Un estudio basado en los datos del rover Curiosity de la NASA sumó nueva evidencia de la existencia de agua en Marte. En específico, el análisis revelado esta semana sugirió que muchos de los cráteres del planeta marciano pudieron haber sido ríos habitables.

El profesor asistente de geociencias en la Universidad de Penn State y autor principal del estudio, Benjamín Cárdenas, indicó por medio de un comunicado: “Estamos encontrando evidencia de que Marte probablemente era un planeta de ríos (…) Vemos señales de esto en todo el planeta”, según recogió Radio Biobío.

Según la investigación, publicada en Geophysical Research Letter, los expertos utilizaron modelos numéricos para analizar los accidentes geográficos (formaciones en el terreno) a partir de simulaciones de la erosión del planeta durante milenios. De esta manera, descubrieron que los cráteres comunes, que no habían estado relacionados en estudios anteriores con depósitos fluviales erosionados, pudieron ser lechos de ríos en el pasado.

“Esto sugiere que podría haber depósitos fluviales no descubiertos en otras partes del planeta, y que una sección aún mayor del registro sedimentario marciano podría haber sido construida por ríos durante un período habitable de la historia de Marte”, apuntó Cárdenas.

Asimismo, el importante hallazgo podría suponer una prueba de que el planeta rojo alguna vez fue como la Tierra. “En la Tierra, los corredores fluviales son muy importantes para la vida, los ciclos químicos, los ciclos de nutrientes y los ciclos de sedimentos. Todo apunta a que estos ríos se comportan de manera similar en Marte”, indicó el experto.

“Nuestra investigación indica que Marte podría haber tenido muchos más ríos de los que se creía anteriormente, lo que ciertamente ofrece una visión más optimista de la vida antigua en Marte. Ofrece una visión de Marte, donde la mayor parte del planeta alguna vez tuvo las condiciones adecuadas para la vida“, agregó.

Cabe destacar que esta es la primera vez que la erosión del cielo marciano es mapeada, para ello, se utilizaron imágenes del Curiosity, escaneos 3D del fondo marino del golfo de México, para hacer una comparación con la Tierra, y datos satelitales.