Equipos de rescate están buscando un posible superviviente este viernes entre los escombros de un edificio destruido de Beirut, donde un grupo de socorristas chilenos registró latidos de corazón gracias a un escáner, un mes después de la devastadora explosión en la capital libanesa.
Es una búsqueda inaudita y cargada de esperanza que se lleva a cabo con las manos y un gran cuidado, conforme los equipos de rescate chilenos y los miembros de la Defensa civil libanesa se acercan al lugar donde podría haber una persona aún con vida, comprobaron fotógrafos de AFP.
El equipo especializado de los socorristas chilenos, que pertenecen a la unidad Topos Chile, llegó hace pocos días a Beirut y el jueves, gracias a un perro rastreador y escáneres términos, detectaron pulsaciones bajo los escombros de un edificio destrozado por la explosión del 4 de agosto, que dejó al menos 191 muertos y 6.500 heridos en la ciudad.
Por la noche, dos grúas retiraron muros que corrían el riesgo de derrumbarse.
“Trabajamos sin descanso desde la noche. Hemos retirado los escombros, pero todavía no hallamos nada”, declaró a la AFP el director de operaciones de defensa civil, George Abou Moussa.
El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, declaró el jueves a periodistas que podría haber uno o dos cuerpos, y quizás un superviviente, ya que los escáneres permitieron detectar “latidos cardíacos”.
“Tras haber retirado los escombros grandes, realizamos nuevos tests para vigilar el ritmo cardíaco o la respiración, que revelaron un débil ritmo (…) siete latidos por minuto”, declaró este viernes Nicolás Saadeh, que coordina las tareas de búsqueda entre el equipo chileno y defensa civil. La víspera, se detectó un ritmo cardíaco de 16 a 18 latidos por minuto.
Líbano no posee los equipos ni la capacidad técnica para hacer frente este tipo de catástrofes. Varios países enviaron rápidamente equipos de socorristas y asistencia técnica tras la explosión.
CIUDADANOS INDIGNADOS
Los Topos nacieron tras el fuerte terremoto de México en 1985, que dejó más de 10.000 fallecidos, cuando un grupo de voluntarios comenzó a ayudar a los equipos de emergencia que estaban superados por la tragedia. Hoy, hay Topos en varios lugares de mundo, entre ellos Chile, y son brigadas civiles especializadas en tareas de rescate complicadas.
La interrupción de las tareas de búsqueda en el edificio del centro de Beirut el jueves por la noche provocó comentarios de ira en las redes sociales, en las que los ciudadanos volvieron a arremeter contra las autoridades, consideradas responsables de esta tragedia por su descuido.
El ejército afirmó este viernes en un comunicado que los trabajos fueron suspendidos durante dos horas durante la noche “debido al riesgo de derrumbe de uno de los muros fisurados del edificio”.
Según el ejército, aún hay siete personas desaparecidas tras la explosión. El Banco Mundial calculó que los destrozos materiales y las pérdidas económicas generadas por este drama ascienden a entre 6.700 y 8.100 millones de dólares.
En los barrios siniestrados, voluntarios y oenegés ayudan a los ciudadanos a reparar sus casas y organizan repartos de comida.
Según las autoridades, la explosión fue provocada por 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas sin las debidas medidas de precaución desde hace años en el puerto de Beirut. Según los medios locales, la cantidad que explotó fue menor y hubo una parte del nitrato de amonio que fue retirada de estos hangares en los últimos años.
El jueves, el ejército dijo que había descubierto contenedores con unas cuatro toneladas de nitrato de amonio en el puerto, sin precisar si esta cantidad forma parte de las 2.750 toneladas iniciales.
El juez libanés encargado del caso escuchó el jueves el testimonio del primer ministro saliente, Hassan Diab, que se convirtió en la primera autoridad del país en prestar declaración.
Entre las 25 personas detenidas por esta tragedia se encuentran el director general del puerto, Hassan Koraytem, el director general de los servicios de Aduana, Badri Daher, y el director general de los transportes marítimos y terrestres, Abdel Hafiz Al-Kaissi, entre otros.
La explosión agravó la situación de un país ya en crisis política y económica.
El gobierno de Diab dimitió el 10 de agosto y Mustapha Adib fue elegido primer ministro bajo una presión internacional creciente, sobre todo francesa.
Adib se comprometió a formar un gobierno de expertos rápidamente para restablecer la “confianza de los libaneses”, que desean una renovación total de sus dirigentes.