“Un frío día de junio de 2015 traspasé la puerta de la consulta de la psicóloga Sofía Carrasco, en Providencia, para someterme a una Terapia Breve Centrada en Soluciones. Mi madre había muerto hacía dos meses, me sentía desgarrada y me invadía la culpa. No sabía nada acerca del procedimiento terapéutico, pero tras esa primera sesión me sentí más tranquila y diría que hasta contenta. Intuí que en esa habitación, de calle Padre Mariano, volvería a rearmarme”.
Durante cuatro meses la paciente pasó de la pena profunda al crecimiento. Tuvo una mirada más positiva de su relación con su madre, visualizó con optimismo el futuro y aprendió a hacer pequeños cambios de hábitos los domingos, que era el día más difícil de sobrellevar, porque era el momento de la semana en que solía compartir con su madre.
“Ahora me levanto más tarde, escribo o duermo siesta. Y no estoy pegada a la ventana del living recordando, por ejemplo, que a las dos de la tarde solía ver a mi mamá que caminaba apresurada hacia el edificio para no llegar atrasada a almorzar conmigo”, confiesa.
Durante el lapso que duró el tratamiento, se dio cuenta de que tras la culpabilidad tenía una mirada integradora del amor desde la compasión.
La psicóloga de la Universidad de Chile, quien hizo una pasantía en el Mental Research Institute, Palo Alto, California, señala que esta terapia “no se centra solamente en la problemática de la persona, porque los problemas no permanecen todo el tiempo, incluso pueden desaparecer”.
Lo que hace entonces el terapeuta es indagar respecto a las habilidades y recursos emocionales del paciente. “Valoramos mucho los intentos de solución exitosos que ha tenido para salir adelante en otras ocasiones y sobreponerse ante las dificultades”, remarca.
Muchas terapias trabajan en torno al entrenamiento y aprendizaje de nuevas actividades o acciones que debe hacer el sujeto, algo distinto a lo que sucede en este modelo que refuerza aquello que el paciente porta internamente como son sus habilidades. Esto hace tremendamente eficiente la terapia, porque el cambio lo hace la misma persona. “Nos aseguramos que el paciente reconozca sus capacidades para que las valide”, destaca.
“Tenía expectativas más altas respecto a cómo me iría con la atención de pacientes. Pensaba también que tendría más llegada con los talleres para adolescentes y adultos que es otra herramienta que me gusta bastante”, cuenta.
Cuando llegó a la terapia se sentía un poco frustrada en este sentido, admite. A medida que se sucedieron las sesiones comprobó que lograba una mayor aceptación de lo que le ocurría. “Lo que uno busca en una terapia es que uno pueda sentirse mejor con lo que tiene, porque lo externo puede variar pero el cómo uno se siente internamente es lo que hace la diferencia. Y yo siento que gracias a este método lo he logrado”.
La terapia le ha permitido -agrega- “tener una visión más positiva de mi realidad. En la segunda sesión comencé a sentirme más tranquila, más contenta con lo que tenía, percibía que estaba aceptando más. Eso hizo que tuviera una mejor disposición frente a todo lo que me sucediera”.
Visualizó también con mayor nitidez los recursos emocionales con los que contaba como su flexibilidad y capacidad de adaptación. “Los pude validar. Cuando te los van mostrando con ejemplos concretos uno se va empoderando, adquiere mayor seguridad y tiene la certeza de que todo eso es verdad. Me ha hecho bien este modelo, rápidamente he tenido una visión más positiva de mi persona. El que haya logrado sentirme más aliviada en poco tiempo me ha resultado mucho más práctico”, completa.
El Modelo Centrado en Soluciones nació en 1982 a partir de los estudios de Steve de Shazer e Insoo Kim Berg en el Brief Family Therapy Center (BFTC) en Milwaukee, Wisconsin.
Los especialistas se dieron cuenta que en las sesiones se gastaba mucho tiempo en pensar, hablar y analizar el problema, mientras el sufrimiento de los consultantes continuaba. Se ocupaban además energía y recursos que podían ser empleados en pensar acerca de lo que puede ayudar a encontrar soluciones realistas, razonables y rápidas. Ponen el acento en que es interesante ese instante cuando la conversación deriva en la construcción de los momentos en que el problema no se presenta.
La Práctica Centrada en Soluciones es actualmente un modelo devanguardia para el tratamiento de los problemas, síntomas y disfunciones en salud mental. Su influencia abarca el ámbito de la educación, el trabajo social, la psicología y la psiquiatría.
Durante cuatro meses la paciente pasó de la pena profunda al crecimiento. Tuvo una mirada más positiva de su relación con su madre, visualizó con optimismo el futuro y aprendió a hacer pequeños cambios de hábitos los domingos, que era el día más difícil de sobrellevar, porque era el momento de la semana en que solía compartir con su madre.
“Ahora me levanto más tarde, escribo o duermo siesta. Y no estoy pegada a la ventana del living recordando, por ejemplo, que a las dos de la tarde solía ver a mi mamá que caminaba apresurada hacia el edificio para no llegar atrasada a almorzar conmigo”, confiesa.
Durante el lapso que duró el tratamiento, se dio cuenta de que tras la culpabilidad tenía una mirada integradora del amor desde la compasión.
RECURSOS EMOCIONALES
María Amelia Barrera, directora de CentroSol Instituto de Terapia Centrada en Soluciones, explica que una de las bondades de esta terapia es que el paciente “desde la primera sesión se siente un poco mejor. Y esto ocurre, porque se trata de un modelo terapéutico que tiene un enfoque distinto: no se detiene en el problema sino que en reforzar los recursos y capacidades del consultante”.La psicóloga de la Universidad de Chile, quien hizo una pasantía en el Mental Research Institute, Palo Alto, California, señala que esta terapia “no se centra solamente en la problemática de la persona, porque los problemas no permanecen todo el tiempo, incluso pueden desaparecer”.
Lo que hace entonces el terapeuta es indagar respecto a las habilidades y recursos emocionales del paciente. “Valoramos mucho los intentos de solución exitosos que ha tenido para salir adelante en otras ocasiones y sobreponerse ante las dificultades”, remarca.
Muchas terapias trabajan en torno al entrenamiento y aprendizaje de nuevas actividades o acciones que debe hacer el sujeto, algo distinto a lo que sucede en este modelo que refuerza aquello que el paciente porta internamente como son sus habilidades. Esto hace tremendamente eficiente la terapia, porque el cambio lo hace la misma persona. “Nos aseguramos que el paciente reconozca sus capacidades para que las valide”, destaca.
UNA VISIÓN MÁS POSITIVA
Andrea (48), de profesión psicóloga, se sometió a la terapia, porque necesitaba “aceptar” lo que le ocurría en el ámbito laboral. Hacía tiempo ya que se sentía insatisfecha en su trabajo.“Tenía expectativas más altas respecto a cómo me iría con la atención de pacientes. Pensaba también que tendría más llegada con los talleres para adolescentes y adultos que es otra herramienta que me gusta bastante”, cuenta.
Cuando llegó a la terapia se sentía un poco frustrada en este sentido, admite. A medida que se sucedieron las sesiones comprobó que lograba una mayor aceptación de lo que le ocurría. “Lo que uno busca en una terapia es que uno pueda sentirse mejor con lo que tiene, porque lo externo puede variar pero el cómo uno se siente internamente es lo que hace la diferencia. Y yo siento que gracias a este método lo he logrado”.
La terapia le ha permitido -agrega- “tener una visión más positiva de mi realidad. En la segunda sesión comencé a sentirme más tranquila, más contenta con lo que tenía, percibía que estaba aceptando más. Eso hizo que tuviera una mejor disposición frente a todo lo que me sucediera”.
Visualizó también con mayor nitidez los recursos emocionales con los que contaba como su flexibilidad y capacidad de adaptación. “Los pude validar. Cuando te los van mostrando con ejemplos concretos uno se va empoderando, adquiere mayor seguridad y tiene la certeza de que todo eso es verdad. Me ha hecho bien este modelo, rápidamente he tenido una visión más positiva de mi persona. El que haya logrado sentirme más aliviada en poco tiempo me ha resultado mucho más práctico”, completa.
El Modelo Centrado en Soluciones nació en 1982 a partir de los estudios de Steve de Shazer e Insoo Kim Berg en el Brief Family Therapy Center (BFTC) en Milwaukee, Wisconsin.
Los especialistas se dieron cuenta que en las sesiones se gastaba mucho tiempo en pensar, hablar y analizar el problema, mientras el sufrimiento de los consultantes continuaba. Se ocupaban además energía y recursos que podían ser empleados en pensar acerca de lo que puede ayudar a encontrar soluciones realistas, razonables y rápidas. Ponen el acento en que es interesante ese instante cuando la conversación deriva en la construcción de los momentos en que el problema no se presenta.
La Práctica Centrada en Soluciones es actualmente un modelo devanguardia para el tratamiento de los problemas, síntomas y disfunciones en salud mental. Su influencia abarca el ámbito de la educación, el trabajo social, la psicología y la psiquiatría.