*Por Fernando Hofmann
La globalización contribuyó al advenimiento de una nueva era de interactividad entre naciones, economías y personas, fomentando un nuevo nivel de información, pero también dejando al descubierto la creciente desigualdad social y percepción de corrupción en diferentes niveles.
Como consecuencia, y desde hace unos años, la ciudadanía ha empezado a reclamar y reconocer -ante los distintos actores sociales- conductas claras y honestas, no sólo a través de la adquisición de los productos, sino también mediante iniciativas en beneficio de la comunidad en la que se desarrollan. Procuran que busquemos, indaguemos, analicemos y lo sigamos haciendo una y otra vez, para, finalmente, consolidar nuevas y mejores soluciones socialmente responsables.
Esta demanda, es cada vez mayor e implica un nuevo desafío para todos: comprometerse a promover y adoptar transversalmente en los negocios valores fundamentales como la ética y la transparencia.
Justamente la ética detrás de las corporaciones o gobiernos es uno de los temas centrales a la sustentabilidad y a la responsabilidad social corporativa, que ha sido definida en la agenda global de los 17 Objetivos del Milenio (ODS), pactados por la ONU. Específicamente a esta temática hace referencia el último de ellos: Paz, justicia e instituciones sólidas.
Bajo este objetivo y desde las compañías, debemos promover una forma de actuar que parta de una conducta ética y trasparente. Esto supone respetar y cumplir, sin dudas, los requisitos legales y regulatorios de cada país, pero ante todo, traspasarlos e ir más allá. Para ello, es necesario establecer reglas claras para todos: un Código de Conducta aplicable a empleados, clientes, consumidores, proveedores (cadena de valor) y competidores, que incluya diferentes temáticas; centrándose en áreas básicas como la conducta frente al equipo, frente a otros y frente a la Compañía. Este código debe establecer pautas que ayuden a desarrollar las operaciones con integridad y según altos estándares de calidad y respeto. De esta manera generaremos un aprendizaje mutuo gracias al intercambio de diferentes puntos de vista y experiencias, permitiendo mejores políticas y estrategias corporativas y sociales.
Hay que animarse a ir más lejos de lo establecido para generar políticas innovadoras y transgresoras que incluso puedan adoptar otras empresas o bien transformase en regulaciones gubernamentales para todos. En definitiva, tenemos que superar límites que consoliden un nuevo paradigma de negocio, que mantenga coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Además, significa aportar al diálogo con grupos de interés como base de la creación de valor de las empresas, favoreciendo las relaciones laborales basadas en el interés mutuo, una política ecológica sostenible, una sólida relación con las instituciones y esencialmente a un vínculo traslúcido y de confianza con los consumidores y los medios de comunicación.
Un mundo lleno de oportunidades nos espera si seguimos esta nueva ruta. Nuestro objetivo es tomar cartas en el asunto y proyectarlo a nuevos horizontes; es mirar hacia el futuro con prácticas de negocio amigables; buscar progresar día a día en post de seguir mejorando la vida de las personas, de la sociedad, del mundo. Globalmente existe una tendencia hacia la responsabilidad social y desde nuestro lugar debemos comprometernos a aportar al cambio.
*Fernando Hofmann es Director de Asuntos Legales y Corporativos de Kimberly-Clark LAO – Región Austral.