El rector de la Universidad Diego Portales y columnista, Carlos Peña, analizó el triunfo de José Antonio Kast y lo interpretó como el reflejo inverso del fracaso del proyecto de Gabriel Boric.
“El triunfo de Kast es exactamente el revés del fracaso, creo yo, del proyecto del Presidente Boric”, dijo.
En entrevista con T13 Radio, el académico indicó que el resultado de la votación de la centroizquierda se explica por el “desempeño, sobre todo ideológico, discursivo, tan distante de la realidad del Gobierno de Gabriel Boric, particularmente en la primera parte”. Esa distancia habría generado una brecha entre el discurso de la centroizquierda y “las expectativas, las necesidades, los intereses de las grandes mayorías”.
Peña sostuvo que la victoria de Kast no responde a una propuesta ideológica, sino a un estilo político marcado por “un extremo pudor, una extrema timidez a la hora de expresar ideas”.
Su oferta, añadió, se ha limitado a un “gobierno de emergencia, centrado en medidas tendientes a conferir seguridad (…) y mejorar algunos indicadores económicos”. En esa línea, concluyó que Kast accedió al poder por “la rara virtud de no expresar ideas y más bien simplemente hacer una oferta de medidas, pero sin ningún trasfondo ideológico”.
Respecto a las dudas sobre los márgenes democráticos del nuevo gobierno, Peña afirmó que no tiene “dudas (de) que Kast y el grupo que lo apoya es democrático”, aunque sí cuestionó “su adhesión a los ideales liberales”. El riesgo, advirtió, es que se exacerbe “la retórica del control” y la utopía de “apagar del todo la delincuencia”, lo que podría “deteriorar (…) no la democracia, pero sí las convicciones liberales que le subyacen a una democracia liberal”.
En cuanto a la derrota de la izquierda, Peña fue categórico: “La causa de la derrota, que es una derrota gigantesca, no lo olvidemos, es la tontería (…) la tontería de creer que una agenda de izquierda es una agenda particularista”.
A su juicio, el sector abandonó su eje histórico centrado en “la pobreza, las grandes desigualdades” y se volcó hacia “todos los intersticios de la sociedad chilena”. La tarea pendiente, concluyó, es “recuperar ese discurso universalista” y responder a la pregunta sobre “¿qué es genuinamente ser de izquierda en un mundo moderno como el que hoy día tenemos?”.