Arabia Saudita, que acoge por primera vez el Rally Dakar en enero, expone su voluntad de hacerse un nombre en el mundo del deporte, con la idea de recurrir a él para mejorar su imagen en la escena internacional.
En los últimos meses, el reino ultraconservador ha acelerado sensiblemente sus inversiones en el terreno deportivo, donde están claramente por detrás de sus rivales regionales, Emiratos Árabes Unidos y, sobre todo, Catar.
A finales de diciembre, Cristiano Ronaldo y sus compañeros de la Juventus de Turín corrieron por el césped del estadio de la Universidad Rey Saúd en Riad con motivo de la Supercopa de Italia. Del 8 al 12 de enero será el turno de Lionel Messi, con ocasión de la Supercopa de España, dos meses después de una primera aparición de la superestrella argentina durante un encuentro amistoso contra Brasil.
A finales de 2019, el país acogió a su vez a la estrella del boxeo Anthony Joshua, una prueba de la Fórmula E, un torneo de exhibición de tenis y combates de lucha libre.
Pero aún queda uno de los grandes golpes, la organización, del 5 al 17 de enero, del Dakar, que se celebraba desde hace más de una década en Sudamérica y que seguirá en la región en los próximos cinco años.
En su carrera por el liderazgo en Medio Oriente, Riad ha elegido también hacer del deporte un instrumento de ‘soft power’ (poder blando) bajo el impulso del poderoso príncipe heredero Mohamed bin Salmán, que ha llevado al reino a una política de diversificación de sus recursos y de relativa apertura.
Este año, al menos 187 prisioneros han sido ejecutados, según un recuento de la AFP establecido a partir de datos oficiales, la cifra más elevada desde hace más de 20 años, de acuerdo con Amnistía Internacional.
Y si bien las sauditas tienen ahora derecho a manejar, se ha detenido, e incluso torturado, a activistas por movilizarse en favor de los derechos de las mujeres, denunciaron ONG.
“Hay una política muy ofensiva para organizar grandes eventos deportivos, para atraer personas (…), para transmitir otra imagen de Arabia Saudita por todo el mundo”, explica a la AFP la francesa Carole Gomez, investigadora en geopolítica del deporte en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) en París.
Puesta en marcha a partir de 2015-2016, esta “diplomacia deportiva” se adscribe en el marco de un amplio programa denominado ‘Visión 2030’ que tiene por objetivo diversificar los recursos del reino, hasta ahora ultradependiente del petróleo, recuerda.
Al invertir en el deporte, y gracias a los efectos positivos para su imagen, Riad espera especialmente dar peso a su reciente ofensiva turística: el país ha comenzado a repartir visados turísticos en 2019, con mucha publicidad.
Para el también francés Quentin de Pimodan, experto en el reino sunita del Instituto de Investigación para Estudios Europeos y Americanos, en París, no hay duda: “el Rally Dakar servirá a Arabia Saudita como el Tour de Francia sirve a Francia”. “Pondrá en valor los paisajes y el patrimonio en un momento en el que el reino se abre a los turistas internacionales”.
Esta política le ha valido a Riad acusaciones de ‘sportwashing’ por parte de ONG y de opositores. Antes de la Supercopa de Italia, la viuda de Jamal Khashoggi consideró “lamentable” la celebración del encuentro en Riad.
Algunos deportistas, como las estrellas del golf Tiger Woods o Rory McIlroy, han declinado también una lucrativa invitación para tomar parte en un torneo organizado en el país.
Con respecto al Dakar, varias ONG, incluida Human Rights Watch (HRW), ya han dejado clara su postura. Para ellas, el prestigioso rally servirá “de operación de comunicación y de distracción para hacer olvidar los crímenes del régimen”.
Las condiciones contractuales de este Dakar en Arabia Saudita no se conocen en detalle. Pero, aunque son conscientes del carácter polémico de su elección, los organizadores prefieren elogiar la “voluntad de apertura” de Riad, puesto que un evento como éste no habría podido celebrarse sin las reformas emprendidas por Mohamed bin Salmán.
“Será interesante ver cómo se desarrolla esto, cómo se vive, cuáles son las consecuencias y la continuación”, hace valer Gomez. ¿Entusiasmará el Dakar saudita o recibirá críticas entre los competidores y seguidores? “Es eso lo que permitirá ver si era o no una falsa buena idea”, concluye la investigadora francesa.
En los últimos meses, el reino ultraconservador ha acelerado sensiblemente sus inversiones en el terreno deportivo, donde están claramente por detrás de sus rivales regionales, Emiratos Árabes Unidos y, sobre todo, Catar.
A finales de diciembre, Cristiano Ronaldo y sus compañeros de la Juventus de Turín corrieron por el césped del estadio de la Universidad Rey Saúd en Riad con motivo de la Supercopa de Italia. Del 8 al 12 de enero será el turno de Lionel Messi, con ocasión de la Supercopa de España, dos meses después de una primera aparición de la superestrella argentina durante un encuentro amistoso contra Brasil.
A finales de 2019, el país acogió a su vez a la estrella del boxeo Anthony Joshua, una prueba de la Fórmula E, un torneo de exhibición de tenis y combates de lucha libre.
Pero aún queda uno de los grandes golpes, la organización, del 5 al 17 de enero, del Dakar, que se celebraba desde hace más de una década en Sudamérica y que seguirá en la región en los próximos cinco años.
En su carrera por el liderazgo en Medio Oriente, Riad ha elegido también hacer del deporte un instrumento de ‘soft power’ (poder blando) bajo el impulso del poderoso príncipe heredero Mohamed bin Salmán, que ha llevado al reino a una política de diversificación de sus recursos y de relativa apertura.
Diplomacia, deporte y turismo
El asesinato del periodista crítico Jamal Khashoggi en el consulado saudita de Estambul, la polémica intervención militar en Yemen o las violaciones de los derechos humanos con los opositores: el país ha visto cómo su imagen, ya de por sí apagada, iba empeorando estos últimos años.Este año, al menos 187 prisioneros han sido ejecutados, según un recuento de la AFP establecido a partir de datos oficiales, la cifra más elevada desde hace más de 20 años, de acuerdo con Amnistía Internacional.
Y si bien las sauditas tienen ahora derecho a manejar, se ha detenido, e incluso torturado, a activistas por movilizarse en favor de los derechos de las mujeres, denunciaron ONG.
“Hay una política muy ofensiva para organizar grandes eventos deportivos, para atraer personas (…), para transmitir otra imagen de Arabia Saudita por todo el mundo”, explica a la AFP la francesa Carole Gomez, investigadora en geopolítica del deporte en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) en París.
Puesta en marcha a partir de 2015-2016, esta “diplomacia deportiva” se adscribe en el marco de un amplio programa denominado ‘Visión 2030’ que tiene por objetivo diversificar los recursos del reino, hasta ahora ultradependiente del petróleo, recuerda.
Al invertir en el deporte, y gracias a los efectos positivos para su imagen, Riad espera especialmente dar peso a su reciente ofensiva turística: el país ha comenzado a repartir visados turísticos en 2019, con mucha publicidad.
“Una postal”
Bajo esta óptica, la organización del Dakar, con sus imágenes de vehículos atravesando desiertos inmaculados y difundidas en 190 naciones, parece una buena campaña publicitaria. “La idea es ponderar la belleza de los paisajes, las infraestructuras que pueden acogerles si ustedes vienen de viaje, y de hacer de Arabia Saudita una postal”, resume Carole Gomez.Para el también francés Quentin de Pimodan, experto en el reino sunita del Instituto de Investigación para Estudios Europeos y Americanos, en París, no hay duda: “el Rally Dakar servirá a Arabia Saudita como el Tour de Francia sirve a Francia”. “Pondrá en valor los paisajes y el patrimonio en un momento en el que el reino se abre a los turistas internacionales”.
Esta política le ha valido a Riad acusaciones de ‘sportwashing’ por parte de ONG y de opositores. Antes de la Supercopa de Italia, la viuda de Jamal Khashoggi consideró “lamentable” la celebración del encuentro en Riad.
Algunos deportistas, como las estrellas del golf Tiger Woods o Rory McIlroy, han declinado también una lucrativa invitación para tomar parte en un torneo organizado en el país.
Con respecto al Dakar, varias ONG, incluida Human Rights Watch (HRW), ya han dejado clara su postura. Para ellas, el prestigioso rally servirá “de operación de comunicación y de distracción para hacer olvidar los crímenes del régimen”.
Las condiciones contractuales de este Dakar en Arabia Saudita no se conocen en detalle. Pero, aunque son conscientes del carácter polémico de su elección, los organizadores prefieren elogiar la “voluntad de apertura” de Riad, puesto que un evento como éste no habría podido celebrarse sin las reformas emprendidas por Mohamed bin Salmán.
“Será interesante ver cómo se desarrolla esto, cómo se vive, cuáles son las consecuencias y la continuación”, hace valer Gomez. ¿Entusiasmará el Dakar saudita o recibirá críticas entre los competidores y seguidores? “Es eso lo que permitirá ver si era o no una falsa buena idea”, concluye la investigadora francesa.