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Académico José Miguel Labarca: “Eduquemos para pensar, de lo contrario no puede haber innovación”

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La innovación, al igual que el emprendimiento, son conceptos que de forma gradual se han ido integrando con fuerza en la agenda nacional. Un ejemplo de esto es el aumento del incentivo que la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), promocionó para el impulso de la innovación en 2016.

El académico, Doctor José Miguel Labarca Avilés, presentó este jueves su tesis doctoral “Sistemas de Innovación en los Contextos Macro-económicos: Crecimiento y Desarrollo”. El documento abarca un periodo de diez años (2000-2010), en el cual no sólo se analiza a Chile, sino también otros países del continente y de El Caribe.

Un día antes de la presentación, Labarca conversó con La Nación sobre un tema que hoy parece preocupa tanto a académicos como al gobierno.

– Cuándo hablamos de innovación en el país, ¿cuál es el rol del Gobierno?

– En Chile no tenemos un punto de partida sobre lo qué es la innovación. Primero preguntémonos, ¿qué país queremos? ¿Un país industrializado o exportador de materias primas? Hay tres etapas cuando uno plantea un desarrollo socioeconómico. La primera es la difusión (lo que deberíamos ser), en esa ya estamos fallando.

El académico remarca el rol clave de la educación para la innovación en un país: “el conocimiento parte por tener inteligencia”, señala y añade que de no aplicarse el conocimiento en la educación, la innovación a largo plazo es muy difícil de plantearse. “Hay que educar para pensar”, añade.

– ¿Que tan importante es el papel de la educación en la innovación para una país?

-Primero partamos por enumerar. Tengo inteligencia, estoy viviendo en un medio. ¿Qué necesito? Información. Segundo paso, investigar. Si tengo la investigación, puedo innovar. Luego, quiero ser competitivo. Después de tener la competencia, viene el emprendimiento.

“Si tengo los recursos, tengo el emprendimiento. El emprendimiento es para competir en los mercados mundiales. ¿Cuál es nuestro problema? Chile no ha generado ventajas competitivas, estamos incrustados en las ventajas comparativas. Seguimos siendo un país monoproductor”, apunta.

Y añade: “Además, la inteligencia está segregada ¿Quiénes tienen este acceso? Solo un porcentaje muy pequeño de la población. Eduquemos para pensar, de lo contrario no puede haber innovación”.

– ¿Qué medidas debe tomar el Gobierno en esta situación?

-La falta de innovación es una falla política, para que haya innovación tiene que haber políticas nacionales: educacionales, sociales, transporte, de salud y de inversión. Esos deberían ser los planes del Ejecutivo. Se tiene que desarrollar el plan estratégico, evidentemente con claridad en cuanto a los recursos que queremos gastar.

El Doctor Abarca Avilés, su esposa Lydia Carrasco y familia.

– De ser así, ¿qué estamos haciendo con los grandes valores intelectuales del país?

-Insisto: ¿qué hacemos con la educación aquí? la segregamos. Es un tema de ver los expositores de muchas charlas. La mayoría son PhD de universidades extranjeras. Además, el empresariado no tiene ningún interés en invertir en capacitación. En mi experiencia laboral, en la industria metalúrgica y siderúrgica en Estados Unidos , tuve la oportunidad de conocer a un Premio Nobel que trabajaba ahí mismo, en una metalúrgica, parece impensado, pero ahí estaba. Las ventajas competitivas son para crecer. Entonces, ¿en manos de quién estamos? hay una falta enorme de especialistas, mientras que afuera hay especialistas en todas las áreas que uno pueda imaginar.

– ¿Cuál es la falla en todo esto según su opinión?

-Evidentemente esto es una falla política. Hay una falla muy grande que tenemos que es la negociación. No sabemos negociar. Nos imponen los precios, por ejemplo, del cobre, del petróleo, etc. Entonces, ¿cómo competimos? hablamos de temas como la competencia y el valor, pero, si hay poco no podemos competir. Insisto: estamos estancados en las ventajas comparativas. Hay una confusión grande sobre lo que es la competitividad.

“El primer gobierno de Michelle Bachelet creó el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), bueno y eso, en mi opinión, no aparece en ningún lado”, agrega.

– ¿Existe un dejo de desconfianza de parte del empresariado para invertir en innovación y desarrollo?

-El asunto es el siguiente. No sacamos nada con tener la Conicyt (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica) y otras corporaciones sino no nos preguntamos ¿cuál es el corazón científico y pensante de los empresarios? Estos deberían preguntarse ¿cuántos doctores tengo?, ¿qué quiero investigar? Ahí es donde hay que hacer las modificaciones, pero, de fondo, esto es un problema cultural. Si no educamos para pensar, todo esto será difícil.
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