La expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, reapareció en una actividad pública tras asistir en el lanzamiento de un libro en el teatro del Colegio San Ignacio El Bosque, en Providencia, Región Metropolitana.
Durante la tarde de este miércoles, la exMandataria llegó a la ceremonia donde se presentó el texto “Urgentes mensajes del planeta tierra: la ecología integral como nuevo paradigma de justicia”, de las autoras Haydée Rojas y María Ester Roblero.
Luego de estar más de cuatro años en Suiza como alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, Bachelet aseveró que la actividad “me recuerda que estoy en Chile, en forma definitiva, para asentarme en mi tierra; en este lugar con una naturaleza tan singular, tan difícil de separar de nuestra historia y nuestros sueños. Tenía ganas de estar en casa”.
Y afirmó que “se ha vuelto fundamental que los liderazgos construyan senderos para no caer ni en parálisis ni en lo que ya se empieza a designar como angustia climática: un fenómeno que golpea muy fuerte entre la juventud, es decir, en nuestro futuro inmediato”.
Junto a ello, manifestó que “se requieren prioridades a las cuales convocar nítidamente. Y también requieren ser abordados con auténtica humildad, esa que permite hacer cambios en los comportamientos que no conducen a nada. Sin humildad no hay capacidad de adaptación ni posibilidad de destrabar soluciones. Aceptar y procesar nuestros errores nos permite construir con otros. Es una lección que la historia nos recuerda con persistencia implacable”.
“Las ideas centrales para enfrentar los problemas climáticos son la justicia y la esperanza, porque el impacto del desajuste climático está distribuido de un modo que golpea mucho más fuerte a países pobres, a poblaciones vulnerables y a grupos que ya cargan con muchas desigualdades, como las mujeres, los niños, el mundo rural o costero empobrecido“, agregó.
En la misma línea, la exjefa de Estado afirmó que “no es casualidad que uno de los temas centrales de la COP27 que está desarrollándose en Egipto sean los mecanismos para que todos los países puedan contar con capacidades equivalentes para reducir emisiones, para adaptarse y para ser más resilientes”.
“Habremos avanzado mucho el día que la justicia climática o la justicia ambiental sean simplemente la forma de entender la justicia entre países, es decir como algo evidente y como factor de equilibrio en un planeta que pertenece a todos. Habremos logrado un nuevo paradigma de justicia cuando la tierra reciba de la humanidad una mirada sistémica y con nuevas exigencias éticas”, agregó.
Sumado a lo anterior, dijo que “no hay mayor antídoto a la inacción que el riesgo de la propia supervivencia. El punto es no seguir perdiendo tiempo en entender el riesgo como tal. Y aquí aún nos falta mucho. La batalla dentro de la batalla, si me permiten, es sumar todas las voluntades en la misma urgencia vital. Todos compartimos el suelo que desaparece bajo nuestros pies; todos debemos activarnos para resguardarlo”.
Y destacó que el libro de Rojas y Roblero “no es un diagnóstico pasivo de la catástrofe ambiental que han provocado las emisiones de efecto invernadero; es la reunión de un conjunto de posibilidades en marcha, que se cruzan, que se nutren mutuamente; es la prueba que hay que conservar la esperanza y trabajar para acrecentarla”.
Finalmente, cerró diciendo que “como expresidenta les digo: es importante que pensemos en el futuro que estamos construyendo. No creo que seamos capaces de dejar todos los problemas resueltos. Son altamente complejos y toman mucho más tiempo de lo que quisiéramos. Pero sí hay una transmisión que podemos dar a los jóvenes: debemos dejarles las acciones correctas en movimiento. No tenemos derecho a dejar una crisis desatada sin un conjunto de alternativas viables”.