El fallecimiento del juez de la Corte Suprema abre las puertas a una posible crisis de gobierno, si el Partido Republicano se niega en el Congreso a aprobar al reemplazante nombrado por Obama. En un juego curioso del destino, el juez fallece en extrañas circunstancias en Texas, el mismo estado desde donde emanan varias demandas judiciales de importancia histórica sobre las que el propio magistrado debía decidir este 2016.
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