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Espacio Carrascal volvió a abrir sus puertas: vecinos disfrutaron de una alegre fiesta navideña donde pudieron reencontrarse

El centro de eventos ubicado en Nicolás Palacios #1689 de la comuna de Quinta Normal, se llenó el domingo 4 de diciembre de familias, risas, juegos, comida y un sol que no desalentó a ningún asistente. Esta fiesta navideña organizada como una actividad de vinculación con el territorio ofrecida por Novoa y Asociados, terminó como una exitosa jornada, que contó con más de 300 asistentes que evidenciaron la multiculturalidad en Chile y mostraron la importancia del contacto humano entre vecinos.
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Los cientos de vecinos de la ex Oficina de Control Técnico y la Subdivisión de talleres de la Compañía de Teléfonos de Avenida Carrascal, actualmente Centro Cultural Espacio Carrascal, volvieron a reencontrarse tras dos años de pandemia en el tradicional edificio, con una fiesta que dejó grandes momentos como la sillita musical y una “guerra de bombitas de agua”.

El centro de eventos, ubicado en Nicolás Palacios #1689 de la comuna de Quinta Normal, se llenó el domingo 4 de diciembre de familias, risas, juegos, comida y un sol que no desalentó a ningún asistente. Esta fiesta navideña con sentido organizada como una actividad de vinculación con el territorio, ofrecida por Novoa y Asociados, Sol y Lago Condominio, Hotel – Restaurante Bidasoa, Espacio Carrascal y Diario La Nación, terminó como una exitosa jornada que contó con más de 300 asistentes que evidenciaron la multiculturalidad en Chile y mostraron la importancia del contacto entre vecinos.

La fiesta contó con la animación del DJ Jota Mix, quien hizo bailar y moverse a padres e hijos con distintos ritmos y canciones del momento. Este perito mezclador, habitual de este espacio de eventos, afirma que se hizo presente “porque me gusta colaborar con este ambiente familiar”, ya que está acostumbrado a otro tipo de público. Y confidencia que para animar la fiesta lo importante es seguirle el ritmo a los niños, darle ambiente a la dinámicas del escenario y jugar bien con la música en los concursos.

La fiesta contó con la animación del DJ Jota Mix.

Deisy Alegría cuenta que es de Colombia y que vive en el edificio Quinta del Parque, que colinda al lado de Espacio Carrascal. A este encuentro llegó junto a su nuera Antonella y sus nietos Juan José y Nicolas, para pasar una tarde familiar. Sonríe al ver cómo se divierte los niños que hacen dibujos en el suelo con tizas de colores y le muestran sus creaciones. Cuenta que la ha pasado “¡chévere!” y que para ella ha sido una buena instancia esta fiesta, ya que no había vivido algo así desde antes de la pandemia.

Deisy Alegría cuenta que es de Colombia y que vive en el edificio Quinta del Parque, que colinda al lado de Espacio Carrascal. A este encuentro llegójunto a su nuera Antonella y sus nietos Juan José y Nicolas, para pasar una tarde familiar.
Deisy sonríe al ver como se divierte los niños que hacen dibujos en el suelo con tizas de colores y le muestran sus creaciones.

A unos pasos de donde está Deisy, padres e hijos ponen a prueba su puntería en los juegos de habilidad para ganar distintos premios. Celebran cuando le aciertan a los tarros y cajas con las pelotas de colores que le entregan los monitores, pero cuando no lo logran se ríen y vuelven a intentarlo con entusiasmo. Varios de los que reciben un premio después se dirigen a jugar taka-taka o van al pinta caritas que está a unos pocos pasos.

La fila del pinta caritas es larga. Allí los niños se entretienen jugando en la sombra mientras los adultos conversan y algunos también bailan al ritmo de la música del DJ Jota. La fiesta no solo se ha transformando en una instancia para celebrar en familia sino que también para conocerse. Deisy, ahora hace la fila para el pinta caritas y cuenta que hay varios vecinos que solo conoce de vista, y que debido a dos años de encierro por la pandemia la privó de conocer a la comunidad y valora ahora poder compartir con ellos.

En el fondo del espacio, tres juegos inflables animan a los niños a resbalarse una y otra vez mientras sus padres los cuidan. Entre ellos está Cristián Pereira junto a su hija Josefa de 7 años y Trinidad de 10. Mientras está atento a que sus hijas se lancen con cuidado, cuenta que se enteró de esta fiesta navideña por la junta de vecinos de su edificio. Él, hace años que vive en este sector y afirma que conoce a la mayoría de los habitantes del condominio (Quinta del Parque). Espontáneamente comienza a informar que valora la utilidad que le han dado a este edificio (ex Oficina de Control Técnico y la Subdivisión de talleres de la Compañía de Teléfonos). Asegura que entre sus muros hay mucha historia y patrimonio de la memoria de los que han vivido por este lugar. Cuenta que en algún momento quisieron derrumbarlo para levantar otra torre de departamentos o hacer un mall chino, pero finalmente se terminó transformando en un centro de eventos que conservó su arquitectura. “Y lo mejor, es que también lo hemos podido disfrutar nosotros”, afirma.

Cristián Pereira junto a su hija Josefa de 7 años y Trinidad de 10. Mientras

Yuliman vino con su hijo, su sobrina y dos amigas de la niña, y su madre, Carmen. Cuenta que los niños han disfrutado la comida y que le ha parecido excelente la variedad. Afirma que estos eventos son un buen momento para saber quiénes tienen alrededor porque “casi nunca nos vemos”. Carmen también valora este espacio para poder hablar con esos vecinos que solo “conocía de vista, y no de forma palpable como ahorita”. Relata que hace un año que llegó desde Venezuela por lo que no estuvo en la fiesta pasada del 2019, y reflexiona que este tipo de momentos los encuentra muy constructivos para conocerse. Luego, se despiden y caminan a las varias mesas donde hay comida y bebida.

Yuliman vino con su hijo, su sobrina, y dos amigas de la niña, y su madre, Carmen

En la acalorada tarde, las bebidas y aguas heladas han estado solicitadas. Además la actividad y el baile también ha despertado el hambre de los muchos vecinos que han llegado. Los cocineros no han parado. Algodón de azúcar, cabritas, helados, pizzetas y papas fritas el dan sabor a la jornada. El jefe de banquete de Euforia Chile Eventos es Ramiro López. Desde el interior de la cocinería donde hornean las pizzas observa a la gente y el edificio, allí reflexiona que el Espacio Carrascal “es un lugar lleno de historia, que ha estado poco explotado y que debiese pertenecer al jet-set santiaguino”, y afirma que “siempre es importante que un centro de eventos esté de la mano con la comunidad, porque es la comunidad la que da vida a los espacios. Este mismo evento le da sentido a la historia del edificio; el patrimonio. Es un lugar mágico y la gente así lo siente”.   

De pronto, los niños, en su mayoría del condominio Parque Yungay y Quinta del Parque responden al llamado de la organización que anuncia un esperado momento: la guerra de bombitas de agua. El calor se transforma en la excusa perfecta para que los chicos se junten alrededor de una caja plástica llena de estas “mini bombas”, mientras los monitores con risa suspicaz portan pistolas de agua para unirse al juego. A las 17:40 se desata la batalla y el agua en los cuerpos de los niños es un alivio bajo el sol. ¡La euforia es total!

Pero metros más allá, el escenario está listo y los vecinos se sorprenden cuando ven arribar a los jóvenes músicos en la tarima para preparar su equipo. La banda Killing de mind viene con un repertorio de clásicos que harán cantar a los presentes. Exactamente a las 18:05 comienzan a sonar el ritmo de la batería y los acordes de Beat It en la guitarra, y el público comienza a seguir la armonía y cantar la canción.

Paramar de Los Prisioneros, Ángel para un final de Silvio Rodríguez y Música Ligera de Soda Estero fueron interpretados en la primera tanda de la presentación. Su vocalista, Martina, afirma que estuvo nerviosa al principio, pero que le encantó el ambiente y ver como la gente coreaba las canciones, y declara que lo que la motivó a venir fue “el aportar a este evento con música y compartir con la gente, en una buena causa”.   

Pero cuando la banda se baja del escenario, en ese mismo sector donde el edificio proyecta su sombra, los organizadores comienzan a ordenar las sillas y los niños comienzan a especular lo que se viene. Los menores que asistieron a la fiesta pasada le dicen a los que llegan por primera vez que ahora “viene la sillita musical”. A las 18:40, la animadora del evento, Valentina Villaroel, toma el micrófono y convoca a todos los pequeños repartidos por el lugar. Algunos se apuran en terminar su helado y otros corren desde los juegos inflables para no perderse este concurso, que además cuenta con premios.

Los niños comienzan a dar vueltas alrededor de las sillas al ritmo de Bad Bunny, Cachureos y más música urbana. A pesar que la competencia es álgida, ninguno se va triste si queda fuera. Prevalece la amistad y el pasarlo bien. Tras una larga ronda, finalmente ganó Félix, que con 9 años no paró de mover las caderas y luchar por una silla. Su madre, Edith, de Venezuela, afirma que está muy contenta y que este el día de suerte de su hijo ya que además ganó cuando jugó apuntándole a los tarros. Su hijo no deja de sonreír y le muestra su auto de control remoto a sus amigos. Definitivamente, este es su día.

A las 19:05 comienza la segunda parte de la música en vivo. Los chicos afinan sus instrumentos y se coordinan. Francisco Silva, el baterista, comienza a marcar el ritmo con el bombo y comienza a sonar Persiana Americana. El calor lentamente comienza bajar a esa hora, y la gente sigue disfrutando; aprovechando los espacios que ofrece el salón de eventos. En ese momentos son los padres quienes más corean las canciones llena de clásicos: Tren al sur, Yellow (Coldplay) y Don’t stop me now (Queen). Al bajar del escenario, el guitarrista Nicolás Rosas, dice que fue una “experiencia bonita por el contexto en que sirve para colaborar con la comunidad. Eso lo hace mucho más gratificante tanto en lo personal y enriquece nuestra experiencia como músicos”, declara.

Pero tras las canciones interpretadas por la joven banda, a las 19:45 vuelve el turno para el baile entretenido. Mientras el DJ prepara la música, varios niños se reúnen alrededor del escenario para aceptar el desafío de mostrar quién es el más motivado para bailar o se sabe los coreos de TikTok.

Al momento de la danza varios se lucieron al rimo de canciones como Ultrasolo de Polimá Wescoast y Despechá de Rosalía, moviendo los brazos y caderas, mientras eran animados por Catalina Novoa, organizadora y animadora de esta fiesta.

Pero tras varias canciones y pasos, que también sirvieron para hacerse reír entre amigos, hubo dos ganadoras que supieron lucirse arriba del escenario y seguir el ritmo de la coreógrafa. Finalmente Mía, de 11 años, y su amiga Annie, de 9, terminaron como las grandes reinas del baile. Incluso, espontáneamente tuvieron la ocasión de danzar juntas una bachata y sellar su triunfo.

Mía, de 11 años, y su amiga Annie, de 9, terminaron como las grandes reinas del baile.

Eso sí, el baile no se detuvo, porque a las 20:30 llegó el último concurso con una nueva sillita musical que reunió a varios niños que quisieron ganar en la primera tanda. Al ritmo de las pistas del DJ Jota -que supo llevar la música en la extensa jornada-, los niños comenzaron a girar alrededor de varias sillas e ir uno por uno quedando fuera y recoger su premio de consuelo. Valentina, nuevamente supo dar la dosis de ánimo, mientras los monitores cuidaban la seguridad de los pequeños y dimitían cuando dos quedaban sentados en una misma silla. Pero tras varias canciones y aciertos, la última ganadora de la jornada fue Ariannis de 9 años. “Estoy demasiado feliz”, dijo la pequeña, mientras celebraba junto a Adriana, su madre.

Ariannis de 9 años, junto a su madre, Adriana.

El buen ánimo quedó flotando en el ambiente. Las sonrisas y la caras de satisfacción de los vecinos, que de apoco se fueron retirando, se notó transversalmente. Varios aprovecharon de comer las últimas papas fritas y pizzetas que seguían saliendo.

Tras concluida esta nueva fiesta navideña, la organizadora, Catalina Novoa afirma estar muy satisfecha, “ya que no solo se pasó bien, sino que nos sirvió para conocer a la gente del lugar, saber sus nombres, sus experiencias, ver de dónde vienen; vivir esa multiculturalidad en Chile, ya que varios son extranjeros”, y afirma que definitivamente “queremos seguir haciendo este evento, que tiene un sentido de aportar con la comunidad y abrir los espacios a los vecinos. Es importante nunca perder ese contacto con la gente y los mismos niños”.

En tanto, Valentina Villaroel, destaca la gran concurrencia de personas y de haber vivido una jornada “muy intensa pero muy entretenida. Pude notar la alegría y la sonrisa de los niños en sus caras y eso me llena de satisfacción. Nos preguntaban por los juegos, a qué hora comenzaban y todo, y esa motivación nos llenó como equipo”.

Pero además, reflexiona que este evento provoca una instancia que naturalmente es difícil que ocurra, y esto es “el hecho de que acá se juntan los vecinos y pueden crear un momento que lo transforman en propio, junto a sus familia. Y esa unión, ese momento que uno puede crear para ellos, es lo más importante”, cerró.

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