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Psicólogo de Fundación Integra proyecta el retorno a los jardines infantiles en medio de la pandemia

Rodrigo Cordero dice que todos los años se viven procesos de adaptación, luego del receso que existe en el periodo de vacaciones, “sin embargo, la particularidad que tiene este ingreso, es precisamente el largo periodo que se ha suspendido la asistencia presencial debido a la crisis sanitaria”.
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Este año el ingreso a la educación parvularia, sin duda será diferente a periodos anteriores, considerando que durante casi un año el país ha vivido bajo los efectos de la pandemia por Covid-19. El impacto que implica para el niño/a este retorno se relaciona, por una parte, con volver a adaptarse a una rutina conocida o nueva, al mismo tiempo que significa dejar atrás la cotidianidad que han estado experimentando durante todo el confinamiento y suspensión de actividades de jardines infantiles y salas cuna.

Rodrigo Cordero, psicólogo del servicio de Fonoinfancia de Fundación Integra, dice que todos los años se viven procesos de adaptación, luego del receso que existe en el periodo de vacaciones, “sin embargo, la particularidad que tiene este ingreso, es precisamente el largo periodo que se ha suspendido la asistencia presencial a jardines infantiles y salas cunas, debido a la crisis sanitaria”.

El impacto que puede tener este tiempo en los niños puede observarse con diversos ámbitos del desarrollo, ya que  podrían manifestar reacciones en relación a la etapa en que se encuentren. “El mundo adulto tiene el desafío de prestar atención a dichas manifestaciones, para entender dónde se originan y así puedan acompañarlos/as. La idea es que puedan verbalizar lo que sienten o experimentan”, explica.

Para evitar que los cambios de este periodo afecten las emociones, el desarrollo y el aprendizaje de los niños y niñas, el psicólogo experto en infancia remarca que es importante regular ciertas expectativas, ya que todo periodo de adaptación implica que se afecten los ámbitos propios del desarrollo, como alimentación, sueño, motricidad, lenguaje, control de esfínter, entre otros, así como las emociones y el aprendizaje.

“Pensar que se puede impedir que no les suceda nada, puede ser una demanda muy grande para padres, madres y cuidadores/as. La gran diferencia que podemos marcar es acompañar las afectaciones de los niños y niñas, para que puedan ser contenidas con respuestas sensibles y oportunas y favorecer el tránsito que implica un periodo de adaptación”, menciona.

Y agrega que “cuando nos referimos a respuestas sensibles son las que atienden a las necesidades particulares del niño o niña, de sus intereses, de cómo vive, siente y entiende lo que sucede en su entorno. Mientras que las respuestas oportunas, son aquellas que son atendidas en el momento en que el adulto/a percibe que algo está sucediendo con el niño/a y no a posteriori”.

RETORNO AL JARDÍN

El retorno al jardín infantil o sala cuna es un hito importante dentro de la vida de niños y niñas, que en este escenario se ha visto altamente interferido por el contexto sanitario. El tomar medidas para el regreso, permitirá que niños y niñas puedan prepararse para ese momento, y a los adultos poder observar qué se despierta en ellos con este proceso.

“Por una parte, el proceso de adaptación no es único y exclusivo para los niños o niñas. Por ello, es importante que podamos visibilizar que también es un proceso para los adultos, quienes se pueden sentir afectados cuando su hijo o hija vuelva al jardín infantil o sala cuna. Esto mediará en el proceso de adaptación, pudiendo establecerse como una posible interferencia, al momento de considerar los diversos ámbitos, relativos al retorno al jardín infantil y sala cuna”, advierte Cordero.

Para el psicólogo, el reconocer amorosamente qué es lo que le sucede al adulto con el periodo de adaptación, le permitirá identificar que es parte de su proceso y así determinar cómo hacerse cargo de aquello y no verlo, sin darse cuenta, como si fuese un problema de su hijo o hija. “De esta manera, podrá mirar, entender e interpretar lo que le suceda al niño o niña con esta etapa, pudiendo pensar en respuestas sensibles que los/as contengan y acompañen”, explica.

Y agrega que “el considerar que niños y niñas son los/as protagonistas de este proceso y que serán ellos y ellas quienes finalmente nos mostrarán qué van a ir necesitando, de qué manera y en qué momento, se puede considerar como las grandes pautas que orienten, dentro de este periodo, a padres, madres, cuidadores/as para acompañar a niños y niñas en la diversidad de requerimientos emocionales que pudiesen presentar”.

Para lograr este contexto, Cordero remarca que se puede invitar a padres, madres y cuidadores/as a estar atentos a observar algo distinto o poco habitual en sus hijos o hijas.

“Por ejemplo, si ven que ellos/as se encuentran irritables, deberíamos preguntarnos a qué se deberá esa irritabilidad, qué le puede estar afectando, qué es lo que puede estar comunicando, qué necesidad existe ahí. El hecho de detenerse a pensar en ello, permitirá tener una aproximación respetuosa y una respuesta sensible centrada en la singularidad de ese niño o niña”, indica.

ACOMPAÑAMIENTO

Una manera deacompañar a los niños/as en esta transición es anticiparse al proceso de reingreso, indica el especialista.

Un punto fundamental es explicarles qué, cómo y cuándo sucederá, dejando espacios para que puedan compartir y resolver las inquietudes que tengan y, de este modo, validar y contener lo que les pueda pasar con este proceso.

“Es en el ejercicio de anticipación, donde hay que comenzar a adaptar ciertas rutinas, como el horario de ir a dormir o de comer, que les permita tener una sintonía con el retorno al jardín infantil y sala cuna. Esto favorecerá que niños y niñas retomen ritmos y tiempos”, dice.

Añade que el tener una postura flexible dentro de este proceso también se convertirá en un aporte, entendiendo que el retomar una rutina que se ha dejado de lado por tanto tiempo, será un desafío. “Por ejemplo, si el niño o niña desea ocupar un bolso o mochila para llevar sus cosas, distinto al usual, y es factible que se utilice, el flexibilizar y atender a esa demanda favorecerá la compañía que se pueda prestar en esta transición”, menciona.

Los espacios de conversación son otra forma de acompañar dicha transición. Cordero señala que es importante tener momentos en donde se pueda hablar con los niños de lo que implica el retorno y no tan solo para acoger inquietudes, miedos o preocupaciones, sino también abordar desde otras perspectivas este proceso.

 “La idea es conversar con los niños y niñas respecto a cómo se imaginan lo que será volver a ese espacio, el encuentro con el equipo educativo, con sus amigos y amigas, cómo serán las actividades que realizarán y qué les gustaría aprender, pudiendo identificar junto a ellos/as los aspectos positivos del regreso”, menciona.

El psicólogo recomienda considerar en este periodo  la alianza que pueden establecer padres, madres, cuidadores/as con los equipos educativos de los jardines infantiles y sala cuna, para mirar conjuntamente la vivencia que está teniendo el niño en el retorno al jardín, fortaleciendo una comunicación que permita construir una relación de colaboración y reciprocidad con el jardín, “lo que sin duda, contribuirá al bienestar de niños y niñas y hará este proceso de adaptación más amable”, afirma.

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