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Crónica: La región parisina, el semillero de Francia campeona del mundo 2018

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Kylian Mbappé en Bondy, Paul Pogba en Roissy-en-Brie o N’Golo Kanté en Suresnes. La región parisina es el principal vivero de talento de la selección francesa que el domingo conquistó la Copa del Mundo de fútbol en Moscú.

El legendario entrenador del Arsenal Arsene Wenger avisó hace algunos años que, junto a Sao Paulo en Brasil, la zona que engloba los alrededores de París es “la mejor del mundo” en producción de talento futbolístico.

Isla de Francia, una de las 18 regiones que junto con los territorios de Ultramar conforma la República Francesa, ‘ha producido’ además a Blaise Matuidi (Fontenay-sous-Bois), Presnel Kimpembe (Eragny) o Steven N’Zonzi (Racing Club de France).

Ocho de los 23 jugadores que conformaron el equipo campeón del mundo proceden de un club de la región, un tercio del elenco dirigido por Didier Deschamps.

Una entidad de la zona se ha convertido en amuleto. Cada vez que un jugador que ha pasado por el US Palaiseau es seleccionado, Francia disputa la final de la Copa del Mundo. Abrió la racha Thierry Henry en 1998, continuó el defensa Jean-Alain Boumsoung en 2006 y la cerró, por el momento, el lateral izquierdo Benjamin Mendy, el domingo en Moscú.

Isla de Francia cuenta con 12 millones de habitantes, el 19% de la población francesa, con 260.840 licencias del total de los 2,2 millones que tiene la Federación Francesa de Fútbol (FFF).

Los ‘city stade’ y ‘la grinta’

Para Sambou Tati, presidente del club de Roissy-en-Brie que vio crecer a Paul Pogba, es el famoso ‘city stade’ -un terreno de fútbol de cemento presente en la mayor parte de los barrios de la región- lo que ha servido de laboratorio para el crecimiento de los adolescentes talentosos.

“Este pequeño campo puede albergar como máximo partidos de 5 contra 5… Normalmente se hacen equipos y el que gana se queda, por lo que se juega con colmillos. Nadie quiere salir, porque para volver a jugar luego hay que esperar una hora”, explica a la AFP Mohamed Coulibaly, director deportivo del AAS Sarcelles.

“Además, hay diferencias de edad de 3, 4 o 5 años. Alguien pequeño cuando juega contra uno más grande y potente, debe probar su imaginación e inventiva para salir. Esto desarrolla a los jugadores que tienen un juicio por encima de la media, un sentido de la adaptación y el ojo de tigre”, añade.

¿Conocida como “grinta”, esta cultura del triunfo es una especificidad de la región parisina?

“Cada año vamos a un torneo a Saint-Raphaël, a la Costa Azul, y cuando jugamos contra los equipos del sur, vemos que ellos están muy centrados en la técnica, en el juego. Nosotros también, pero tenemos más el sentido de combate en los duelos”, continúa Sambou Tati.

Talento en la calle y ojeadores

¿Por qué tanta determinación? En algunos departamentos de Isla de Francia, más golpeados por la precariedad que la media, como Seine-Saint-Denis y su tasa de 19% de paro, el fútbol se percibe como “uno de los únicos medios de subir en la escala social”, según Mohamed Coulibaly.

“El rasgo ‘banlieusard’ -de las afueras-, es la afirmación en sí mismo, de hacerte un lugar, de ganar el respeto. Pero es sobre todo salir… Desafortunadamente se hizo así, pero es como una prisión a cielo abierto“, añade.

Atraídos por el talento que crece en las calles, ojeadores de los más importantes clubes franceses y europeos han convertido la región parisina en una de sus zonas más vigiladas.

“Hay ojos por todos los lados”, confirma el dirigente del AAS Sarcelles, que ha llevado a “unos sesenta” jóvenes al fútbol profesional.

“Actualmente los centros de formación fichan a jugadores de gran calidad. Después les afinan, pero el trabajo realizado por los niños entre los 7 y los 15 años que vienen de nosotros no es malo”, añade.

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