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Suspensión de la Feria del Libro abre debate sobre otra crisis social y literaria

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La caída libre que sufría la Feria del Libro de Santiago (Filsa) vivió su último revés hace algunos días cuando se anunció que la versión 2019 no se realizaría, según sus organizadores, “después de evaluar los últimos acontecimientos ocurridos en el país”.

La Cámara Chilena del Libro indicó el lunes pasado que el encuentro cultural de la Estación Mapocho, programado para el 4 y el 8 de diciembre, no se llevaría a cabo ya que, dado el contexto, no sería posible ofrecer “los niveles comprometidos y esperados por el público y las empresas expositoras”. La agrupación expositora, junto con agradecer el apoyo de la Embajada de Marruecos (país invitado), prometió una próxima versión el año 2020.

Recientemente a las críticas de otros actores del mundo editorial respecto a los recursos entregados por el Estado a Filsa, que no se reflejaban en el cobro de entradas al público y el costo de los stands para las editoriales independientes, se sumaron otras quejas de los propios autores sobre los horarios de sus presentaciones y el espíritu comercial de la feria. Finalmente, el cisma que dividió a sus fundadores, generó otros cuatro encuentros literarios masivos que los lectores han agradecido.

El best seller chileno, Jorge Baradit, lamentó la cancelación de la Feria del Libro de Santiago (a la que estaba invitado) y señaló que su desazón por los libreros “que verán mermado un momento de venta importante, pero creo que todos estarán de acuerdo en que Filsa debe dejar de ser una instancia armada a la rápida, cortoplacista, mercantil y en permanente emergencia, para ser ese punto de encuentro de la cultura chilena con el espesor cultural e intelectual que se merece”, consignó La Tercera.

Por su parte, las diversas asociaciones del libro abrieron la posibilidad de levantar una gran feria 2020 donde se vean representados editoriales, libreros, distribuidores y escritores, además de otras cooperativas literarias. Esto, apoyados en la creación de una fundación en la que participan, hasta ahora, la Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos – Editores de Chile; la Cooperativa de Trabajo Editores de la Furia, la Corporación del Libro y la Lectura; la Sociedad de Escritores de Chile (Sech); la Corporación de Letras de Chile y el Observatorio del Libro y la Lectura de la Universidad de Chile, entre otros.

Este último publicó avances de estas negociaciones que proponen que este encuentro tenga lugar el segundo trimestre de 2020 un encuentro ferial nacional de alcance país con la participación de editores, libreros, distribuidores, autores, centros de estudio, universidades ya sean nacionales o extranjeras, entre otros actores del ecosistema del libro.

UNA GRAN PÉRDIDA

También en el contexto de las movilizaciones, editoriales como la Cooperativa de Editores de la Furia, decidieron restarse de la Feria del Libro de Guadalajara 2019, al no querer participar de la instancia promovida en Chile por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio junto a ProChile . En tanto, la Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos de Chile manifestó su disposición a colaborar en la creación de un país unido, democrático, justo y solidario.

Gerardo Rivera, representante de los libreros de barrio San Diego, desde la orilla del comercio minorista, cree que es una gran pérdida que no haya Feria del Libro para la ciudadanía, pero no esconde su opinión más personal sobre una crisis mayor que también afecta al vendedor de libros chileno.

“La Feria también habla de un problema para el pequeño comerciante y de una competencia desleal. Ofrece los mismos libros que vendemos nosotros, pero con descuentos enormes y márgenes pequeños a los que nosotros, que vendemos todo el año, no podemos acceder. Pasa que después de la Feria del Libro la gente nos reclama a nosotros por los precios que son los normales. Los grandes comercios se ponen de acuerdo, como un monopolio, para concretar rebajas con las que no se puede competir”, explica.

Rivera ha observado en el último tiempo un aumento del interés en títulos sobre crisis institucionales, revoluciones sociales y análisis de coyunturas políticas.

“Muchas obras que la gente manifiesta leer, pero que el mercado no les ofrece. Esto porque los títulos que el comercio vende son otros. Quiero decir que hay que darle una vuelta a esta oferta. Hay un despertar de la gente que quiere empaparse de otras visiones de la realidad. Como libreros estamos llamados a participar activamente en un aumento del nivel cultural de la población y de la creación de opinión. Para eso es necesario que se produzcan cambios institucionales que no pueden esperar”, plantea.

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