En esta época de la vida, el grupo de amigos es un gran referente, y en muchas ocasiones presionan para que se inicien relaciones sexuales o se realicen de forma insegura, con comentarios como “ya deberías probarlo…”, “eres muy aburrida/o si no lo haces…”, etc.
Los adolescentes deben tener las suficientes herramientas para conocerse y saber qué es lo que quieren en cada momento, y así, no ceder ante la presión del grupo. Por eso, se hace de vital importancia la educación sexual, no sólo desde el ámbito educativo sino también por parte de las familias.
Que se conozcan y se acepten tal y como son para poder expresar su sexualidad con satisfacción, es el principal objetivo. De esta forma, los jóvenes se encuentran preparados, tienen los conocimientos necesarios para iniciar una relación sexual segura y el poder de decidir cómo, cuándo y con quién tenerlas.
Se propicia así una seguridad en el adolescente que no muchos consiguen y que hace que puedan enfrentar los primeros encuentros eróticos desde la seguridad y el conocimiento y no por el contrario, desde el miedo y la inseguridad.
Gracias a lo anterior, una vez llegado el momento, los adolescentes son capaces de discernir lo que les apetece, se sienten empoderados para tomar decisiones y consiguen encuentros sexuales mucho más plenos, seguros y satisfactorios.
Por lo tanto, fomentar que los adolescentes conozcan su sexualidad es invertir en seguridad, satisfacción, autoestima, diversidad… pero por sobre todo es invertir en que sean jóvenes felices, que disfrutan plenamente su sexualidad en todos los ámbitos de su vida.
* Esther Ayala Matrona y académica de la Facultad de Medicina de la U. San Sebastián.