en jaque al gobierno.
A finales de marzo condujo más de 400 km, desde Londres a Durham, en el noreste de Inglaterra, con su esposa y su hijo de cuatro años.
Después, en abril, se lo vio el día del cumpleaños de su mujer en los turísticos alrededores de un castillo medieval situado a 50 km de Durham.
Todo esto no se supo hasta el pasado viernes y entonces saltó el escándalo.
Los desplazamientos “no esenciales” estaban prohibidos en aquel momento según las reglas del confinamiento impuesto el 23 de marzo. Muchos británicos enfermaron sin tener a nadie cerca para cuidar de sus hijos y aún ahora siguen sin estar autorizadas las visitas a la familia.
Pese a todo, Johnson lleva días defendiendo a Cummings.
Este asesor le resulta imprescindible: “Su papel cubre gran cantidad de cuestiones, pero las más evidentes son la estrategia y la comunicación”, explica a la AFP Tim Bale, politólogo de la Queen Mary University de Londres.
Este miércoles el primer ministro se reafirmó, asegurando que se han dicho “muchas cosas falsas” sobre Cummings sin querer precisar cuáles y reprochando a los diputados hacer “acusaciones partidistas” aunque varios eran de su propio Partido Conservador.
Existe una sensación creciente de rebelión interna: casi 40 diputados conservadores exigieron que el asesor deje el gobierno y un secretario de Estado dimitió el martes en señal de protesta.
A esto se suma la desaprobación de buena parte de la opinión pública.
Una encuesta del instituto YouGov para The Times mostró que la ventaja de los conservadores sobre los opositores laboristas se redujo nueve puntos en una semana.
El último líder conservador que vio desplomarse así su ventaja fue David Cameron durante la campaña para las legislativas de 2010.
Otra encuesta del periódico Daily Mail mostró además que el índice de aprobación de Johnson cayó en picado del 19% a -1% en sólo unos días.
“El caso Cummings parece haber calado hondo en la opinión pública y está pasando factura rápidamente al apoyo al gobierno en general y al primer ministro en particular”, dice Bale.
En su opinión, “el peligro es que esto refuerce una preocupación de larga data entre los votantes británicos de que el Partido Conservador se preocupa más por sus amigos ricos que por la gente común”.
Pero, dada su importancia para Johnson, no cree que Cummings acabe expulsado del ejecutivo.
En una videoconferencia del comité de enlace de las diferentes comisiones parlamentarias, el líder conservador fue acribillado a preguntas por unos legisladores saturados de mensajes enfurecidos de sus votantes.
“La razón por la que no da a la gente una respuesta directa es porque no quiere incriminar a Dominic Cummings“, lanzó la opositora laborista Yvette Cooper ante los balbuceos de un primer ministro esquivo.
“El problema es que está usted anteponiendo sus inquietudes políticas a los mensajes de salud pública” y los británicos pueden dejar de respetar las reglas si piensan que hay un doble rasero, agregó.
Pese a que el Reino Unido es el segundo país del mundo más golpeado por el coronavirus, con 37.460 muertos por covid-19 confirmados (46.0000 sumando los sospechosos), desde hace cinco días los medios británicos sólo hablan del polémico Cummings.
Cerebro de la campaña por el Brexit en el referéndum de 2016 y nombrado “asesor especial” del primer ministro en cuanto este llegó a Downing Street, Cummings realizó en pleno confinamiento unos desplazamientos en coche que han puesto en jaque al gobierno.
A finales de marzo condujo más de 400 km, desde Londres a Durham, en el noreste de Inglaterra, con su esposa y su hijo de cuatro años.
Después, en abril, se lo vio el día del cumpleaños de su mujer en los turísticos alrededores de un castillo medieval situado a 50 km de Durham.
Todo esto no se supo hasta el pasado viernes y entonces saltó el escándalo.
Asesor imprescindible
Cummings afirmó que, temiendo estar infectado del Covid-19, se instaló con su familia en la casa de sus padres, porque buscaba a alguien para cuidar del pequeño.Los desplazamientos “no esenciales” estaban prohibidos en aquel momento según las reglas del confinamiento impuesto el 23 de marzo. Muchos británicos enfermaron sin tener a nadie cerca para cuidar de sus hijos y aún ahora siguen sin estar autorizadas las visitas a la familia.
Pese a todo, Johnson lleva días defendiendo a Cummings.
Este asesor le resulta imprescindible: “Su papel cubre gran cantidad de cuestiones, pero las más evidentes son la estrategia y la comunicación”, explica a la AFP Tim Bale, politólogo de la Queen Mary University de Londres.
Este miércoles el primer ministro se reafirmó, asegurando que se han dicho “muchas cosas falsas” sobre Cummings sin querer precisar cuáles y reprochando a los diputados hacer “acusaciones partidistas” aunque varios eran de su propio Partido Conservador.
Existe una sensación creciente de rebelión interna: casi 40 diputados conservadores exigieron que el asesor deje el gobierno y un secretario de Estado dimitió el martes en señal de protesta.
A esto se suma la desaprobación de buena parte de la opinión pública.
Una encuesta del instituto YouGov para The Times mostró que la ventaja de los conservadores sobre los opositores laboristas se redujo nueve puntos en una semana.
El último líder conservador que vio desplomarse así su ventaja fue David Cameron durante la campaña para las legislativas de 2010.
Otra encuesta del periódico Daily Mail mostró además que el índice de aprobación de Johnson cayó en picado del 19% a -1% en sólo unos días.
“El caso Cummings parece haber calado hondo en la opinión pública y está pasando factura rápidamente al apoyo al gobierno en general y al primer ministro en particular”, dice Bale.
En su opinión, “el peligro es que esto refuerce una preocupación de larga data entre los votantes británicos de que el Partido Conservador se preocupa más por sus amigos ricos que por la gente común”.
Pero, dada su importancia para Johnson, no cree que Cummings acabe expulsado del ejecutivo.