Gabriel Massuh es un empresario que entendió desde joven que su futuro no estaría limitado por fronteras. Formado en economía y negocios en Estados Unidos, con apenas 23 años decidió emigrar a Chile en 1993, un país que por entonces vivía un auge económico pero donde él no tenía contactos, patrimonio ni apellido reconocido.
Fue aquí, casi en silencio, donde transformó la fruta más simple, el plátano, en el punto de partida de un imperio logístico y comercial que hoy abastece a millones de chilenos.
Nacido en Guayaquil, Ecuador, entre campos de arroz y tradiciones agrícolas, Massuh creció observando los ciclos de la tierra. Esa escuela silenciosa marcó su carácter y definió la forma en que luego leería el mundo empresarial: con disciplina y visión de largo plazo.
Antes de cruzar la cordillera, cursó estudios en Nueva York y Florida, un paso que amplió su mirada y consolidó la convicción de que su destino no estaría limitado por fronteras. “Podría haber seguido el camino más tradicional”, recuerda, pero su instinto lo trajo a Chile.
Del arroz ecuatoriano al mercado chileno
En 1993, Chile vivía un período de gran dinamismo económico. Para Massuh, ese era el lugar y el momento exacto.
Con apenas 23 años, Gabriel Massuh tuvo que enfrentar la desconfianza natural del entorno empresarial. “Lo más difícil es adaptarse. Yo era joven y a un joven de 23 años no lo ven como un par más”, recuerda.
La gran oportunidad se escondía en algo tan cotidiano como un plátano. Chile tiene la particularidad de que esta fruta es la más consumida del país (un 70% de la población la incluye en su dieta) pero no puede cultivarse localmente. Esa dependencia absoluta de la importación fue la grieta por donde Massuh vio la luz.
Bagno: el primer paso de un modelo silencioso
Así nació Bagno, la empresa que fundó como punta de lanza para conquistar un mercado poco explorado. Importando plátanos desde Ecuador, Massuh no solo abasteció un nicho, sino que inició un proceso que transformaría la logística de alimentos frescos en el país.
Su modelo no se quedó en el plátano. Con el tiempo, Bagno diversificó su cartera con piñas, mangos, limones y paltas.
La empresa fue diseñando una red logística moderna y eficiente, con distribución nacional y alianzas estratégicas que permiten hoy asegurar el abastecimiento continuo en supermercados y ferias a lo largo de Chile.
El camino no estuvo exento de dificultades. Como todo empresario que apuesta fuerte, Massuh también conoció el tropiezo y el error. Pero su mentalidad pragmática lo mantuvo firme.
Una de sus jugadas maestras fue su incursión en el mercado de la palta durante su auge. Mientras otros dudaban ante la volatilidad de precios y la presión internacional, Massuh apostó y consolidó una nueva línea de negocio que terminó siendo clave para la estabilidad financiera de Bagno.
Una visión que no se detiene
Hoy, tras tres décadas en Chile, Gabriel Massuh sigue liderando desde la discreción. No necesita narrativas heroicas ni relatos inspiracionales. Para él, la empresa es un sistema vivo que debe mantenerse en movimiento continuo y silencioso, aunque se presenten todo tipo de adversidades.
El joven ecuatoriano que llegó sin redes ni apellido logró transformar el producto más simple en una infraestructura logística nacional. Con una mezcla de paciencia aprendida en los arrozales, audacia forjada en aulas norteamericanas y una intuición comercial única, Massuh convirtió el plátano en una estrategia y Chile en su gran oportunidad.
Y, quizás, su mayor virtud no sea solo haber llegado, sino seguir en marcha sin detenerse, mientras otros celebran el fin de la carrera.