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Mia Schem, la joven que estuvo secuestrada por Hamás, visitó Chile por primera vez

La nieta del chileno, Zeev Scharf, viajó junto a su madre, Keren Schem, a nuestro país. En un encuentro con la comunidad judía remarcó que “estoy atrapada en el 7 de octubre. Mi tiempo se detuvo entonces (…)”.“La libertad a veces está dentro de ti. Toda mi vida me sentí en cautiverio. Era libre en mi cuerpo, pero era un cautiverio diferente. La libertad para mí es vivir la vida, es vivir el momento. Es creer, confiar en el proceso. Confiar en Dios (…), dijo.

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Mia Schem (23), la nieta de chileno que fue secuestrada el 7 de octubre de 2023, desde la fiesta Nova, cuando ocurrió el ataque terrorista de Hamás a Israel, estuvo en Chile recientemente.

La nieta del chileno, Zeev Scharf, viajó junto a su madre, Keren Schem, a nuestro país. Durante su estadía, visitaron el lugar donde vivió su abuelo y el cementerio donde se encuentra su bisabuelo. “Realmente, fue muy emocionante ver su tumba. Nunca había estado aquí”, contó Mia.

En un encuentro con la comunidad judía, su madre —hija del hombre chileno— expresó: “Él desearía poder estar aquí. Quería venir. He hablado con él todo el tiempo: le muestro todos los lugares a los que voy. Quiere escuchar a la gente hablar español. Está muy emocionado por nosotras, por él. Es muy especial para mí”.

Mia contó que “(mi abuelo) me hablaba todo el tiempo de Chile, que su padre y hermanos nacieron aquí y sobre su historia sobre Chile”.

Además de ser una de las víctimas del ataque del 7 de octubre, la joven fue la protagonista del primer video difundido por Hamás para mostrar a un secuestrado. En él se la veía herida en un brazo, hablando frente a la cámara en condiciones complejas. Su imagen recorrió el mundo y se convirtió en símbolo del drama de los rehenes.

En relación a su decisión de asistir al festival de música, relata: “Los organizadores de ese festival Nova son amigos muy cercanos. Decidí ir al festival en el último minuto. Era Sucot (fiesta judía), un viernes por la noche, y le pregunté a mi mejor amigo Elia (Toledano) si quería ir conmigo a Nova y me dijo que sí. Recuerdo que a la hora de la cena le dije a mi mamá que iba a ir a la fiesta. Pero no sabía dónde tendría lugar, porque en el caso de esos festivales solo avisan el lugar dónde serán una hora antes que empiecen. Solo sabía que al parecer sería en el norte de Israel, pero no sabía que estaba cerca de Gaza. Manejé hasta la casa de Elia, lo recogí y fuimos a la fiesta. Llegamos muy temprano, porque ese tipo de fiestas empiezan al amanecer, cuando sale el sol. Desde un comienzo, la vibra entre Elia y yo era muy mala, algo no funcionaba entre nosotros. Así que comenzamos a decir y sentir que algo iba a suceder”.

Agregó: “Recuerdo la hora exacta, a las 6.29 de la mañana, grabé el último video con Elia y le dije ´vámonos a casa”, porque no nos estábamos divirtiendo y nuestra relación no fluía bien. El nuestro fue el primer automóvil que salió de esa área. Cuando había conducido 20 minutos, Elia gritó algo (no recuerdo qué) y todo comenzó. Los terroristas nos estaban esperando. Fuimos los primeras a las que vieron y comenzaron a dispararle al auto. No veía ni entendía nada. Disparaban en todas direcciones hasta que alcanzaron los neumáticos. El auto era eléctrico, así que temíamos que el auto explotara. Mientras toda el área comenzó a arder, el auto se cerró casi por completo y salimos por las ventanas del auto: yo de un lado y Elia del otro lado”.

 “Entonces, los terroristas estaban muy, pero muy cerca mío y uno de ellos me disparó desde muy poca distancia. Sentí que mi mano volaba, que estaba desconectada de mi cuerpo. Recuerdo que simplemente tomé mi mano del suelo y la sostuve muy cerca de mi cuerpo. No sentía dolor por la situación extrema, pero le gritaba a Elia: ´No tengo mano, no tengo mano´. En tanto, Elia resultó herido”, detalló.

La joven contó que “llegué a Gaza el 7 de octubre muy temprano. Me llevaron sola en el coche privado junto a siete monstruos de Hamás. Así que, entonces, no sabía que había otros israelíes secuestrados en Gaza. Me di cuenta que estaba en Gaza después de una hora de viaje, cuando un terrorista me dijo: ´bienvenida a Gaza´. La palabra bienvenida, fue un detonante para mí. Pero al principio no abrí los ojos, porque tenía mucho, mucho miedo. No quería hacer contacto visual con los terroristas. No sabía qué había pasado y jamás imaginé algo así. Tenía miedo de que mi mamá no supiera que estaba viva y estaba ahí, porque toda el área estaba quemada. Lo único que vi en el camino fueron cadáveres, muchos de ellos ardiendo y autos quemados. Y estoy atrapada en este día: es una imagen que está grabada en mi mente con los olores y todo”.

Mia sostuvo que “antes del primer lugar al que me llevaron en Gaza, no abrí los ojos porque tenía miedo. Pero me ataron la mano con un plástico, no sentí mi mano en los primeros días, porque tenía mucho miedo. Antes de que tomaran el video, me llevaron a un hospital entre comillas y me pusieron un poco de hierro, solo para calentarme la mano. No me dieron medicamentos, ni me trataron la mano. Solo me pusieron en una habitación cerrada con un terrorista. Durante la cirugía, que fue sin anestesia, me pusieron una máscara en la boca. Cuando desperté de la cirugía, me vistieron como un árabe y me llevaron de regreso al lugar donde estaba. No me dieron medicinas, comida, ni agua. El lugar era como una jaula, era como un animal en una jaula, lo sentía así”.

“Me sacaron de mi país, de mi casa y cómo me trataron…me hizo pensar en las historias que escuché de la Shoá (Holocausto). Los padres de mi abuela estuvieron en la Shoá. Me trataron así solo porque soy judía. No había humanidad, cero humanidad…”.

También se refirió al video en ella aparece, que fue el primero en que Hamás mostró a uno de sus secuestrados en Gaza: “Un terrorista, que estuvo conmigo 50 días, me dijo vamos a hacer un video y que todo el mundo lo verá. Entonces, por un lado, estaba medio feliz, porque pensé para mí misma que mi mamá sabría que estaba viva. Pero pensé en Guilat Shalit, soldado israelí que estuvo secuestrado más de cinco años en Gaza. Y me dije a mí misma: lo que significa que hagan un video es que estoy en Gaza y estamos en guerra”.

Señaló, a su vez, que le tomó tiempo saber que había otros secuestrados en Gaza: “Creía que era la única secuestrada en Gaza. Solo después de casi tres semanas, comencé a entender que no era la única, porque algunos de los terroristas me dijeron, ´no te preocupes, no eres la única que no va a lograr que su mamá la libere. Hay muchos israelíes que se van a quedar aquí. En realidad, hasta ahora, puedo decir que no entiendo la magnitud del evento y lo que mi familia hizo por mí. Me tomó mucho tiempo entender lo que sucedía, lo que sucedió en Israel y que muchos otros israelíes fueron secuestrados”.

 “Sabía que cuando tomaron el video y me dijeron que tenía que decir. Lo grabaron tres veces. Supe que cuando mi mamá iba a mirar mis ojos. Y ya sabes si miras en el video puedes ver que miro hacia los lados, porque sabía que cuando mi mamá viera este video, lo entendería todo. Pero cuando me dijeron que todo el mundo iba a ver este video, me dije, debes mantenerte fuerte, porque si tu madre dice que siente que estoy débil, estoy terminada”, detalló.

En relación a la actuación de su madre tras la emisión del video, manifestó: “Estuve en el mismo sitio con un terrorista durante las 24 horas del día. Me miraba las 24 horas. Se sentó con una pistola a mi lado. No podía dormir, ni hacer nada. Dos semanas después de que el video fuera publicado por Hamás, el terrorista me dijo un día: ´sal afuera´. Tu mamá está en la televisión´. Me señaló que quería hablar conmigo y que era ´la última vez que vería a mi mamá, porque nunca volverás a casa´. Y escuché lo que estaba diciendo. Pero venimos de una vida difícil y sabemos cómo actuar. Sabía que mi mamá iba a saber cómo llevarme de regreso a casa. Le decía todos los días a D-os todos gracias que era yo y no mis hermanos, porque yo sabía qué hacer para sobrevivir ahí, para creer, para salvarme-. Mi mamá es muy buena para luchar por mí y para hacer lo que hizo por mí. Mi mamá es la mujer fuerte que conozco. No lo digo solo porque es mi mamá, sino porque ella es increíble”.

Prosiguió: “Aprendí de mi mamá, no por lo que me dijo, sino por cómo la veo, qué hizo en la vida, cómo actúa. Recuerdo que toda la vida nos dijo ‘todo va a estar bien’ y ‘lo que tiene que suceder, sucederá’. Y lo creo. Puedo hablar contigo sobre el cautiverio toda la vida y no llorar. Pero no cuando hablo de mi familia, ese es mi punto débil. Así lo viví en cautiverio: todo tiene una razón. Debe haber sido porque algunas cosas deben suceder y otras cosas deben cambiar. Tal vez, la relación con mi mamá y hermanos. Me siento bendecida. Entonces, después de que la vi en la televisión, simplemente cambié de opinión, cambié mis pensamientos. Escuché lo que dijo (‘confío en las FDI y debemos mantenernos optimistas’) y esas palabras se me quedaron grabadas. Durante mi cautiverio y después de escuchar esas palabras, toda mi mente cambió. Dejé de llorar y me dije a mí misma: mi mamá se veía muy fuerte. La vi sentarse y mi hermano se sentó a su lado y me dije a mí misma: ‘no existe posibilidad de que nunca vuelva a casa’”.

LA LIBERACIÓN

Respecto al momento de su liberación, indicó: “Estuve en cautiverio 55 días: 50 días en un lugar y, luego, los últimos cinco días estuve con otras mujeres jóvenes israelíes en los túneles. Estaba tal vez a 60 o 70 metros bajo tierra. Sabía que algo sucedía afuera. Sabía que si no me liberaban en ese momento, nunca volvería a casa. Me liberaron en el último minuto. El último día en los túneles, uno de los guardias me dijo: ‘Tú, Israel’. Pero al principio no le creí, porque me lo decían todo el tiempo para romperte por dentro, romperte el alma, hacerte sentir débil. Todo lo que quería era vivir. Así que fue muy difícil. Fue difícil mantenerme fuerte y estar en un estado positivo. Pero, ya sabes, tenía muchas cosas y muchas cosas de Dios… Tengo una comunidad espiritual con mi madre. Al principio, antes de eso, sabía que ella… No sé cómo explicar eso. Mi mamá, ella es un ángel. Ella me dio mucha energía. La sentí cuando estaba en cautiverio. Sabes, imaginé cómo me abrazaba y me cuidaba mientras ella imaginaba que lo hacía”.

Agregó: “Les dije a las otras secuestradas: ‘lo siento por salir mientras ustedes se quedan allí’. Esas imágenes se quedaron en mi mente durante todo el tiempo hasta que llegué a casa. Pero puedo decirles que no puedo comenzar a recuperarme, no solo yo —sino todas las familias de los rehenes y los otros rehenes que han sido liberados— hasta que todos regresen a casa. Porque sé cómo es estar allí y mi mamá sabe cómo es estar del lado de las familias. Empiezo a hablar de ello y me caen lágrimas, porque no me quedé ahí. Me sacaron de los túneles. Pero no lo creí hasta que vi a las FDI. Después me llevaron a la Cruz Roja. La Cruz Roja me sacó fuera de Gaza. Y no podía creerlo, porque era como un sueño lejano”.

Manifestó que parte de ella se quedó en el día del ataque: “Estoy atrapada en el 7 de octubre. Mi tiempo se detuvo entonces. No puedo creer que hayan pasado casi dos años y todavía estamos en la misma situación. Perdí a mi mejor amigo Elia y a muchos amigos. Y mi vida ha cambiado. Hay olores que están pegados en mi mente, están atascados en mi nariz. Tengo imágenes tan terribles que pueden ser como una escena de una película, la terrible escena de una película. Es algo que está lejos de la naturaleza humana. No soy solo yo. Mi madre también necesita recuperarse y tengo más hermanos que necesitan saber. En primer lugar, realmente no podemos recuperarnos porque en Israel la situación es muy complicada. Todavía tenemos 50 personas en Gaza. Hay guerra, soldados que mueren todos los días, madres que no pueden dormir, mucha gente herida. Todo es muy complicado. Y nosotros y no solo nosotros, toda la sociedad israelí está atrapada en una situación compleja. Realmente no podemos recuperarnos hasta que la realidad cambie”.

 “Somos los shlijim (mensajeros) y todo el mundo necesita saber lo que nos sucedió el 7 de octubre. Lo que nos pasó. Simplemente fui a una fiesta y de repente me encontré en Gaza sola. Perdí a muchos amigos, pasé cosas tan difíciles, así que es terrible para nosotros. Parte de mi curación pasa por hablar, hablar frente al mundo. Y es muy importante que el mundo y el pueblo judío —pero no solo el pueblo judío— entiendan realmente lo que nos sucedió. Cuando estaba en cautiverio, tenía mucho miedo…son casi dos años y todavía hay gente allí”.

 “Hay una canción, Shir Lamaalot (un salmo), que es increíble. Todos los días, en cada momento, solo miro hacia arriba y pienso en él. Todo el día, todos los días en cautiverio lo hacía y nunca dejé de creer. Y nunca dejé de imaginar el encuentro con mi mamá después de mi cautiverio”, añadi.

Mia finalmente indicó qué es la libertad para ella: “La libertad a veces está dentro de ti. Toda mi vida me sentí en cautiverio. Era libre en mi cuerpo, pero era un cautiverio diferente. La libertad para mí es vivir la vida, es vivir el momento. Es creer, confiar en el proceso. Confiar en Dios. No tener miedo de nada, porque somos turistas en este mundo. Vinimos a este mundo por un corto tiempo. Necesitamos vivir la vida. Necesitamos creer. Necesitamos ser humanos. Necesitamos ser una unidad. Y hoy estoy viviendo mi vida. Estoy tratando de vivir mi vida ahora. Pero recibí un gran regalo de Dios para comenzar una nueva relación con mi madre. Este es el regalo más grande que puedo pedirle a Dios. Además, como he dicho y está tatuado en mi brazo: ‘volveremos a bailar’. Así que necesitamos algo para bailar de nuevo”.

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