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Sergio Lagos: No se aprende mucho de las redes sociales, hay que abrir libros

El conductor de televisión, quien este año ha acaparado la pantalla de Canal 13 con “Aquí se baila”, lejos de las luces de la masividad, realiza conciertos caseros, dicta una que otra conferencia y trabaja distintas ideas y proyectos en su propio espacio, cercano a Plaza Baquedano. En conversación con La Nación, dialoga sobre las otras formas que adquiere la comunicación en su ruta vital.

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COMUNICACIÓN EN DIÁLOGO

Las llamadas industrias creativas (Howkins, 2001) sobreviven en terrenos bien movedizos. La televisión y la música popular, por nombrar dos muy cercanas a Sergio Lagos, atraviesan sus propias crisis -económicas, especialmente- a partir de la masificación de internet y de las plataformas de contenidos gratuitos. “Pero la creatividad no se agota”, opina la figura de Canal 13, quien en diálogo con La Nación da cuenta de sus intereses diversos.

Hace poco cumpliste cincuenta años y veinte en Canal 13.

– Suena increíble. Es un gran número y es conceptualmente sinuoso: sin cuenta. Mi padre falleció a los 55, entonces tengo un tema con esta década de vida; tengo que enfrentar ese número mitológico. Y, claro, de los conductores de entretención, soy el más veterano después de (Mario) Kreutzberger.

Ya no sucede mucho esto de trabajar en el mismo lugar por tanto tiempo.

– Soy de relaciones largas y muy querendón de las cosas que les ocurren a las personas en la continuidad del tiempo. Para mí es muy emocionante entrar al canal y darme cuenta de que a esas personas las conozco hace tantos años.

Una mayoría, que tiene un conocimiento tangencial sobre tu figura a partir de tu rol televisivo, debe tener una idea muy unidimensional de un Sergio Lagos que conduce programas de entretenimiento en un canal. Pero, por ejemplo, estuviste detrás de un documental sobre Los Jaivas en la producción ejecutiva (Todos juntos, 2020).

– Sí, ese fue un proyecto importante, bien grande, que me tuvo harto tiempo concentrado porque me pareció que era urgente que existiera un testimonio patrimonial de ellos para las futuras generaciones. En general, mantengo dos universos: los proyectos y las ideas fuerza. Una que me parece muy relevante y que converso asiduamente hoy es la necesidad de replantearse la legalidad de los espacios en Chile, a partir de la obtención de patentes. Pareciese que existe un mandato institucional de complicarnos el desarrollo de las expresiones de arte, cultura y entretención mientras que, en Sídney, Australia, esos espacios tienen beneficios del Estado. Sobre los proyectos, hoy me mantengo súper conectado a los musicales: Marciano (señero dúo de música electrónica) y las canciones que he compuesto durante tantos años (registradas en cinco discos solistas).

¿Cómo ves el momento actual de los medios de comunicación, con una dispersión de las audiencias, problemas de financiamiento y exceso de contenidos circulando?

– Creo que la expresión siempre ocurre. Los que crecimos con las revistas Cauce, Apsi (donde él mismo trabajó en la prehistoria de su carrera en comunicaciones), Análisis, Hoy y Mensaje en un momento en que expresarse en los medios tradicionales era imposible, aprendimos a leer en la oscuridad. Y en esa oscuridad había fogonazos de información, de cultura, de mirada. Creo que es lo mismo que ha pasado con la música, que existe con sellos discográficos y sin ellos, con apoyo y sin apoyo. El otro día escuchaba al editor del diario El País de España, quien comentaba que tuvo que vivir el proceso de vender la imprenta. Sí, hay una manera en que se hacían las cosas que ya no se está haciendo y lo más probable es que nunca vuelva; como que se cae una cultura en sí misma. Pero hace un siglo atrás también el planeta era muy distinto. Y no dejan de haber ejercicios de comunicación muy potentes.

En internet, básicamente.

– Como periodista criado en medios, es un planeta distinto y al cual me dan ganas de meter las manos para hacer algo. Es seductor lo que ocurre en comunicaciones hoy. Hay mucho más de lo que podemos sintetizar.

Tienes tu propio canal en Instagram, con una cantidad importante de seguidores (411 mil). ¿Qué uso le das? ¿Es más intuitivo o algo pensado?

– Para mí representa una suerte de espacio de invitación a las diversas cosas en las que estoy involucrado. Comunico, trabajo con otras entidades, soy parte de otras conversaciones, pero trato de mantenerlo intuitivo. Me podría dedicar todo el día a postear, a hacer Lives, pero, por otro lado, no me parece muy serio pensar que uno va a aprender muchas cosas de las redes sociales. Para eso abrimos un libro.

Y a través de la creación musical, ¿qué es lo que te interesa comunicar?

– He pasado por muchos momentos. Unos muy iluminados, otros de complejidad absoluta, de trabajo colectivo, más profesionales. Comunicar un proyecto musical es una experiencia compleja y en la cual uno desgasta demasiado tiempo cuando lo que uno en realidad quisiese es estar haciendo más música. Y busco distanciarme del artista que quisiese que lo escucharan, pues pedirle tiempo a la gente es un ejercicio que cada vez hago con mayor respeto e intento que no sea unidireccional. Cambié lo de la promoción y la presentación por ir a ver yo a las personas. Este viernes voy a una bodega donde una gente celebra un cumpleaños y voy a cantar canciones mías y de otras personas.

Hacer cosas con una escala distinta a la exposición televisiva, por ejemplo.

– Tiene que ver con que yo me he pasado la vida diciendo “ven a mi concierto, escucha el disco, ponle like, ve el programa”. Y uno no le puede estar pidiendo todo el tiempo a la gente si es que uno no va a regalar cosas. Esto se llama Si tú vienes, yo voy y es una cápsula de contenido que estoy haciendo.

Tu amor por la música a todo nivel es bien notorio, pero no es el camino que se espera de un animador de televisión. Seguramente tu costado musical no renta demasiado, tiene un proceso de desgaste.

– Vengo de una casa en la que la música fue siempre el centro. Tengo una imagen de mi vieja, socióloga, fotógrafa, en Osorno como a mis diez años, con mucho frío y ella en pijama bailando B-52, Blondie, XTC, Talking Heads. La música es el aire que respiro.

Es algo lleno de afecto, entonces.

– Más que una contradicción a la lógica del profesional de la televisión tiene que ver con que lo que más me interesa es la música. Leo la sociedad, la política, la literatura y a las personas a través de ella. Es mi marco referencial para todo.

Hace dos décadas creaste Evolución Producciones. ¿Te interesa retomar ese tipo de actividades de gestión de proyectos?

– Evolución surge porque, en un momento, Marciano requería un equipo para enfrentar un montón de necesidades y de ahí salió, por ejemplo, El futuro de Chile (programa de CHV del año 2000). Cuando se puso demasiado estructurado y se empezó a parecer a un trabajo, decidí restarme. Respecto del presente, es complejo porque efectivamente el trabajo creativo requiere de mucha producción.

¿Das conferencias? En la página web de Evolución apareces así.

– Ah, ¿sí? No es que tenga conferencias armadas, pero de vez en cuando me invitan a conversar desde mi trayectoria a mi visión de los emprendimientos. Recién, en La Serena, estuve defendiendo el proyecto de unos amigos que se trata de una ruta del pisco en Chile. Al igual que Los Jaivas, es una materia de la cual ni el Estado ni las personas se han hecho cargo. Hay un tema relevante de imagen país en aquello. Entonces, sí: también soy conferencista.

COMUNICACIÓN EN DIÁLOGO es un espacio gestionado por Arturo Figueroa-Bustos, académico investigador de la Escuela de Periodismo de la Universidad Andrés Bello, Campus Creativo.

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