“Gustavo tiene toda la voluntad de ser psicólogo, sus compañeros están preparándose para recibirlo y con ganas de aprender Braille y de capacitarse para trabajar en grupo con él. Es, sin duda, el aspecto positivo de esta posibilidad que tenemos de acompañarlo y estar con él”, dijo Ramis a los medios a fines de noviembre.
También contó que, desde hace dos años, al menos, la casa de estudios desarrolla un plan institucional que apunta a crear una comunidad inclusiva en su conjunto que consta de manuales de buenas prácticas para estudiantes con diversos grados de discapacidad, mesas técnicas para diagnosticar este tipo de necesidades y la creación de un Centro de Tecnologías Inclusivas.
Este espacio, ubicado en la Facultad de Ciencias Sociales del plantel, cuenta con una impresora 3D para realizar diseños y piezas volumétricas a partir de herramientas que los estudiantes requieran para capacitarse o ser capacitados, escaners capaces de convertir textos en audio o textos en imágenes que pueden ser “leídos” por otros softwares para personas con discapacidad visual, sets de útiles para trabajo practico con relieve Braille y otro equipamiento electrónico adaptado.
El Centro de Tecnologías Inclusivas suma una biblioteca de recursos audiovisuales descriptivos y accesorios para quienes tienen algún grado de discapacidad auditiva.
“Estas innovaciones servirán de soporte para todo lo que Gustavo necesite, también sus compañeros que deseen aprender a usar estas tecnologías para su propio uso, su trabajo práctico o el desarrollo profesional que contemplen más adelante”, señala Isca Leyton, responsable de la Dirección de Justicia Social, Igualdad e Inclusión de la universidad.
Actualmente, el joven estudiante de 21 años, que fue dado de alta el 26 de noviembre pasado, recibe rehabilitación domiciliaria y ha expresado la intención de retomar sus estudios. “Pero, ¿qué pasa con el apoyo académico y de los funcionarios que también lo recibirán de vuelta?”, se pregunta Ricmir Dávila, encargado de la Unidad de Atención a la Discapacidad de la casa de estudios.
“Desde el guardia a los docentes y estudiantes que reciben a nuevos alumnos con alguna situación de discapacidad, necesitan saber de orientación, movilidad y buenas prácticas. Si bien actualmente hay una política de apoyo al estudiante en este sentido y la iniciativa de los profesores que, por ejemplo, elaboran los símbolos del ramo de estadística con plasticina para estudiantes ciegos, contar con una impresora 3D nos permite estandarizar y darle durabilidad a ese tipo de material didáctico y crear una biblioteca inclusiva con estos recursos para ramos como geografía, antropología u otras. Estudiantes que usan silla de ruedas nos contaban que llevaban toda una vida escribiendo con el cuaderno apoyado en sus piernas, pero ahora contamos con mesas adaptadas para ellos y otros estudiantes con movilidad reducida”, señala.
LA TAREA DE TOMAR CONCIENCIA
Originalmente, el lanzamiento del Centro de Tecnologías Inclusivas estaba programado para inaugurarse en el mes de octubre, sin embargo, la contingencia nacional postergó el corte de cinta. Al mismo tiempo, esa contingencia convirtió el lamentable atentado policial contra el estudiante Gustavo Gatica en una evidencia de lo necesario que es contar con este tipo de tecnologías para facilitar la capacitación inclusiva de una comunidad.Dentro del trabajo que sus compañeros y profesores deberán hacer para lograr una efectiva incorporación a la universidad de Gustavo u otros estudiantes con ceguera se espera una: tomar conciencia para convertir el espacio inclusivo en algo concreto, señala Leyton. En tal sentido, los lectores ópticos que convierten los libros y documentos a textos digitales o auditivos, exige que los alumnos abandonen prácticas como subrayar los libros con destacadores para que el sistema de Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR) pueda funcionar de manera óptima. El espacio de tecnologías inclusivas fue dispuesto en un sector silencioso para que las lecturas de softwares no se vean interrumpidas con el entusiasmo universitario.
Por su parte los profesores también deben aprender sobre una docencia diversificada y buenas prácticas para enseñar a estudiantes en situación de discapacidad, explica Vania Bustos. La educadora, especialista de adecuación curricular y educación inclusiva, autora de la “Guía de apoyo para la educación inclusiva”, agrega que los primeros desafíos para lograr una comunidad educativa inclusiva son “generar conciencia, formalizar una política inclusiva y poner en práctica estas políticas para que favorezcan el acceso y la participación en igualdad de condiciones para los estudiantes con algún grado de discapacidad”.
Leyton, quien dirigía el trabajo práctico de Gustavo Gatica con niños y niñas de Peñalolén, valora que la sociedad entienda poco a poco la diferencia entre integración, como una adecuación del individuo al resto del colectivo, respecto a la genuina inclusión que se refiere a la sociedad haciéndose cargo de lograr la igualdad. En esto, cree clave la existencia de centros innovadores como el que inauguró la UAHC.
“Si bien no somos pioneros en el tema, no todas las universidades cuentan con un compromiso y política institucional que rinda frutos como este. Creo que la universidad ha dado un paso adelante al respaldar este centro y la integrarlo al proyecto académico de manera orgánica. Eso es algo que nos diferencia de otros espacios similares en otros espacios universitarios, donde se funciona más separadamente o solo respecto a la discapacidad. Nosotros buscamos darle un tenor en términos de la diversidad y de cómo constituirnos en una comunidad inclusiva”, remarca Leyton.
https://lanacion.cl/2019/11/27/rector-de-uahc-dice-que-se-apoyara-a-gustavo-gatica-para-que-se-pueda-titular-como-psicologo-como-era-su-deseo/
https://lanacion.cl/2019/11/26/parte-medico-confirmo-que-estudiante-gustavo-gatica-perdio-la-vision-de-ambos-ojos/