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Brigitte Bardot, la musa del cine que desafió la moral y cambió las luces por la lucha animal

En 1973, la actriz y cantante tomó una decisión radical al retirarse del cine, cuando tenía 39 años y se encontraba en la cima de su carrera. “La fama es una prisión dorada”, afirmaba entonces. Con ese gesto, se alejó definitivamente de los focos y volcó su energía hacia otras causas.

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La Fondation Brigitte Bardot anunció este domingo el fallecimiento de su fundadora y presidenta, Brigitte Bardot, mediante un comunicado en el que señaló: “Anunciamos con inmensa tristeza el fallecimiento de nuestra fundadora y presidenta, Madame Brigitte Bardot, actriz y cantante de renombre mundial, que eligió abandonar su prestigiosa carrera para dedicar su vida y energía al bienestar animal”.

Con ese mensaje se cerró una historia que comenzó en París el 28 de septiembre de 1934, con el nacimiento de una figura destinada a quebrar normas y desafiar la moral de su época.

La infancia de Brigitte Anne-Marie Bardot transcurrió en el barrio XVI de París, en el seno de una familia acomodada, marcada por el rigor educativo y la disciplina de la danza clásica. Nadie anticipaba que esos primeros pasos de ballet la conducirían a los grandes escenarios europeos y, luego, al cine.

En 1952 debutó en la pantalla, pero el punto de inflexión llegó en 1956, cuando Roger Vadim —su primer marido y mentor— la convirtió en protagonista de “Y Dios creó a la mujer”, cinta que dio origen a un mito cultural.

La imagen de Bardot bailando descalza en Saint-Tropez se transformó en un símbolo generacional. En una Francia aún atravesada por el conservadurismo de posguerra, encarnó el deseo, la libertad y la rebeldía.

El mundo la llamó “BB”, y su fama se proyectó internacionalmente. Simone de Beauvoir sintetizó ese impacto al escribir: “Bardot camina lascivamente, y un santo vendería su alma al diablo por verla bailar”.

Durante casi veinte años, Bardot combinó glamour y controversia, participando en más de 45 películas y grabando más de 70 canciones. Trabajó con cineastas como Jean-Luc Godard y Louis Malle. En “La vérité” (1960), dirigida por Henri-Georges Clouzot, obtuvo el David di Donatello, y en “El desprecio” (“Le Mépris”, 1963) protagonizó una de las obras emblemáticas de la Nouvelle Vague. Fue además musa de Serge Gainsbourg, quien compuso para ella “Je t’aime… moi non plus”, grabada en secreto en 1967.

Su vida privada estuvo permanentemente expuesta al escrutinio mediático. La prensa siguió sus romances, cuatro matrimonios y rupturas, así como la compleja relación con su hijo, Nicolas Charrier. Bardot habló sin reservas de episodios dolorosos, incluidos intentos de suicidio y abortos voluntarios, relatados en sus memorias. Tras la imagen pública del mito, persistía una lucha íntima con la soledad y la presión.

En 1973, Brigitte Bardot tomó una decisión radical al retirarse del cine, cuando tenía 39 años y se encontraba en la cima de su carrera. “La fama es una prisión dorada”, afirmaba entonces. Con ese gesto, se alejó definitivamente de los focos y volcó su energía hacia otras causas.

En 1986, Bardot fundó la Fondation Brigitte Bardot (FBB), dedicando su notoriedad y recursos a la defensa del bienestar animal. Campañas como la realizada en Terranova en 1977, abrazando a una cría de foca, recorrieron el mundo e impulsaron cambios legislativos. Su activismo promovió iniciativas contra la caza, la experimentación y el comercio de animales, además de la mejora de las condiciones en mataderos y la prohibición de la carne de caballo en Francia.

La figura pública de Bardot también estuvo marcada por la polémica. Apoyó a Marine Le Pen, a quien definió como “la Juana de Arco del siglo XXI”, criticó el feminismo contemporáneo y relativizó el movimiento #MeToo, sosteniendo que muchas actrices “calientan a los productores para conseguir un papel”. Durante la pandemia de covid-19 rechazó vacunarse, y varias de sus declaraciones sobre inmigración e islam derivaron en cinco condenas por incitación al odio, según informó France 24.

A pesar de las controversias, su influencia cultural se mantuvo intacta. Fue pionera en tendencias de moda como las bailarinas, los vaqueros remangados y el escote Bardot, y admirada por intelectuales y cineastas como Marguerite Duras, François Truffaut y Jean-Luc Godard. Su imagen continúa inspirando a artistas y diseñadores.

El legado de Brigitte Bardot

En sus últimos años, Bardot vivió retirada en Saint-Tropez, interviniendo ocasionalmente en el debate público, especialmente en defensa de los animales. En 2025, en una entrevista con BFMTV, impulsó su última cruzada: la prohibición de la caza de montería, a la que calificaba de extrema crueldad.

La muerte de Brigitte Bardot marca el cierre de una era cultural. Su trayectoria fue una sucesión de quiebres y reconstrucciones: de niña burguesa a símbolo sexual, de estrella internacional a activista radical. Su legado permanece como una huella indeleble de libertad, polémica y autenticidad, resumida en la frase que la acompaña en la memoria colectiva: “Bardot siempre ha sido y será una niña”.

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