“El mandato dado por el pueblo a esta legislatura es dar continuidad a la revolución cubana en un momento histórico crucial, que estará marcado por todo lo que debemos avanzar en la actualización del modelo económico”, señaló Miguel Díaz-Canel en su primer discurso ya investido como presidente de Cuba.
Después de casi seis décadas, Cuba inició una nueva era luego que el octogenario general Raúl Castro entregó este jueves la presidencia a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un civil casi 30 años menor a quien el Partido Comunista preparó para dirigir los destinos de la isla.
La ceremonia de la entrega del mando se oficializó tras la votación de la Asamblea Nacional que por acuerdo ungió al hasta ahora número dos del gobierno y lo convirtió en el sucesor de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
El mandatario de 57 años que ingeniero electrónico y amante de Los Beatles, escaló discretamente en la línea de mando, respetando los caminos establecidos dentro del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), llegando a la primera vicepresidencia de la única colectividad política de la isla en 2013 y poco a poco el mandatario de 86 años le encargó representar al gobierno en visitas oficiales al extranjero y lo preparó para asumir el cargo más importante del país.
Recordado por ser un dirigente que andaba en short y bicicleta, ha sabido darse una imagen más fresca y moderna, abogando por el desarrollo de internet y de una prensa más crítica. Sin embargo, ha sido severo contra los opositores o los diplomáticos propensos a criticar públicamente al gobierno.
A cargo de liderar una transición histórica en un primer mandato de cinco años, es el primer líder cubano nacido después de la revolución de 1959 y tendrá que forjar una legitimidad que fue natural en los Castro.
La tarea más urgente es la unificación de las dos monedas nacionales que circulan en el mercado, además de la eliminación de tasas de cambio preferenciales para empresas estatales -que son la mayoría en la isla-, situación que genera distorsiones en una economía golpeada además por el embargo impuesto por Estados Unidos desde 1962.
A nivel diplomático, el nuevo jefe del ejecutivo cubano deberá lidiar con el retorno de Washington al lenguaje de la confrontación, recrudecido con la llegada de Donald Trump al poder, quien dio marcha atrás al acercamiento de finales de 2014.
Raúl sucedió en el poder a su hermano Fidel en 2006, cuando éste enfermó (murió luego en 2016), e inició una serie de reformas impensadas para su economía de modelo soviético, como la apertura a inversiones extranjeras y a la generación de negocios propios, a la par de un histórico acercamiento con Estados Unidos, su enemigo de la Guerra Fría.
Según analistas, los cambios han sido tímidos y no han conseguido reactivar una economía altamente dependiente de las importaciones y de su aliada Venezuela, sumida en una crisis.
Para cuidar de su elegido y guiar su camino, Raúl Castro conservará sus funciones como secretario general del PCC hasta 2021, cuando cumpla 90 años.
El futuro número dos del gobierno, Salvador Valdés Mesa, político afrocubano de 72 años, también podrá ayudarlo a contener la posible resistencia de la vieja guardia, no muy dispuesta a sacrificar el legado socialista bajo la espada de las reformas.
Dos históricos, Ramón Machado Ventura (87) y Álvaro López Miera (76) dejarán el Consejo de Estado, pero otros con similares credenciales como Ramiro Valdés (85), Guillermo García (90) o Leopoldo Cintra Frias (76), se quedan. El nuevo Consejo de Estado tendrá 13 de 31 miembros renovados.
Después de casi seis décadas, Cuba inició una nueva era luego que el octogenario general Raúl Castro entregó este jueves la presidencia a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un civil casi 30 años menor a quien el Partido Comunista preparó para dirigir los destinos de la isla.
La ceremonia de la entrega del mando se oficializó tras la votación de la Asamblea Nacional que por acuerdo ungió al hasta ahora número dos del gobierno y lo convirtió en el sucesor de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
El mandatario de 57 años que ingeniero electrónico y amante de Los Beatles, escaló discretamente en la línea de mando, respetando los caminos establecidos dentro del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), llegando a la primera vicepresidencia de la única colectividad política de la isla en 2013 y poco a poco el mandatario de 86 años le encargó representar al gobierno en visitas oficiales al extranjero y lo preparó para asumir el cargo más importante del país.
Recordado por ser un dirigente que andaba en short y bicicleta, ha sabido darse una imagen más fresca y moderna, abogando por el desarrollo de internet y de una prensa más crítica. Sin embargo, ha sido severo contra los opositores o los diplomáticos propensos a criticar públicamente al gobierno.
A cargo de liderar una transición histórica en un primer mandato de cinco años, es el primer líder cubano nacido después de la revolución de 1959 y tendrá que forjar una legitimidad que fue natural en los Castro.
MENOS CENTRALISMO
El nuevo presidente de Cuba tendrá que mantener el equilibrio entre la reforma y el respeto a los principios revolucionarios, pero deberá esforzarse por actualizar el modelo económico, un proyecto iniciado por Raúl Castro.La tarea más urgente es la unificación de las dos monedas nacionales que circulan en el mercado, además de la eliminación de tasas de cambio preferenciales para empresas estatales -que son la mayoría en la isla-, situación que genera distorsiones en una economía golpeada además por el embargo impuesto por Estados Unidos desde 1962.
A nivel diplomático, el nuevo jefe del ejecutivo cubano deberá lidiar con el retorno de Washington al lenguaje de la confrontación, recrudecido con la llegada de Donald Trump al poder, quien dio marcha atrás al acercamiento de finales de 2014.
Raúl sucedió en el poder a su hermano Fidel en 2006, cuando éste enfermó (murió luego en 2016), e inició una serie de reformas impensadas para su economía de modelo soviético, como la apertura a inversiones extranjeras y a la generación de negocios propios, a la par de un histórico acercamiento con Estados Unidos, su enemigo de la Guerra Fría.
Según analistas, los cambios han sido tímidos y no han conseguido reactivar una economía altamente dependiente de las importaciones y de su aliada Venezuela, sumida en una crisis.
Para cuidar de su elegido y guiar su camino, Raúl Castro conservará sus funciones como secretario general del PCC hasta 2021, cuando cumpla 90 años.
El futuro número dos del gobierno, Salvador Valdés Mesa, político afrocubano de 72 años, también podrá ayudarlo a contener la posible resistencia de la vieja guardia, no muy dispuesta a sacrificar el legado socialista bajo la espada de las reformas.
Dos históricos, Ramón Machado Ventura (87) y Álvaro López Miera (76) dejarán el Consejo de Estado, pero otros con similares credenciales como Ramiro Valdés (85), Guillermo García (90) o Leopoldo Cintra Frias (76), se quedan. El nuevo Consejo de Estado tendrá 13 de 31 miembros renovados.