El balance anterior, anunciado la noche del lunes, daba cuenta de cinco muertos debido al temblor, de magnitud 6,3 según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El sismo, que provocó importantes daños en el aeropuerto internacional Clark, el aeródromo secundario de la capital, hizo temblar también los inmuebles de Manila, provocando escenas de pánico.
Este terremoto, que es el más fuerte que sufre la capital filipina en años, se produjo a 40 km de profundidad, con epicentro en Castillejos, en la provincia de Zambales, unos 100 km al noreste de Manila.
Pero fue en la provincia vecina de Pampanga donde se registraron los daños materiales de mayor envergadura y donde murieron 11 personas, según las autoridades filipinas. También resultaron heridas decenas de personas en todo el archipiélago y el balance podría aumentar.
En la zona se desplegaron equipos de socorristas para evaluar los desperfectos, así como en localidades aisladas privadas de electricidad y de medios de comunicación.
En Porac, en la isla de Luzón, se libraba una carrera contrarreloj para retirar las ruinas de un edificio de cuatro pisos derrumbado en el que podría haber una treintena de personas atrapadas.
“Se oye al menos a una persona aún viva”, declaró a los periodistas Lilia Pineda, gobernadora de Pampanga. “Está atrapada bajo losas de cemento”.
El temblor también dañó iglesias de hace varios siglos que en los últimos días habían recibido a una multitud de fieles para las misas de Semana Santa, en un archipiélago en el que el 80% de la población es católica.