Una particular polémica está marcando el desarrollo de la equitación de los Juegos Olímpicos. Todo por la presencia de una estatua de un luchador de sumo que se ubica a un costado de uno de los obstáculos del circuito. La figura en tamaño real ya provocó las quejas de varios jinetes, quienes afirman que sus caballos se distraen con su presencia.
“Al dar la vuelta al obstáculo 10, lo primero que ves es (el trasero de) un tipo gordo”, dijo el jinete británico Harry Charles. “Hay mucho que ver”, añadió el irlandés Cian O’Connor. Algunas duplas se han tenido que frenar repentinamente antes de la figura, lo que les ha significado puntos de sanción, que en algunos casos los privó de avanzar a la final.
“Vi que unos cuatro o cinco caballos se asustaron con eso”, reiteró Charles. El luchador de sumo es parte de una decorativa que también incluye kimonos, palacios o tambores taiko. Eso sí, ninguno ha generado tanta controversia como la figura a escala real.
A tal punto que varios jinetes han optado por llevar a sus caballos a la mencionada zona antes de entrar en competencia. “Esperemos que les de familiaridad. Parece una persona y eso es algo un poco aterrador. Saben, los caballos no quieren ver a un tipo, o lo que parece un tipo, junto a un obstáculo, viéndolos con intensidad como si estuvieran listos para pelear”, comentó el israelita Teddy Vlock.
Los grandes favoritos al podio, el británico Scott Brash y el suizo Martin Fuchs, muestran una opinión distinta y creen que los cerezos ubicados al otro lado del obstáculo es la principal distracción para los equinos. De todas formas, a los experimentados no les sorprende, ya que pese a ser una de las pruebas olímpicas más tradicionales, siempre han tenido que lidiar con circuitos poco amigables desde lo competitivo, más no desde lo estético.
“Siendo sinceros, es algo que esperas de unos Juegos Olímpicos. Sabes que será decorativo. Y es hermoso ¿saben? Es fantástico. Es eso lo que lo convierte en un campeonato. Si fueran obstáculos simples, sería como cualquier otra semana“, concluyó Brash.
