“En una industria donde un éxito dura hoy de tres a cinco años, 60 años es sumamente importante”, dijo Nathan Baynard, director de mercadeo global de la muñeca.
A pesar de la competencia cada vez más feroz, cada año se venden 58 millones de ejemplares en más de 150 países. Es una marca tan conocida como Coca Cola o McDonald’s, explicó el directivo en diciembre, durante una visita privada al centro de diseño del grupo Mattel en El Segundo, un suburbio de Los Ángeles.
Desde su presentación en el Salón del Juguete de Nueva York, el 9 de marzo de 1959, se han vendido más de 1.000 millones de estas muñecas.
Su “madre” es nada más y nada menos que la cofundadora de Mattel, Ruth Handler, que tuvo la idea al mirar crecer y jugar a sus propios hijos.
“Su hija Bárbara tenía una opción limitada para sus juguetes, solo había muñecas de bebés con las que el único papel en el que podía proyectarse en sus juegos era el de madre, ama de casa, mientras que su hijo podía imaginarse como astronauta, piloto, cirujano… Todas estas posibilidades estaban fuera del alcance de la niña en la industria del juguete”, describió Baynard.
Así es como ella creó “Barbie” (diminutivo del nombre de su hija), una muñeca adulta con formas muy femeninas, para “mostrar a las niñas que podrían convertirse en lo que quisieran”, siguió el ejecutivo. “¡En 1959 fue una idea radical!”.
El éxito fue inmediato: en el primer año se vendieron 300.000 unidades.
“EL PROBLEMA ES CULTURAL”
Su aspecto de modelo “pin-up”, típica de la época, no hacía de Barbie un modelo de feminismo.“Su estructura corporal fue exagerada para adaptarse a la estética de la época”, dijo Carlyle Nuera, una de las diseñadoras de la muñeca.
Sus medidas poco realistas han sido revisadas desde entonces por Mattel, pero en general la Barbie, arquetipo de la rubia californiana, ha sido criticada a lo largo de los años por proyectar una imagen de mujer superficial, fomentar la anorexia y deformar la imagen de la mujer desde la más tierna edad.
Pero para M. G. Lord, autor del libro de referencia “Forever Barbie”, es una impresión injustificada.
La Barbie “es lo que la niña quiere que sea”, explicó a la AFP. “Cómo una niña ve a una muñeca Barbie se enmarca en cómo la madre se siente sobre la idea de feminidad, el problema no es una muñeca de 28 centímetros, el problema es cultural”.
Barbie se convirtió en astronauta en 1965, cuatro años antes de que Neil Armstrong pisara la Luna, y su primera versión negra fue lanzada en 1968.
En la actualidad, 55% de las muñecas vendidas “no tienen cabello rubio ni ojos azules”, señaló Lisa McKnight, directora general de la marca Barbie en el mundo.
En el centro de El Segundo, en un hangar poco glamuroso ubicado entre el aeropuerto de Los Ángeles y una autopista, un centenar de personas trabajan sin cesar para crear nuevos prototipos.
A partir de un boceto trazado por los diseñadores, cada paso es hecho de manera meticulosa: la muñeca es creada en una impresora 3D, luego se le pintan los rasgos faciales, se le coloca cabello y ropa. El proceso puede tardar entre 12 y 18 meses, antes de que una nueva Barbie abandone los talleres californianos para ser enviada a las plantas de Mattel en China e Indonesia para su fabricación en masa.
“Algunas veces la ves en la estantería y recuerdas: ‘Ah sí, esa la diseñé yo’”, expresó Nuera.
BARBIE “INFLUENCER”
Barbie no solo batalla por su éxito de ventas en las jugueterías, la marca está invirtiendo masivamente para convertirla en “influencer” en redes sociales.Para alimentar la imaginación de los niños y su gama de productos, el personaje tiene desde hace tiempo una identidad y una familia: Bárbara Millicent Roberts, originaria de la ciudad ficticia de Willows, Wisconsin, en el Medio Oeste de Estados Unidos.
En los últimos años, ha venido hablando directamente con los millones de seguidores que tiene en las redes sociales.
En su canal en YouTube por ejemplo, explicó Baynard, viene “hablando de lo que está pasando en su vida, sobre temas clave que ella piensa que son resonantes para las niñas de hoy, de las tendencias”.
Barbie también tiene su propio equipo, con peluquera, maquilladora y fotógrafa que viajan “de verdad” con ella por Estados Unidos y todo el mundo para tomar fotos para su cuenta de Instagram (@barbiestyle), con casi dos millones de suscriptores.
A sus 60 años, aunque se mantiene por siempre joven, no tiene hijos ni marido.
¿Es feliz? “Barbie es una mujer joven, independiente, que busca consagrarse en diferentes carreras”, explicó McKnight.